La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová. Ezequiel 37: 9-14
Hay situaciones tan difíciles en la vida que en algún momento pueden hacernos sentir que todo está perdido, sin reparo o muerto.
Quizá sienta que está frente a un valle de huesos secos, tal como sucedió en Ezequiel 37, capítulo donde él mismo Jehová manda a profetizar aliento y vida sobre dichas osamentas, hasta que se levantaron de manera sobrenatural en cuerpos vivientes.
Es desconcertante y hasta ilógico que estando bajo la protección, la tutela, el manto y la voluntad de Dios, Su pueblo pueda ser atribulado, desmembrado y golpeado.
En medio de esos vientos en contra, son muchos los que seguramente dicen, “Jehová no está contigo”, pero es totalmente falso, porque la Biblia dice que “muchas son las tribulaciones del justo, pero de todas ellas te librará el Señor”.
Por la tanto es muy cierto que podemos ser atacados, perseguidos y derribados, pero una realidad mayor es que el Señor que nos guarda y pelea por nosotros. Jamás nos dejará tirados; podemos estar seguros que nos tomará de la mano, nos proveerá y levantará de cualquier profundidad a la que hayamos caído.
En 2da de Corintios 5:9 dice, “atribulados en todo, mas no angustiados, en apuros mas no desesperados, perseguidos mas no desamparados, derribados pero nunca destruidos”.
Nunca olvide que el enemigo le atacará de una u otra forma, pero jamás puede destruirle, más Dios, pase lo que pase, en su infinita misericordia siempre le sacará de esa adversidad y lo pondrá de pie nuevamente.