Hay momentos en los que Dios extiende Su llamado con ternura,
pero muchos de Sus hijos no logran comprenderlo del todo.
No porque Él no sea claro,
sino porque el ruido del cansancio, las expectativas humanas
y las heridas del camino nublan el oído espiritual.
La Escritura nos muestra a un Dios que habla, invita y espera,
pero también a hijos que aman, aunque no siempre entienden Sus procesos,
Su tiempo ni la profundidad de Su gracia.
Por eso el Señor sigue llamando:
“Venid… inclinad vuestro oído… y vivirá vuestra alma.”
(Isaías 55-1-3)
No es un reclamo duro,
es un llamado pastoral,
un Padre que anhela que Sus hijos dejen de gastar fuerzas en lo que no sacia
y vuelvan a la fuente que da vida.
En este tiempo de cierre y transición,
Dios no está buscando perfección,
está buscando corazones que se detengan, escuchen y confíen.
Comprender a Dios no siempre significa entender todo,
sino aprender a descansar en Él,
aun cuando el camino no se vea claro.
Oración de Intercesión por los Hijos de Dios
Padre eterno,
hoy venimos delante de Ti como hijos necesitados de Tu luz.
Reconocemos que muchas veces te amamos,
pero no siempre comprendemos Tu trato,
ni Tus silencios, ni Tus tiempos.
Perdónanos cuando interpretamos Tu espera como ausencia
y Tu corrección como rechazo.
Inclina nuestro oído, Señor,
quita el ruido que nos distrae
y danos un corazón sensible a Tu voz escrita en la Palabra.
Intercedemos por Tus hijos cansados,
por los confundidos,
por los que han gastado fuerzas en lo que no alimenta el alma.
Llévalos de nuevo a las aguas vivas,
al pan verdadero,
al pacto eterno de Tu misericordia.
Que este nuevo tiempo no nos encuentre corriendo,
sino escuchando;
no exigiendo respuestas,
sino confiando en Tu fidelidad.
Haznos hijos que no solo te sigan,
sino que aprendan a comprender tu corazón.
En el nombre de Jesús te lo pedimos.
Amén,