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Dios camina con nosotros en nuestros procesos de santificación

En nuestra última meditación basada en el pasaje de Segundo de Reyes capítulo 5, el encuentro entre Eliseo y Naamán, vimos el terrible pecado y error que comete Giezi al irse detrás de Naamán y pedir dinero de parte de él, creyendo que nadie se daría cuenta y de esa manera en un sentido como malogrando este proceso altísimo y elegante que Dios quería llevar a cabo en la vida de Naamán, y la corrupción que vemos.

Es interesante esto también, yo creo que por un momentito ¿no? de que siempre ha habido gente imperfecta en los caminos del Señor. Muchas veces nos ofendemos porque pasó esto, pasó lo otro como si fuera la gran cosa; esto es parte de la vida humana, es parte de la naturaleza humana. Siempre a través de los siglos los siervos de Dios han cometido graves errores. Siempre habrá imperfección en la Iglesia de Jesucristo, no podemos escandalizarnos y echarnos a correr, y renegar del Evangelio porque este gran siervo de Dios o esta persona en quien nosotros habíamos puesto la mirada hizo algo o lo otro.

Nuestra mirada siempre tiene que estar posada exclusivamente sobre Jesucristo, Él es el único que nunca nos ha de decepcionar. Nuestros Pastores, los líderes de nuestra Congregación son hombres y mujeres de carne y hueso como cualquier otro, y no podemos dejarnos llevar por esas cosas, no podemos poner nuestra fe en ellos. Son útiles, de gran bendición pero son seres humanos propensos a caer, a pecar, y a ofender, y a errar como cualquier otro ser humano, y eso es lo que Giezi representa. La imperfección humana en medio de la perfección y el poder de Dios.

Pero vemos algo aquí también, que yendo hacia atrás un poco, cuando Naamán experimenta este gran milagro de Dios le dice a Eliseo: mira, quiero simplemente confesarte algo. Yo soy la mano derecha de mi rey y muchas veces el rey quiere que yo lo acompañe al templo de su dios, y yo sé que no es el Dios verdadero, y ahora de aquí en adelante yo no voy a servir a otro Dios más que al Dios de Israel, pero a veces él me pide que lo acompañe a la Iglesia de este dios falso, y se apoya de mi brazo. Y cuando el rey se inclina ante el dios falso yo también tengo que inclinarme para físicamente apoyar a mi señor, y en un sentido estaría yo como también inclinándome, contradiciendo esta promesa que yo he hecho. Pero no es que lo estoy haciendo de corazón sino que físicamente mi posición me obliga a hacer esto.

La respuesta de Eliseo es interesante. En vez de quizás un no tajante, como decirle: no, ahora tú sirves a Dios solamente y no puedes hacer nada que contradiga la confesión que tú has hecho, Eliseo pastoralmente, muy generosa y entendidamente le dice: está bien, no te preocupes. Dios sabe cuál es tu situación y no hay pecado en ello.

Yo siempre he visto esa linda escena donde la misericordia de Dios se extiende hacia este hombre que se encuentra en una situación difícil profesionalmente para extender gracia. Yo creo que muchas veces en el trato pastoral, los Pastores y consejeros encontramos situaciones muy raras y difíciles, donde podemos optar por darle a la gente una respuesta legalista y rígida, y farisáica o podemos expresar la misericordia de Dios como por ejemplo en el caso de Jesús con la mujer samaritana, o con la mujer adúltera, o con Saqueo el publicano, vemos la misericordia con que el Señor trata a esta persona. O con Pedro cuando lo negó, sin embargo vemos la misericordia del Señor Jesucristo.

No es que estemos hablando de liberalismo falso ni de libertinaje sino que siempre tenemos que, en el trato pastoral, vivir en esa tensión entre la rigidez y la misericordia, entre entender lo que Dios quiere de nosotros pero también muchas veces la gente se toma tiempo para poder irse purificando y organizarse su vida, de manera que puedan llevarla a donde Dios los quiere llevar.

A veces vienen a nuestra Iglesia personas que están involucradas en situaciones difíciles, entonces Dios comienza a hacer un trato en sus vidas y les va a costar cambiar de estilo de vida. Les va a costar dinero, les va a costar quizás la forma cómoda en que están acostumbrados a vivir, van a tener quizás que romper con alguien a quien aman. Y muchas veces los siervos de Dios no tenemos la gentileza, la gracia, la misericordia, la compasión, la paciencia, el corazón pastoral para acompañar a esta gente a través de los procesos que tienen que vivir.

Yo me imagino que a Naamán le tomó mucho tiempo poder encontrar una forma de vivir que fuera totalmente íntegra delante de Dios y también retirarse quizá poco a poco de su posición como general de Siria, y lo interesante es que Dios a través del profeta Eliseo le dice: No, Yo estoy dispuesto a acompañarte en esa jornada de santificación y de perfeccionamiento. Mientras tú estés luchando contra esto no te preocupes, no te voy a condenar y voy a caminar contigo. Dios camina con nosotros en nuestros procesos de santificación y de llevar los diferentes aspectos de nuestra vida al orden de Dios.

Tiene que haber en nosotros un deseo y una determinación de hacerlo, y tenemos que inmediatamente someter nuestra vida porque nos cuesta, cuando vivimos en desajuste con lo que Dios quiere en nuestra vida siempre va a haber algún tipo de consecuencia. Pero tenemos que saber que Dios es misericordioso, Dios es fiel y Dios se compadece de nosotros.

Y hay un pasaje bello en el Salmo 34, el último que dice: «No serán condenados cuantos en Él confían.» Dios no nos condenará si nuestro corazón está en el lugar correcto. Si queremos agradar al Señor, si hay un deseo de servirlo, si hay tristeza en nuestro corazón porque sabemos que no estamos totalmente alineados con lo que Dios quiere de nuestras vidas pero estamos haciendo todo lo posible para llevar nuestra vida a ese punto.

Y se necesitan corazones pastorales, se necesita gente con un corazón de consejería, de entendimiento de la Palabra, de entendimiento de cómo es el proceso de santificación y cómo es que el Espíritu Santo mismo trata con nosotros para llevarnos hacia lo que Dios quiere llevarnos, y que las cosas se toman tiempo. Esas iglesias pastorales, esos corazones pastorales son los que van a hacer la diferencia.

En este mundo del siglo XXI con tantas ataduras y tantas experiencias deformantes que trae la gente a la Iglesia, iglesias que sean farisáicas, rígidas, legalistas, mecánicas en su forma de ver la santificación no van a poder alcanzar esta cultura. Se necesita iglesias comprometidas con la santidad de Dios pero entendidas en cómo se dan los procesos de la santificación, como vemos acá con Eliseo que le dice: vete en paz, Dios te enseñará lo que tienes que hacer. No agonices más de la cuenta porque Dios tiene misericordia de ti. Gracias a Dios por eso porque si no ¿dónde estaríamos? si no fuera por la misericordia, la gracia y la paciencia de Dios.

Bueno, estamos agradecidos al Señor por esta serie de mensajes basados en el encuentro entre Eliseo y Naamán, y espero que haya sido de bendición para tu vida también. Gracias por compartir este tiempo conmigo, tu amigo y siervo del Señor, Roberto Miranda, me despido de ti. Hasta la próxima.

Fuente:
Apóstol Roberto Miranda

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