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Cultivando la llenura del Espíritu Santo, clave para la efectividad en a contienda Espíritual

Las personas que no gozan del poder, la unción, la llenura, la experiencia del Espíritu Santo no tienen las capacidades para interpretar correctamente las cosas raras, diferentes, soberanas que Dios muchas veces hace en la vida de las personas ungidas o los ambientes ungidos y que muchas veces contradicen los parámetros de la razón y de la cultura.

Otra situación que vemos interesante es con respecto a el uso de la armadura de Saúl que nos enseña otra lección muy reveladora, donde cuando Saúl acepta que David vaya en contra del gigante Goliat trata de ayudarlo proveyéndole la armadura común de un soldado. Me imagino que la armadura que usaba el rey de Israel debía ser la mejor que había en toda la tierra y la que más protegía, y más facilitaba la efectividad en los movimientos.

Pero cuando David se pone esta armadura, como no tiene práctica en ella, no está acostumbrado a usar estas cosas, se siente incómodo y torpe, y simplemente se la quita, y usa estas cinco piedras lisas y la honda que él acostumbraba a usar cuando ejercía sus labores pastorales.

Y siempre los intérpretes de la Escritura han visto una gran lección en esto. Lo que usa un hombre, una mujer del Espíritu Santo no es necesariamente las armas que no tienen ese poder en sus vidas. Cuando uno no goza de la unción y de la llenura del Espíritu Santo aún en la vida cristiana, muchas veces el trabajo ministerial, las labores del diario vivir son mucho más trabajosas y se necesitan muchos más recursos, más esfuerzos, simplemente más aparato.

Pero cuando el Espíritu de Dios está en nuestras vidas, esa unción dentro de nosotros nos hace mucho más económicos, más eficientes, nos hace más capaces de mucho más con mucho menos. Por eso es tan importante que los hijos de Dios tengamos ese poder, que cultivemos esa llenura del Espíritu Santo en nuestra vida, porque va a hacer que todo funcione más fácilmente.

Vemos esto por ejemplo en la vida de la Iglesia primitiva, donde se nos dice que los primeros cristianos, Pablo en una parte señala, creo que es en Primera de Corintios, de que no eran ni muy educados ni de mucho renombre, ni de mucha influencia social, sino que dice que Dios escogió lo débil del mundo para avergonzar a los fuertes.

Dios siempre busca las desventajas para mostrar Su Poder, busca los pequeños, los no dotados, los no reconocidos para que siempre la gloria resulte para Su Nombre. A Dios le gusta usar vasos de barro, vasijas de barro, instrumentos frágiles y débiles para mostrar Su Poder. Lo que Dios está buscando es ese corazón dispuesto, esa mente que le crea a Dios cualquier cosa como David le creyó a Dios para vencer este gran gigante.

Muchas veces los hijos de Dios cometemos muchos errores tratando de acoplarnos y de establecer sociedad con gente que no conoce el Poder de Dios, cuyo corazón está totalmente deficiente con respecto a los misterios del Espíritu Santo, que no tienen la misma lealtad a los principios de la Escritura, simplemente porque representan alguna ventaja táctica; ya sea: dinero, o influencia, o acceso al poder político y entonces terminamos estableciendo yugos desiguales, ya sea con incrédulos o con creyentes que no se mueven en la misma manera en que nosotros nos movemos en el Espíritu Santo. Y lo que parecería una ventaja momentánea se torna después en una traba terrible para nuestra vida ministerial.

Los hijos de Dios tenemos que ser consistentes en la manera en que nos movemos en el ámbito sagrado de la unción pentecostal. Este mover de Dios es muy específico en sus manifestaciones, no necesariamente obedece a los parámetros de la razón o el entendimiento humano. El apóstol Pablo dice que la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres.

La locura de la cruz con un Cristo crucificado, es mucho más poderosa y más efectiva que el aparente poder de los hombres. Por medio de la cruz Cristo, limitado en su movimiento, torturado, aparentemente derrotado ganó la victoria más poderosa de todas, porque dice la Biblia que en la cruz el Señor derrotó a los principados y las potestades, y los exhibió públicamente en su derrota, y anuló el acta de los decretos, la acusación del diablo que nos era contraria, y abrió un Ministerio de gracia y de poder para todo creyente.

Las armas que Dios usa son muy diferentes a las armas que el mundo usa y aún las armas que usan los creyentes que no conocen el mover del Espíritu Santo. Por eso también el apóstol Pablo dice que: «Las armas de nuestra armadura no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.»

Tenemos que entender que si queremos que Dios nos use no podremos usar las armas de Saúl necesariamente. No podremos usar las armas de la razón o el mercadeo, o la publicidad mundana, o las corrientes culturales, o el pedigree académica de las personas que estudian en seminarios o en estas cosas. Todo eso es bueno, yo creo en eso, muy importante, pero si la unción de Dios no está en nuestra vida, todos esos aparatos y accesorios que usemos no nos servirán de nada.

Dios quiso proveer una ilustración muy clara de este principio mostrando aquí que David no quiso moverse con la armadura de Saúl, Saúl había sido rechazado por Dios. Además lo que Dios iba a hacer por medio de David, ninguna armadura podía llevarlo a cabo ni facilitarlo. Tenía que ser una intervención directa del Poder de Dios y todo lo demás era totalmente simbólico.

Si el Poder de Dios se estaba moviendo en la vida de David todo lo demás era totalmente secundario, aún las cinco piedras lisas y la honda que David usó eran totalmente simbólicas. David hubiera podido coger simplemente un puñado de tierra y tirárselo a la cara de Goliat, y eso hubiera sido suficiente para que el Poder de Dios se manifestara y derribara al gigante.

Lo más importante que tenemos que preguntarnos es si Dios está conmigo, si Dios y la unción de Dios se está moviendo en mi vida, porque si tenemos eso no necesitamos casi ninguna otra cosa, aunque todos los demás recursos son importantes y necesarios. Pero lo más importante es: está Dios conmigo, está el Poder de Dios en mi vida, está la unción de Dios moviéndose poderosamente en mi vida. Si Dios es con nosotros ¿quién contra nosotros? Preocupémonos de la unción de Dios y no tanto de la armadura de Saúl.

Fuente:
predicas.org

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