“Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? ¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? (Mateo 6:26-27)
En el programa anterior de “Mujer para la Gloria de Dios”, vimos cómo las hermanas compartieron con nosotras un tema que nos atañe a todas, y con el yo en particular lucho constantemente, y es “la ansiedad”.
Como todas sabemos la ansiedad es el deseo de controlar el futuro, es más bien un exceso de futuro, porque estamos centradas excesivamente en lo que puede ocurrir, y en la mayoría de las ocasiones, pensamos de forma pesimista: “no podré hacer esto, esto no va a acabar nunca”, etc.
Las hermanas estuvieron evaluando la vida de David, y sabemos que en todo su peregrinar en esta tierra tuvo que enfrentar varias cosas, y muchas de ellas las vemos plasmadas en los Salmos que escribió. En el salmo 3 podemos observar más de cerca este tiempo de ansiedad por la que él pasó. Según la Biblia de estudio de las Américas, este salmo se divide en 5 puntos:
Contiene un llamado a Dios. (v.1). Una lamentación. (v.1ª-2). Una declaración de confianza. (v.3-6). Una petición. (v.7). y una alabanza. (v.8).
LA ANSIEDAD NUESTROS CORAZONES NOS DEPRIME.
Cuando estamos ansiosas, estamos desenfocadas. Porque nuestra mirada se ha quitado de Cristo, entonces ahí viene el estrés, la ansiedad y la depresión. Alguien una vez dijo: ¨La ansiedad es un exceso de futuro, el estrés es un exceso de presente y la depresión es un exceso de pasado¨. “La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, Pero la buena palabra lo alegra”. (Proverbios 12:25).
En el Salmo 3:1-2, en medio de su desesperación, David, se queja ante Dios por sus enemigos. “¡Oh SEÑOR! ¡Cómo se han multiplicado mis adversarios! Muchos se levantan contra mí. Muchos dicen de mí: «Para él no hay salvación en Dios». David se encontraba abatido, cansado por sus innumerables enemigos, todos estaban en contra de él y David se sentía asediado. Él no sabía qué iba a pasar en su vida en medio de todo este ataque.
Es bueno recordar que, si nos enfocamos en pensar en lo que aún no ha pasado, le estamos diciendo a Dios que lo que Él predestinó para nosotras no es completamente bueno. “Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes”, declara el SEÑOR, “planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11).
LA ANSIEDAD ENTENEBRECE NUESTRA CAPACIDAD DE PENSAR.
Según las estadísticas en los Estados Unidos, alrededor de 20 millones de adultos son sujetos anualmente al mundo de las enfermedades mentales; alrededor del 50% de la población norteamericana experimenta algún tipo de desorden de ansiedad psiquiátrico. Se estima que 100 millones a nivel mundial tienen ataques de pánico, simplemente de la nada sienten un pánico terrible y aterrador. Y por si no lo sabías, aproximadamente $42 billones de dólares al año se van en el negocio médico para combatir estas enfermedades.
Toda esta nebulosa de ansiedad nos lleva desde el Desorden de Ansiedad General (AD), Desorden de Ansiedad Obsesivo-Compulsivo, Desorden de Pánico, Estrés post-traumático, Desorden de Ansiedad Social, y por si todo esto fuera poco, terminamos en un AD específico referente a fobias sobre cualquier cosa.
Todo esto, incluyendo las estadísticas, puede ser alarmante, pero es una evidencia de lo necesitada que está la humanidad de Cristo, de descansar en Él, de dejar que Él tome las riendas de nuestro timón y no querer hacer las cosas por nosotras mismas.
Como indicaron las hermanas en el programa, cuando David fue al sacerdote Ahimelec pidiendo comida y armas, mientras huía de Saúl, lo único que el sacerdote tenía era la espada de Goliat, y David se la lleva para luego huir a Gat y ahí esconderse de Saúl. Él corrió al país enemigo para pedir ayuda; su ansiedad entenebrece su capacidad de pensar, y esto es lo que la ansiedad produce, nos bloquea, nos desenfoca, nos hace ver los problemas más grandes que nuestro Todopoderoso Dios. (1 Samuel 21).
“Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús”. (filipenses 4:6-7)
“No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí”. (Juan 14:1).
¿A QUIÉN DEBEMOS IR CUANDO ESTAMOS ANSIOSAS?
¡Gloria a nuestro Padre Celestial! Él es fiel y justo para estar pendiente de nosotras; solo desea que nos humillemos, nos postremos y reconozcamos nuestra necesidad desesperada de Él. David sabía que Dios era confiable y decidió esperar su respuesta.
David confía en Dios como un protector absoluto. “Pero Tú, oh SEÑOR, eres escudo en derredor mío, Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.” (v.3).
David experimenta la gran satisfacción que hay en esperar la respuesta que Dios da a sus oraciones y disfruta de la bondad de Dios hacia él. “Con mi voz clamé al SEÑOR, Y Él me respondió desde su santo monte. Yo me acosté y me dormí; Desperté, pues el SEÑOR me sostiene.” (v. 4,5).
Ver el logro del triunfo sobre sus temores y sobre sus enemigos. “No temeré a los diez millares de enemigos que se han puesto en derredor contra mí. ¡Levántate, SEÑOR! ¡Sálvame, Dios mío! Porque Tú hieres a todos mis enemigos en la mejilla; Rompes los dientes de los impíos. (v. 6-7).
Finalmente, David da la gloria a Dios y toma para sí el consuelo de las bendiciones divinas y de la salvación que está asegurada para los hijos de Dios. “La salvación es del SEÑOR. ¡Sea sobre Tu pueblo Tu bendición!” (v.8).
Es claramente evidente que David corrió a los pies de Dios y esto le trajo paz, tranquilidad, esperanza y lo enfocó nuevamente. Hermana amada, ¡Vence la ansiedad con la Verdad de la Palabra del Señor!
En tiempos de incertidumbre como los que vivimos, necesitamos recordar que nuestro Dios está siempre con nosotras y que Él tiene el control de todo. Elevemos nuestros ojos al Señor y esperemos en Él (Salmo 123:1-2). Recordemos que servimos al Dios Todopoderoso en quien podemos confiar. Él obrará aun en medio de las circunstancias más difíciles, ¡no lo dudemos!
“Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? ¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? (Mateo 6:26-27). por más que nos afanemos, estresamos o nos preocupemos por el porvenir, debemos recordar que no podemos añadir una hora al curso de nuestra vida, nada frustra los planes de Dios, sus propósitos son mayores y para nuestro bien.