Todos en algún momento de la vida atravesamos por circunstancias muy complicadas que nos abaten, situaciones en las que sentimos desfallecer, y hasta proféticos podemos decir, son esos acontecimientos.
Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece. 1 Samuel 2:7.
Siervos y siervas del Señor experimentamos y aún vivimos esas experiencias que nadie desea, pero que Dios por alguna razón las permite.
Job maldijo el día en que nació, «Perezca el día en que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido». Job 3:3. «¿Por qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre? se preguntó en el versículo 11 del mismo capítulo.
El profeta Jeremías también como Job, maldijo el día en que nació, dijo: «Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. 15 Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho». Jeremías 20:14-15.
Otro profeta, Elías, deseó que Jehová le quitara la vida, y en estado depresivo porque Jezabel lo buscaba con amenazas de muerte, le dijo al Señor: «Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres». 1 Reyes 19:4, parte B.
El apóstol Pablo muestra la vía del dolor y el sufrimiento en el creyente, y al mismo tiempo el sendero de la victoria en Jesús, expresó:
«Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
9 perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos». 2 Corintios 4:8-10.
Gracias a Dios que nos es por refugio en el momento de la prueba, quien prometió salida cuando esta se asome a la vida del justo.
Hay que permanecer como los árboles, de pie, en medio de las pruebas, y como el salmista proclamar la Palabra, «A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido». Salmos 16:8.
El Señor es bueno y nos protege, está con nosotros peleando nuestras batallas, guardando de cada uno, preservando Su Pueblo hasta el día de Jesucristo, nos alienta con Su Palabra:
«35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro». Romanos 8:35-39.
Es tiempo de volver a escuchar el Sermón del monte y las bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros». MATEO 5:3-12.
El alma abatida y derribada, turbada, confundida, en el polvo y desesperada, en JESUCRISTO, EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES, ENCUENTRA LA ESPERANZA DE GLORIA. AMÉN.
Maranatha
Boston Massachusetts