Un pastor de edad avanzada tenía el hábito de retar a su congregación citando Jeremías 33.3: «Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces». Luego fijaba su mirada en las personas que estaban reunidas frente a él y les decía: «Inténtenlo. ¡Sí funciona!»
Es una noción sencilla, pero conlleva una verdad tremenda: Dios quiere que clamemos a Él. De hecho, muchas veces permite desilusiones y dificultades en nuestras vidas para que nos acerquemos más a Él en comunión íntima.
La oración es una herramienta muy poderosa para los creyentes. Por medio de ella el Señor nos bendice y nos libra de ataduras. En oración profesamos nuestra necesidad de Cristo y pedimos su solución a nuestros problemas. También aprendemos a adorarlo y crecemos espiritualmente en su presencia amorosa.
Al pasar tiempo con Él, Dios nos enseña con amor y paciencia a comunicarnos con Él y a escuchar su voz apacible y delicada. Como resultado de ese proceso, nuestra relación con Él llega a ser más profunda.
Hay varios requisitos esenciales para establecer una poderosa vida de oración:
Consagre un tiempo específico a estar con el Señor en oración. No importa si es temprano en la mañana o tarde en la noche, aquí la clave es la constancia. Pídale a Dios que le muestre el tiempo perfecto cuando usted pueda estar a solas con Él.
Seleccione un lugar donde pueda estar a solas con Él. Tal vez tenga ciertas limitaciones en cuanto a los lugares donde puede ir para pasar tiempo a solas con el Señor, pero Él proveerá el lugar perfecto para que usted lo busque.
Haga el compromiso de orar diariamente. Al hacerlo, le está diciendo a Dios que su corazón está abierto a Él y que usted quiere aprender más acerca de Él y lo que tiene planeado para su vida.
Escriba en un diario sus peticiones y las respuestas de Dios a sus oraciones como un testimonio continuo de la obra de Dios en su vida. Recuerde escribir también los versículos específicos que Él aplique a su situación, así como las promesas que le dé en su Palabra.
Dios honra las oraciones de su pueblo. Si acude a Él, buscándole con fervor y obedeciendo sus mandatos, Él proveerá todo lo que necesite. Así que no se preocupe de lo que vaya a decir; el Espíritu Santo se lo mostrará. A veces, las lágrimas son tan elocuentes como las palabras, y Dios es sensible a cada una de sus lágrimas. Así como Él entiende el dolor que siente, también sabe cómo guiarle en medio de cualquier prueba que usted deba enfrentar.
Por lo tanto, cada vez que le llegue una prueba, acuda de inmediato a Él en oración. Su presencia le llenará de esperanza, y Él le dará la fortaleza y la sabiduría que necesita para enfrentar la situación con confianza. Durante su vida, tal vez tenga que afrontar muchas situaciones difíciles. Algunas serán muy emocionantes y en otras usted sentirá que le van a partir el corazón. Sean cuales sean las dificultades, puede estar seguro que Dios está con usted en medio de la dificultad. Él se alegra cuando le ve regocijarse por sus bendiciones, pero también se duele con usted cuando la tragedia le golpea.
Recuerde siempre que Dios es más grande que cualquier problema que usted enfrente, y la distancia entre su éxito y el fracaso o su victoria y la derrota es la distancia entre sus rodillas y el piso. Usted alcanza su mayor estatura y fuerza cuando se arrodilla ante su Señor y Salvador maravilloso, en oración y rendición total. ¿Por qué? Porque Él conoce el camino que usted tiene por delante, y puede guiarle en medio de la dificultad si confía en Él. Además, si se somete a Él en obediencia, Él aplica sus recursos, su sabiduría y su poder ilimitados para ayudarle.
Mi reto para usted es simple: sea cual sea su situación, ponga su confianza en Dios. Pídale que se lleve la ansiedad, el temor y los sentimientos de frustración. Tenga fe en el Señor y descanse en su cuidado. Jamás sentirá mayor aceptación o seguridad que estando en la presencia de Dios. La victoria le espera, así que venga a Él.