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Desata el Poder de lo Preciado

Nos estamos preparando, camino a recordar ese momento histórico tan especial que cambió la historia del mundo, el momento en que nuestro Señor Jesucristo fue crucificado en la cruz del Calvario, al tercer día resucitó, y desde ese momento ha estado levantando, edificando, construyendo su iglesia.  Es un tiempo de poder, es un hecho histórico y espiritual que cambió el mundo entero.  La historia se divide en antes y después de Cristo.  Es impresionante cómo este evento no tan solo transforma y trastorna la historia del mundo, sino que cambia y transforma la vida de todo aquel que lo recibe, que lo cree, que lo entiende, que lo acepta, y que comienza a caminar en esa vida en Cristo Jesús.

En nuestra iglesia, para nosotros es un momento muy especial.  Sabemos que algunos países no lo celebran por diferentes razones, pero en Puerto Rico, es un tiempo donde la Iglesia Evangélica tiene uno de los tiempos más gloriosos, más poderosos, donde la gente corre a la casa del Señor, a la iglesia; es una oportunidad gloriosa para sembrar la semilla, para que la gente que no estaba dispuesta para ir a la iglesia en otro momento, ahora asistan y tengan una experiencia con el amor de Dios en estas actividades.  Nuestra iglesia se prepara con gran expectativa, con gran fe, y hacemos varias cosas, en camino a esa gran celebración.

Este año, estaremos celebrando Viernes Santo y Domingo de Resurrección en el Coliseo Roberto Clemente.  Únete a nosotros en este tiempo de fe.  Cada año, nos preparamos con nuestra mejor semilla, con lo que la Palabra llama La Preciosa Semilla.  Venimos delante del Señor en un acto de fe, a entregar nuestra mejor ofrenda, la mejor de todo el año, una ofrenda milagrosa, de bendición, de expectativa, de poder.  La entregamos creyendo en el principio de la preciosa semilla, creyendo que Dios la va a multiplicar de manera sobrenatural.

Envíanos los nombres de tus familiares y seres queridos que tú sabes que necesitan un encuentro con nuestro Creador, a través de otonielfont.com/cruz.  Si, además, deseas conocer la revelación de lo que representa el principio de la preciosa semilla, accede allí también y podrás descargar el folleto La Preciosa Semilla completamente GRATIS en PDF.  Si Dios te mueve, si pone en tu corazón sembrar una semilla de fe, te recomendamos que lo hagas, considerando este principio de la preciosa semilla.

“Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion,
Seremos como los que sueñan.

2 Entonces nuestra boca se llenará de risa,
Y nuestra lengua de alabanza;
Entonces dirán entre las naciones:
Grandes cosas ha hecho Jehová con estos.

3 Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;
Estaremos alegres.

4 Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová,
Como los arroyos del Neguev.

5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.

6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;
Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”  Salmos 126:1-6

Claramente, estos son versos que hablan acerca de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo.  Jesús es la preciosa semilla, era lo más preciado que nuestro Padre celestial tenía; Él mandó a su Hijo Unigénito.  ¿Por qué Jesús era la preciosa semilla?  Porque para redimir al hombre había que dar una ofrenda, para redimirnos de nuestros pecados había que plantar una semilla.  Para Dios hacer esto, no podía enviar un ángel; no habría sido semilla suficiente para pagar por nuestros pecados.  Para poder redimir nuestros pecados, nuestro Padre celestial tenía que enviar lo mejor de sí, que era su Hijo, su único Hijo.  Y envía la preciosa semilla.  Aquel fue un momento duro, difícil, crucial, crítico.  Vemos a Jesús hasta queriendo arrepentirse; le pidió a Dios el Padre otra opción.  Por supuesto, eso duró unos segundos nada más; él dijo: Padre, si es posible, pasa de mí esta copa, pero si no, hágase tu voluntad.  Gloria a Dios que tanto el Padre como el Hijo estuvieron dispuestos a sembrar la preciosa semilla porque fueron llorando a la cruz, pero regresaron trayendo con regocijo las gavillas.

Tú eres el resultado de la preciosa semilla.  Esa semilla que se sembró aquel día, todavía el día de hoy sigue dando frutos.  Por eso es que todavía hoy hay posibilidad de salvación, de conversión, por causa de ese momento tan poderoso donde sucedió esa gran semilla.

Este principio podemos verlo en la vida de grandes personas desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento; vemos personas que captaron la atención del Señor y que sus vidas fueron transformadas en momentos donde, por fe, le presentaron a Dios lo mejor que ellos tenían de sus vidas, de sus ofrendas y sacrificios.  Fueron momentos significativos donde no tenían alternativa que dar lo mejor, presentarse con la preciosa semilla era la única respuesta al problema que tenían.

A Abraham, Dios le pide: dame a tu hijo, tu único hijo; y le aclara: a quien amas.  Los judíos dicen que esto es una conversación en la que Dios le pide que entregue su vida.

Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.”  Génesis 22:1-2

En aquella conversación, Dios le dice: si vas a hacer algo por mí, no puede ser de lo segundo, de lo que no quieres, sino de lo que es especial, lo que es preciado para ti.  Y aquello provocó no tan solo provisión instantánea en la vida de Abraham, sino que desató un nuevo tiempo de fe y poder para la historia de la humanidad.  Qué poderosa palabra.

Lo mismo pasó cuando Jacob está en un momento de hambre y dificultad.  Él envía a sus diez hijos; tenía doce pero José estaba en Egipto -aunque él lo creía muerto – así que le quedaban once en su casa, porque dejó el más pequeño, Benjamín, hermano directo de José; lo deja en la casa para protegerlo porque era el que más amaba.  No es que no amara a los demás, pero este era especial; la esposa de él murió dando a luz a este muchachito que le recordaba a José.  Por lo tanto, envía los otros diez, y José pregunta por Benjamín y cuando lo desatan, cuando Jacob se atreve a dejar ir a Benjamín, entonces llega la provisión a su casa.  Los otros diez fueron, y regresaron nueve con las manos vacías; mandaron a Benjamín, y regresaron los carros llenos de oro.

Cuando tú le das a Dios lo más preciado, se desata bendición en tu vida, se desata un tiempo de poder.

Lo mismo ocurrió en el tiempo de la viuda de Sarepta.  Había escasez de agua, sequía, y Dios envía al profeta donde una viuda y le pide agua.  En aquel tiempo, aquello era lo más preciado, pero ella se la dio.  Y el profeta le dice: ¿tienes algo de comer?  Allí la viuda empezó a titubear: tengo algo de comer, pero voy a prepararlo para que mi hijo y yo lo comamos y muramos.  Y el profeta dijo: dámelo a mí primero.  Cuando la mujer dio la pequeña torta que preparó, la harina no escaseó, el aceite no escaseó por los próximos tres años en que hubo sequía.  No fue dar el agua lo que provocó aquella multiplicación, sino dar lo más preciado.

Exhortamos hoy tu fe.  Si tu corazón se mueve, hoy es un día para ofrendar, para sembrar, para pedirle a Dios por un milagro, para pedirle a Dios que esa semilla se multiplique, que esa preciosa semilla provoque en el nombre poderoso de Jesús, un milagro en tu vida.  Que se desate un tiempo de abundancia y poder donde puedas ver la multiplicación de eso que es tan especial para ti.

Créele a Dios que, mientras tú siembras tu mejor semilla, tu mejor ofrenda, mientras tú te preparas con fe para dar lo mejor en el nombre poderoso de Jesús, algo sobrenatural ha de ocurrir en tu vida, y Dios hará un milagro, una obra poderosa en tu vida y en todos los tuyos.

Nos unimos en fe contigo que siembras lo mejor de ti durante este tiempo.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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