MATEO 8:5-10 Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, 6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. 7 y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. 9 porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 10 al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Esta preciosa y tan conocida historia de la sanidad que nuestro Señor Jesucristo realizó en la vida del criado de un centurión nos permite visualizar algunos detalles muy importantes que muchas veces no tomamos en cuenta cuando estamos clamando por un milagro a nuestro Dios.
Por supuesto tenemos que reconocer que los milagros se hacen realidad principalmente cuando nuestra necesidad y nuestra fe se conectan al amor y al poder de nuestro Dios, pero tenemos también que comprender que el Señor mira lo que los hombres no vemos, el conoce nuestro y muchas veces lo que él mira en nuestro corazón aparte de nuestra fe, es lo que está sirviendo de estorbo para poder recibir nuestro milagro.
Quizás nos pueden parecer “pequeños detalles” pero hacen una gran diferencia para nuestro Dios. Veamos en el texto que hemos leído cuáles son esos detalles importantes para nuestro milagro:
I) PRIMER DETALLE IMPORTANTE: LA HUMILDAD DEL CENTURIÓN (VS 5) Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole,
Veamos primeramente quien era un centurión: era un oficial del ejército de la antigua Roma que tenía a su mando una centuria, es decir tenía bajo su mando cien soldados, eran respetados y temidos como soldados profesionales del gran imperio, los centuriones eran escogidos por sus cualidades de resistencia, templanza y capacidad de mando, además de contar con considerable influencia y autoridad.
Es decir que un centurión era un hombre acostumbrado a dar órdenes y a ser obedecido, a ser respetado, admirado y temido, pero vemos que este hombre se humilló, él vino delante de Jesús, él vino a buscarlo, como autoridad él hubiera podido mandar a llamar a Jesús, pero en lugar de eso él vino rogándole.
Esto debe haber sido algo que admiro a todo los que rodeaban a Jesús, ver a un centurión rogando por algo a un judío, este hombre fue humilde, y se humilló a sí mismo para venir delante del Señor, para clamar por un milagro. A este hombre no le importaron las burlas que pudieran hacer de él sus compañeros o los soldados que estaban bajo su mando, no le importo lo que los demás dijeran.
Lastimosamente muchos cristianos queremos milagros, pero no queremos buscar del Señor, somos necesitados, pero no rogamos, ni siquiera oramos, hay soberbia en nuestro corazón.
Muchos somos de los que nos enojamos cuando estamos pasando problemas y dificultades porque nadie nos visitó, porque nadie nos llamó, porque nadie nos buscó, pero ¿Por qué no buscamos nosotros del Señor? (Salmo 111:2) Grandes son las obras de Jehová, Buscadas de todos los que las quieren.
II) SEGUNDO DETALLE IMPORTANTE: EL CORAZÓN BUENO DEL CENTURIÓN (MATEO 8:6) Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, 6 y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.
Ese centurión vino delante del Señor rogando, pero no por un milagro para sí mismo, sino para que el Señor hiciera un milagro en su criado que estaba paralítico, gravemente atormentado por la enfermedad.
Tenemos que comprender que en esa época los criados eran prácticamente objetos que eran propiedad de sus amos, pero este centurión tenía un corazón lleno de amor, tenía un corazón bueno, que no podía ser indiferente ante el dolor de su criado.
Eso nos debe hacer reflexionar que muchas veces nosotros estamos clamando por un milagro para nuestra vida, pero estamos siendo indiferentes ante el dolor, la enfermedad y la necesidad de nuestros prójimos, queremos que el Señor se ocupe de nuestras necesidades, pero no nos importan las necesidades de los demás y muchas veces los menospreciamos.
Muchos de nosotros estamos orando para que Dios nos ayude en nuestros problemas, pero no hemos querido ayudar a los que nos han pedido ayuda a nosotros, muchas veces los hemos humillado, QUIZÁS NUESTRO CORAZÓN ESTÁ CERRADO ANTE LA NECESIDAD DE NUESTRA PROPIA FAMILIA, PERO QUEREMOS QUE DIOS ABRA LAS VENTANAS DE LOS CIELOS A NUESTRO FAVOR. (Proverbios 21:13) El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará, y no será oído.
Si estamos clamando por un milagro de Dios en nuestra vida, por qué no nos preguntamos ¿Cómo está mi corazón?
III) TERCER DETALLE IMPORTANTE: LA FE DEL CENTURIÓN (MATEO 8:7-10) Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. 9 porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 10 al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Este hombre sabía perfectamente quién era Jesús, por eso lo llamó SEÑOR, él sabía que la palabra de Jesús tenía autoridad, que solamente con su palabra la enfermedad de su criado sería sanada.
Ese centurión sabía que Jesús no tenía necesidad de entrar a su casa, pues su palabra tenía poder sobre toda enfermedad, que lo que Jesús dijera se tenía que hacer realidad en la vida de su criado.
Lastimosamente muchos de nosotros creemos que esa autoridad la tiene la palabra de los hombres, que lo que la ciencia médica dice es la última palabra, que lo que los análisis que nos hemos hecho dicen es la última palabra sobre nuestra vida, que lo que las probabilidades nos dicen es la última palabra, y sin menospreciar a la ciencia médica, ni al conocimiento humano, pues son de mucha bendición como instrumentos de Dios, pero tenemos que declarar una verdad espiritual: EN ESTE MUNDO LA ÚLTIMA PALABRA LA TIENE NUESTRO DIOS y nosotros lo tenemos que creer, y tenemos que confiar en la palabra del Señor (Mateo 28:18) Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
CONCLUSIÓN: Si estamos clamando a Dios por un milagro, tomemos el tiempo de revisar en nuestra vida como están esos pequeños detalles, pues posiblemente en estos detalles está la clave que falta para recibir el milagro que el Señor quiere hacer en nuestra vida.