4 y éstos le dijeron:
—En verdad, hoy se cumple la promesa que te hizo el Señor cuando te dijo: “Yo pondré a tu enemigo en tus manos, para que hagas con él lo que mejor te parezca.”
David se levantó y, sin hacer ruido, cortó el borde del manto de Saúl. 5 Pero le remordió la conciencia por lo que había hecho, 6 y les dijo a sus hombres:
—¡Que el Señor me libre de hacerle al rey lo que ustedes sugieren! No puedo alzar la mano contra él, porque es el ungido del Señor.
7 De este modo David contuvo a sus hombres, y no les permitió que atacaran a Saúl. Pero una vez que éste salió de la cueva para proseguir su camino,
1 Samuel 24:4-7 Nueva Versión Internacional (NVI).
Esta valiosa y ejemplar experiencia es necesaria que se cuente tanto como se pueda a lo interno del pueblo de Dios. Sí, porque son muchos los ungidos y ungidas del Señor que viven en sufrimientos a causa del irrespeto y la provocación malsana. A esos y esas que Dios tiene en eminencia, que lloran y se quebrantan en el silencio de la noche, por favor, no continúen alzando sus manos contra ellos y ellas, porque Dios es Su Escudo.
¡Qué ejemplo el de David!
A sugerencia de algunos líderes que estaban con David, de aprovechar la oportunidad de tener tan cerca al rey Saúl y así disponer de él definitivamente, la respuesta de David fue una gran lección para ellos: —¡Que el Señor me libre de hacerle al rey lo que ustedes sugieren! No puedo alzar la mano contra él, porque es el ungido del Señor.
No es un secreto para nadie que como en ese entonces, hoy también tal cosa acontece en la Iglesia de Jesucristo, no debería suceder, pero está pasando, razón por la cual al recibir esta visión, porque nadie me ha contado nada, comunico esto que lo ha puesto el Señor en mi corazón.
Hagamos reuniones de oración e invitemos a todo el colectivo del Señor Jesucristo en todo el planeta a fortalecer y estrechar los lazos de amistad y compañerismo cristiano, para que esta práctica por parte de agentes y principados del infierno, sea detenida. Urge que nos pongamos en contacto para establecer estrategias en esa dirección.
Llama la atención el versículo siete, dice: «De este modo David contuvo a sus hombres, y no les permitió que atacaran a Saúl. Pero una vez que éste salió de la cueva para proseguir su camino,»
Hay que contener esa envestida y ataque contra los ungidos y ungidas de Dios dependiendo de la dirección del Espíritu Santo, quien pondrá armas en nosotros para detener esas acciones desacertadas contra humildes hombres y mujeres llamados/das por Dios para la obra del Ministerio.
En definitiva, ¿quién puede extender su mano contra el ungido del Señor y quedar impune?
1 Samuel 26:9(b). La Biblia de las Américas (LBLA)
MARANATHA