Voz del Tabernáculo

Dejemos una huella en alguien regalando una oración

La oración es una poderosa conexión con Dios, como nos recuerda Santiago 5:16: “La oración del justo es poderosa y eficaz”. Cuando los justos oran, sus palabras no quedan en el aire; tienen un impacto real, alcanzando el corazón de Dios. En Juan 14-13-14, se nos anima a pedir en el nombre de Jesús, confiando en que Él escucha y responde a nuestras peticiones. Además, el Salmo 5-3 nos invita a presentarnos ante Dios cada mañana con nuestras preocupaciones, confiando plenamente en Su respuesta.

La promesa del Salmo 4-3 es clara: Dios escoge al piadoso y oye sus clamores. Y el Salmo 34:15 nos asegura que los ojos de Jehová están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones.

Este fin de año, consideremos la idea de dejar una huella significativa en la vida de otros. Imaginemos cómo nuestras vidas, marcadas por la oración y una conexión profunda con Dios, pueden irradiar alegría, esperanza,fe y amor a quienes nos rodean. Tal como estos versículos nos inspiran a confiar en la eficacia de la oración, también nos motivan a compartir este regalo con otros

Regalar una oración no requiere riquezas materiales. Es un acto de amor y creatividad que puede tocar corazones y transformar vidas. Para muchos, estas fechas pueden estar cargadas de alegría, pero también de tristeza. Hay quienes enfrentan ausencias difíciles: un padre, una madre o un ser querido que partió en estos días. Por ejemplo, recuerdo que mi esposo falleció un 31 de diciembre, y esa fecha siempre lleva un matiz especial en mi corazón.

Cuando damos una oración, estamos ofreciendo algo mucho más valioso que un objeto material. Estamos llevando consuelo, paz y esperanza, recordando a quienes atraviesan momentos oscuros que Dios está con ellos, atento a sus necesidades. La oración puede ser una huella luminosa y alegre en el corazón de alguien.

También, pensemos que nuestra huella no solo debe ser espiritual, sino también de acciones. Un abrazo sincero, una palabra de ánimo o un acto de bondad pueden ser gestos que dejen un impacto duradero. Que esta temporada no sea solo de intercambio de regalos materiales, sino de generosidad del alma. Regalemos tiempo, compasión y amor.

Que nuestras oraciones sean como un perfume fragante que sube hasta el cielo, y que el gozo que experimentamos en la presencia de Dios se refleje en nuestras vidas. Que al regalar una oración, también regalemos esperanza, dejando una huella imborrable en quienes nos rodean.

¡Feliz Año! Que el amor del Padre celestial nos inspire a ser luz para otros en este tiempo y siempre.Gracia y Paz.

Margarita García

Margarita García

Directora del Tabernáculo Prensa de Dios

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