¡Despierta, Oh viento del norte! ¡Despierta viento del sur! Sopla en mi jardín con el viento de Tu Espíritu. Revuelve la dulce fragancia de tu vida dentro de mí. No escatimes nada mientras me conviertes en tu fructífero jardín. No te guardes nada hasta que libere tu fragancia. Ven a caminar conmigo como caminaste con Adán en tu paradisíaco jardín. Ven a probar los frutos de tu vida en mi. Cantares 4:16 TPT
Mientras esperaba en el Señor, pude ver el mes de abril delante de mí. Un viento sopló sobre él y repentinamente se convirtió en una puerta abierta hacia un jardín hermoso y fragante que produjo una sensación inmediata de esperanza y alegría sobre mi alma. Mientras se abría esta puerta de abril, escuché el verso de Cantares 4:16. Vi el viento como el aliento de Dios, el Ruach. A medida que su aliento era liberado sobre Sus hijos e hijas, una nueva vida (incluso la vida de resurrección), caía sobre ellos. Una fragancia, como la de un jardín en plena floración, salió de ellos y llenó la tierra. Vi a cada hijo e hija tomando su lugar como parte de este jardín que estaba lleno de flores fragantes y frutos dulces. El olor iba más allá del jardín y se extendía por el mundo.
La restauración de los sentidos y el encendido de las brasas
Cuando vi esto, repentinamente fui consciente que la mayor parte del mundo había perdido su sentido del olfato y su sentido del gusto (como ocurre cuando muchos contraen COVID). Habían perdido el sentido del olfato y del gusto por Dios. El Señor creó a cada hombre y mujer con los sentidos para buscarlo, pero el ladrón les había robado los sentidos. Cuando el viento abrió esta puerta, no solo los hijos de Dios florecieron, la fragancia y el sabor del Señor en sus vidas comenzaron a despertar los sentidos en aquellos que los habían perdido.
Vi a los pródigos regresando cuando “volvieron en sí”. Vi a los “buscadores” encontrando repentinamente su olor y hallando lo que buscaban. Eran como cuando los perros siguen un olor, pero lo habían perdido y caminaban en círculos; repentinamente encontraron el olor una vez más y eso los llevó hacia la salvación. Vi a muchos hijos e hijas de Dios anhelando pasión y propósito. Cuando este viento sopló, los despertó como un viento que llega sobre una brasa ardiente que estaba muy cerca de apagarse. Pero ese viento hizo que se volviera de color ámbar brillante con el brillo y el ardor de su amor y su presencia. Repentinamente, el lugar seco y estéril donde habían estado se incendió y ardieron con pasión y propósito por llevar su gloria, su fragancia y su fuego. Se convirtieron en un gran fuego que no se podía contener.
Días de fragancia, fruto y fuego
La fragancia, el fruto y el fuego marcarán los días que se avecinan, cuando atravesemos la puerta abierta de abril. El soplo (viento) de Dios abrirá esa puerta de manera soberana y será como cuando fue removida la piedra de la tumba de nuestro Salvador. Su Eclesial saldrá con fragancia, fecundidad y gran fuego. El poder de la resurrección estará de nuevo sobre nosotros. Donde gran parte del mundo veía a la Iglesia como una tumba con una piedra en su entrada, comenzarán a ver una puerta abierta que está liberando el aroma que anhelaron y encontrarán el tesoro que estuvieron buscando. Ya no será un lugar que represente las obras muertas, será un jardín de vida lleno de los frutos más selectos y un fuego que encenderá la pasión y el propósito dentro de ellos. Incluso volverán a caer lenguas de fuego una vez más y la salvación caerá sobre las personas, cuando simplemente entren en la atmósfera fragante.
Los altares estarán tan llenos en los días venideros, que Su pueblo creará altares en graneros, tiendas, campos, granjas, estacionamientos e incluso en teatros. Las salas de estar se convertirán en altares donde la salvación llegará a los jóvenes y a los ancianos. Incluso los patios delanteros se convertirán en iglesias donde vecindarios enteros serán transformados por el fuego que cae sobre ellos.
El Espíritu y la Novia dicen: «¡Ven!»
Zacarías 4:6 dice: “… No es con la fuerza, ni con poder, sino con mi Espíritu, dice el Señor…”. ¡Comience a pedir que sople el viento del Espíritu! Pida que el fuego del Espíritu caiga y se encienda. Pida que el Espíritu y la Novia digan: “¡Ven!”.
Apocalipsis 22:17 El Espíritu y la novia dicen: ¡Ven!; y el que escuche diga: ¡Ven! El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.
¡Ven, viento del norte! ¡Levántate, viento del sur! ¡Sopla en mi huerto y esparce tu fragancia por todas partes! (Kathy Pelton)
Con amor y oraciones,