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Cuando el peligro acecha. Clamando por protección para nuestras vidas

TEXTO: MARCOS 1:32-39 Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; 33 y toda la ciudad se agolpó a la puerta. 34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían. 35 Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. 36 Y le buscó Simón, y los que con él estaban; 37 y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. 38 Él les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido. 39 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.

En estos versículos podemos darnos cuenta cual era la obra ministerial de nuestro Señor Jesucristo: Predicar el evangelio, sanar a los enfermos y ECHAR FUERA A LOS DEMONIOS.

El Señor sabía perfectamente que habían muchas personas que tenían ataduras de pecado, de enfermedad y de las obras del enemigo en sus vidas y por eso tenía que darles libertad por medio de su poder.

En la actualidad los cristianos estamos enfocados principalmente en dos de las obras ministeriales que nuestro Señor Jesucristo realizó cuando vino a este mundo: En la predicación y en las sanidades, pero se nos olvida algo muy importante: ECHAR FUERA AL ENEMIGO.

La palabra de Dios nos da un mensaje claro: (Efesios 5:11) Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;

Es necesario reconocer que MUCHAS VECES EL ENEMIGO ESTÁ PRESENTE EN NUESTRA VIDA Y NO LO RECONOCEMOS

¿CÓMO PODEMOS RECONOCER AL ENEMIGO EN NUESTRA VIDA PARA PODER ECHARLO FUERA?

I) ESTÁ ESCONDIDO EN LOS SENTIMIENTOS DE RENCOR Y RESENTIMIENTO QUE GUARDAMOS EN NUESTRO CORAZÓN
(EFESIOS 4:26-27) Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo.

Muchos cristianos quieren echar de su vida las enfermedades y las dolencias, pero no quieren echar de su vida el rencor, la amargura y el resentimiento que guardan en sus corazones.

Tenemos que comprender que Dios es amor, por lo tanto todo lo que no tiene que ver con el amor, es decir, la falta de perdón y guardar rencor no vienen del Señor sino del enemigo (1 Juan 4:7-8) Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

Echemos fuera al enemigo por medio del PODER DEL PERDÓN y no le demos lugar al diablo en nuestra vida.

II) ESTÁ ESCONDIDO EN LOS PENSAMIENTOS IMPUROS QUE PERMITIMOS EN NUESTRA MENTE
(Romanos 13:13) Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia,

En estos versículos la palabra de Dios nos invita a cuidar nuestra vida de dos cosas que tienen que ver directamente con nuestros pensamientos: LA LUJURIA Y LA LASCIVIA.

La lujuria es un deseo sexual desordenado y pecaminoso. Va más allá de una atracción natural, es un deseo que consume y domina manifestado en la fornicación, el adulterio o la pornografía (Mateo 5:28) Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón.

La lascivia es una conducta desvergonzada, una actitud provocativa que busca incitar al pecado sexual, es la manifestación exterior de la lujuria.

La lascivia se manifiesta muchas veces en los mensajes y conversaciones que incitan al pecado sexual que hacemos desde nuestro teléfono.

La palabra de Dios nos enseña a evaluar nuestros pensamientos, si son agradables al Señor o si el enemigo está oculto en ellos (Filipenses 4:8) Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

¿Cómo echamos fuera al enemigo de nuestros pensamientos? Trayendo cautivos nuestros pensamientos a la obediencia del Señor (2 Corintios 10:5) derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,

III) ESTÁ ESCONDIDO EN LA SOBERBIA Y EL ORGULLO QUE DOMINA NUESTRO CORAZÓN
(EZEQUIEL 28:14-17) Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. 16 A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. 17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti.

Estos versículos hablan de manera poética del pecado de satanás, él fue creado como un ser precioso, un querubín grande y protector, que estaba en el monte de Dios. Pero se encontró en él un pecado: SE ENALTECIÓ SU CORAZÓN, es decir, su corazón se llenó de soberbia y de orgullo.

Tenemos que comprender que la soberbia, el orgullo desmedido, la prepotencia, la altanería no vienen de Dios, pues el carácter de nuestro Señor Jesucristo es completamente diferente (Mateo 11:29) Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;

Es necesario comprender que quien nos lleva a sentirnos superiores a los demás, a menospreciar al prójimo, a creer que solamente nosotros tenemos la razón y a despreciar los consejos no es nuestro Dios sino el enemigo.

Tenemos que echar fuera al enemigo por medio de la humildad, humillando nuestro corazón delante del Señor (Salmos 51:17) Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

CONCLUSIÓN: No podemos ignorar que el enemigo muchas veces se oculta sutilmente en áreas de nuestra vida que damos por normales: sentimientos no sanados, pensamientos impuros y actitudes orgullosas. Jesús nos dio ejemplo de autoridad espiritual, y como iglesia estamos llamados a vivir en esa misma autoridad. No basta con predicar ni con buscar sanidad: también debemos ejercer el poder que el Señor nos dio para echar fuera al enemigo. Es tiempo de limpiar nuestro corazón, nuestra mente y nuestra actitud con la verdad de Dios y el poder del Espíritu Santo. ¡No toleres en tu vida lo que Cristo vino a destruir!

Fuente:
Pastor Oscar Flores | El Salvador

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