Cuando tengas un problema aquí en la tierra, no te lamentes, no te quedes sorprendido o estupefacto como si fuera algo extraño lo que te está pasando. Si tú estás vivo vas a padecer situaciones difíciles. Ahora, si estás muerto, ¡entonces no vas a tener ningún problema! Pero si estás vivo y estás en el mundo vas a tener que batallar con las circunstancias inevitables de este mundo caído, así que no te sorprendas cuando llegue la adversidad. Es lo que le dice el apóstol Pedro a sus lectores en 1 Pedro 4:12, y eso nos lo dice también a ti y a mí. Declara: «Amados no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido.»
¿Has padecido pruebas en los últimos meses? El apóstol Pedro nos dice: «No se sorprendan de ese fuego de prueba.» Dice: «Como si alguna cosa extraña os aconteciese». Y luego añade: «Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo.»
Ese “gozaos”, como yo decía en otra ocasión—como Pablo también dice en Filipenses, «regocijaos en el Señor, otra vez os digo: regocijaos»— ese “gozaos” no es un llamado fácil y superficial. Es un “gozaos” en el espíritu. Es un “gozaos” de una persona que sabe que detrás de la nube y de la prueba viene la bendición y está la Presencia de Dios.
Pues el hombre nace para la aflicción, como las chispas vuelan hacia arriba.
Job 5:7
Dice: «Gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo.» ¿Sabes tú, mi hermano, que la naturaleza misma de Jesús dictaba que padeciera mucho aquí en la Tierra? Dice el profeta Isaías que era un varón experimentado en quebrantos. El Señor nace bajo condiciones difíciles y muere bajo condiciones peores. Sin embargo, nadie más poderoso que Él, nadie logró más cosas que Él. Padeció aquí en el mundo muchísimas cosas.
Podemos entonces entender mejor las palabras del apóstol Pedro. Nos aclaran que cuando estamos pasando por pruebas en un sentido espiritual estamos identificándonos con una parte muy esencial de la vida y la naturaleza del Señor Jesucristo—su naturaleza sufrida y experimentada en el dolor y las pruebas. Lo estás conociendo en una manera muy íntima y misteriosa.
Pablo dice que él quiere conocer a Cristo en Su resurrección pero también en Sus padecimientos. Pedro añade: Cuando sufres, estás participando en la esencia misma del Señor. Dice: «Para que también en la revelación de Su Gloria os gocéis con gran alegría.»
Sabe que cuando tú estás en prueba y te mantienes firme en el Señor, confesando por fe Su amor y fidelidad, de alguna manera misteriosa las alas del Espíritu de Dios se posan sobre ti. Dios está contigo. Dios te está acompañando. Él te está fortaleciendo, guiándote a través de la prueba. Te estás haciendo más como Cristo. En el crisol del dolor serás purificado como oro, y tendrás comunión íntima con tu Maestro, quien a su vez, según el escritor de Hebreos, fue perfeccionado por las aflicciones (Hebreos 2:10).
Para disfrutar de las cosas grandes y hermosas del Señor hay que pasar también por las tribulaciones. Para disfrutar de su poder tenemos que experimentar sus padecimientos también. Como dice 1 Pedro 2:14: «Si sois vituperados por el nombre de Cristo sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.»
Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo.
1 Pedro 4:12