“8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Hebreos 11:8-10
Dios le promete a Abraham que le va a dar una tierra, y Abraham salió; Pero la fe que se nos dice que tuvo Abraham fue una fe para vivir como extranjero, no fue una fe para poseer la tierra. En Génesis 15, se nos explica que, cuando Dios le habla a Abraham, le dice que sus generaciones pasarían cuatrocientos años como esclavos en aquella tierra, antes de poseerla. Cualquiera se hubiera regresado. ¿Por qué sacar a Abraham, si se iba a tardar cuatrocientos años? Pero es que nunca se trató de la tierra, sino de que Abraham saliera. En la vida, tú tienes que saber que hay cosas que Dios te va a pedir que hagas, pero no se trata de eso, sino que es tan solo inspiración para que tú salgas; La meta es que salgas.
Dios le dice a Abraham que salga de su zona de comodidad, de lo familiar, lo conocido. Abraham sale con esa identidad a un nuevo lugar. Cuando llega, comienza a caminar en tierra extraña, extranjera – en la versión en inglés, a Abraham se le da el título de Abraham el extraño. Dios lo saca de su zona normal, común, donde él conoce a todo el mundo, conoce sus pensamientos, diciéndole que vaya a la tierra que Él le mostraría; Lo inspira a que salga, y Abraham deja todo eso allá, y ahora es extranjero en la nueva tierra. Abraham no pegaba en aquel lugar, no encajaba de primera intención; Por lo tanto, ahora tiene que comenzar a caminar rodeado de sus enemigos, gente que no lo entiende, circunstancias que él jamás pensó, situaciones que no hubiera pasado en la tierra que dejó atrás. Salió y se llevó un familiar, Lot, quien comenzó a pelear con él, y tuvieron que separarse; Eso no le hubiera pasado allá. Cayó en un momento de hambre, la tierra se seca; Abraham pudo preguntarse para qué Dios lo llevó allí, si iba a secar la tierra. Comienzan a pasarle cosas extrañas. Podríamos pensar que Dios lo que quería era mostrarle lo que haría, decirle que tardaría cuatrocientos años, y que regresara a su lugar de comodidad mientras tanto, pero no funciona así. Dios lo que le dice es que aunque la promesa no se cumpla todavía, no se amarre a nada en esta vida, que él y sus hijos vivirían en tiendas, caminarían por toda aquella tierra durante todo ese tiempo, dando vueltas; Que no se aferraran a nada, porque Dios haría algo más grande de lo que Abraham estaba pensando, pero algún día, poseerían aquella tierra. Y Abraham estaba en esa disyuntiva: ¿Qué debía hacer? ¿Volver a su lugar? ¿En cuál lugar era más peligroso vivir? La respuesta es: Depende. Era más peligroso vivir en tierra extraña, desde la perspectiva de Abraham; Pero desde la perspectiva de Dios, era más peligroso vivir en la tierra de donde lo sacó.
Desde la perspectiva de Dios, quedarte donde estás es más peligroso para tu futuro, es atrasarte, porque nunca verás lo que Él tiene para tu vida y lo que puede hacer contigo, mientras te quedes en el lugar de tu comodidad. Así que, quedarte es más peligroso que irte, aunque la tierra extraña te parezca más peligrosa. Lo que pasa es que nunca te atreves a salir porque, para ti, es peligroso; Y entonces siempre tus deseos están en regresar. Esta es la historia del pueblo de Israel; Dios los saca de Egipto a la tierra prometida, pero ellos deseaban Egipto otra vez. Pero cuando Dios abrió el mar para que cruzaran, lo volvió a cerrar; En otras palabras: Para atrás, no vuelven.
Hay quienes están en el medio. Saliste de una iglesia que te enseñaba las cosas de una manera, llegas a otra donde las cosas son extrañas, gente extraña; No dicen Dios te bendiga, sino bendecido. Son cosas extrañas; Tratas de entenderlas, pero no te parecen; Y entonces tratas de volver atrás, pero lo anterior se te hace extraño; Y te quedas en el medio, porque no estás dispuesto a aceptar lo extraño, lo diferente, lo que no entiendes, lo nuevo, porque no entiendes realmente lo que Dios quiere hacer en tu vida. Estás en un trabajo, y Dios te dice que puedes tener tu empresa; Dios te pone en un nuevo lugar, pero te ves rodeado de enemigos, de gente que no quiere que tú prosperes; Pero si trataras de volver a tu trabajo, ya no cabes porque ya un día tú saliste, y después que saliste ya no puedes volver a lo mismo. Entonces, te quedas en la transición, como auto-empleado. Pero el problema es que no estuviste dispuesto a pararte en un lugar y ver cosas extrañas a tu lado y caminar creyendo que, a pesar de todo lo extraño que vieras, hay algo que Dios va a hacer contigo, algo que va a hacer en tu vida.
Este caminar que parece extraño, que es extraño, te va a hacer sentir que tú no cabes, que tú no eres parte de esto; Tú tienes que escoger si vas al lugar donde tú cabes, o al que no cabes, pero que es el lugar donde Dios te quiere. Abraham nunca tuvo casa, nunca se amarró a nada; Él alquiló un pedacito de tierra, y lo único que compró fue la tumba de su esposa. Toda su vida se atrevió a caminar, viendo a dónde Dios le llevaba.
Vive como Abraham. Abraham nunca poseyó nada, pero caminó por aquel lugar. Y cada día que él caminaba como extranjero, como extraño, cada día que experimentaba cosas nuevas que no iba a experimentar atrás, en medio de todo eso fue que Abraham comenzó a prosperar como nunca antes. Dios le daba más ganado, se le unía la gente, su campamento crecía, porque nada lo ataba en aquella tierra; Él caminaba de un lugar a otro. Si tú eres capaz de aceptar vivir en un lugar extraño, raro, donde otros dicen que no se puede, pero tú te atreves a caminar por ese lugar, Dios te va a prosperar más allá de lo que has imaginado. Dios va a hacer cosas que para ti son extrañas, cosas nuevas. La pregunta es si tú estás dispuesto a caminar en lugares extraños donde tú te sientes incómodo, donde tu mente te dice que no debes estar, pero ahí es donde Dios te quiere. Sería más fácil quedarte en el lugar que tú conoces, en donde estás, que caminar por tierra extraña, donde hablan un lenguaje diferente, donde no sabes cómo piensen los demás; Pero si Dios te está llevando por ese caminar, tienes que estar dispuesto a aceptar que te pasen las cosas extrañas porque cada cosa extraña, Dios la va a usar para prosperarte en tu camino.