En los evangelios, se nos narra el momento del bautismo de Jesús por Juan el bautista. Jesús se acercó al Jordán para ser bautizado por Juan, como estaba escrito; pero Juan se negaba a hacerlo, entendiendo que él debía ser bautizado por Jesús. Pero Jesús insistió, porque tenía que cumplirse la palabra.
En términos espirituales, podemos entender que Jesús estaba por encima de Juan, podemos entender la autoridad que estaba en Jesús, podemos entender lo que Juan entendía en aquel momento. De ahí el rechazo, al insistir en que debía ser el Señor quien le bautizara. Pero no fue sino hasta que Juan –que es el más pequeño – cumplió lo que Jesús le estaba diciendo, que entonces vemos aquella expresión del cielo que todos pudieron escuchar; la voz audible de Dios, diciendo: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
Cuando tú entiendes y te sometes a aquellas autoridades espirituales que Dios ha puesto sobre tu vida, cuando ejerces la honra que corresponde, aunque en el mundo natural te corresponda hacer algunos actos, en el mundo espiritual, eres confirmado por Dios.
Vivimos en una sociedad en la que hay resistencia para la honra a los padres. Pero la Biblia nos dice: Honra a tu padre y a tu madre. Y nosotros tenemos que aprender a cumplir con líneas de mando, como corresponde. La Biblia es muy específica en las líneas de mando, en el respeto a nuestras autoridades, en el respeto a nuestros padres, en el respeto a nuestros jefes, a aquellos que le servimos en la tierra, al punto que dice que sirvamos a nuestros jefes, como a Dios.
Como cristianos, tenemos que aprender a guardar las líneas de respeto, para poder recibir los resultados que queremos, para poder activar los milagros en nuestra vida, para que nuestra fe pueda llegar a un nuevo nivel. Si tú aprendes a trabajar con la honra en tu vida, Dios te va a elevar, y te va a llevar a nuevos niveles y vas a experimentar cosas que tú jamás habías experimentado.
En Mateo 8, un centurión se acercó a Jesús porque su siervo estaba muy enfermo. Jesús le dijo que iría a sanarle, pero el centurión dijo que no era digno de que Jesús entrara en su casa, que solo enviara la palabra, y sanaría. Es interesante ver por qué el centurión entendió que aquello sería suficiente: Porque también él era hombre bajo autoridad.
Era el concepto de la autoridad, de la honra, de entender el depósito que había sido conferido en otra persona, lo que había hecho que este hombre entendiera que Jesús no tenía que ir hasta su casa. Esto podemos contrastarlo con la historia de Jairo, quien entendía que Jesús tenía que dejar lo que estaba haciendo, para ir a sanar a su hija. Y Jesús fue, y la sanó; pero este centurión entendía el concepto de la autoridad, y tuvo la fe de que Jesús no tenía que llegar hasta allí, porque él entendía autoridad, él sabía la autoridad que había en una palabra.
Jesús se maravilló, no tan solo porque vio a un hombre bajo autoridad, un hombre que entendía el concepto de la autoridad, sino porque Jesús era un judío, y el centurión era un romano. El gobierno de Roma había sometido a los judíos, había conquistado a los judíos. Aquel centurión era un hombre bajo autoridad, que se expresaba con autoridad, pero la expresión que estaba haciendo en aquel momento, ponía su autoridad por debajo de la autoridad de Jesús, rogándole por ayuda. El conquistador se somete, y se convierte en el conquistado, para que pueda estar el orden establecido para que se manifestara el milagro.
Puede que tengas espíritu de conquistador, pero tienes que entender que Dios ha puesto autoridades sobre tu vida, ha puesto reglas. Cuando cumples con las autoridades y con las reglas establecidas, comienzas a manifestar resultados que no podrías manifestar de ninguna otra manera.
Vemos, también, en la Biblia, la historia de un hombre que tenía lepra, y fue a casa del profeta, y el profeta no le recibió, sino que, desde adentro de su casa, le envío una instrucción: Que se sumergiera siete veces en el río. Pero aquel hombre estaba furioso, ofendido porque no fue recibido como pensó que debía haber sido recibido. Fue su sierva quien le hizo entrar en razón, para que se sometiera a uno más humilde que él, y pudiera recibir su milagro.
Hay momentos en donde nos corresponde someternos en humildad, bajo otras autoridades, para seguir una palabra del Señor. Es en esos momentos donde los milagros se manifiestan sobre nuestra vida, y donde nuestra fe puede elevarse a un nuevo nivel.
Entiende hoy el concepto de la honra, el concepto de la autoridad. Dios te ha conferido autoridad, pero ha puesto también autoridad sobre tu vida; y es cuando te sometes a las autoridades espirituales establecidas por Dios para tu vida, que se desatan los más grandes milagros que has estado esperando de parte de Dios.