Jesucristo es el Reconciliador por excelencia. Él le da orden a todas las cosas. Y Pablo señala algo bien importante aquí.
En Colosenses 1:20 dice: «Reconciliando todas las cosas, las que están en el cielo como las que están en los cielos.» Recuerde ese mismo lenguaje de que Él es el Creador de todas las cosas las visibles e invisibles, las que están en la tierra, las que están debajo de la tierra. Ahora dice que también Jesucristo reconcilia todas las cosas, las que están en la tierra y las que están en los cielos.
Jesucristo un día también establecerá el orden. Aún esos demonios y esos principados y potestades que se rebelan contra Él, Él también los va a sujetar y tendrán que confesar que Jesucristo es el Hijo de Dios y Satanás dice que será al lago de fuego, al infierno, ya no estará haciendo más desorden y más división y más fuerte, más pérdida en la creación de Dios.
Dice Pablo también que: «A nosotros mediante la sangre de Su cruz» interesante ¿no? esa idea de que la muerte de Jesús es lo que hace posible esa reconciliación de todas las cosas. Y entonces Pablo como que enfoca al hombre específicamente y a nosotros los cristianos, dice: «Y a ustedes también» versículo 21 «que eran en otro tiempo extraños y enemigos en Su mente haciendo malas obras también los ha reconciliado.»
Lo primero que hace Jesucristo cuando nos salva es que nos reconcilia a nosotros mismos. El hombre sin Dios, el hombre sin Cristo, el hombre que no reconoce lo que sucedió allí en la cruz del calvario cuando Cristo derramó Su sangre y pagó el precio por nuestro pecado y al hacer eso satisfizo la justicia de Dios e hizo entonces posible una comunicación con el Padre por medio de Él, no solamente Cristo nos salva sino que también ordena nuestro mundo interior.
También fui íntegro (intachable) para con El, Y me guardé de mi iniquidad.
2 Samuel 22:24
Para mí eso es una de las cosas más bellas acerca de lo que hace Jesucristo en la vida de un ser humano. Cuando Cristo entra a tu vida Él comienza a ordenar tu mente. Sin Cristo tú eras un enemigo de Dios, no solamente eso sino que eras enemigo de ti mismo, estabas haciendo cosas malas, cosas que no convienen como dice Pablo en la Epístola a los Romanos, cosas que eran para tu mal, para tu destrucción, para tu muerte, para tu sufrimiento. El hombre sin Dios siempre está haciendo decisiones terribles tanto al nivel de los gobiernos que hacen cosas que conducen mas bien hacia la muerte, a la injusticia, a la guerra, a la pobreza, a la opresión de los seres humanos porque no tienen la mente de Dios, no tienen la mente de Cristo.
Cuando Cristo entra a un gobierno, entra a una ciudad, entra a un vecindario, a una agencia social o a una institución humana o a un ser humano, un individuo Él viene a ordenar, a reconciliar también esas cosas asegurándose de que las cosas que haga esa persona o esa entidad sean para su bien y no para su mal.
El hombre sin Cristo está en guerra contra sí mismo, está autodestruyéndose, está obrando contra sus propios intereses. Cuando Cristo viene lo primero que hace establece paz entre Dios y el hombre pero también entonces comienza a ordenar los elementos que componen a un hombre, su mente, sus emociones, su espíritu, todas esas heridas del pasado, todos esos hábitos destructivos, esas actitudes que conducen al sufrimiento de sus seres queridos todo eso comienza a ordenarse. El Shalom de Dios entra a la vida humana, la paz de Cristo comienza a ordenar los elementos de la vida del ser humano.
Eso es lo maravilloso que Pablo señala aquí que en Su cuerpo de carne el Señor por medio de Su muerte nos reconcilia con nosotros mismos, antes éramos extraños y enemigos y ahora venimos a ser hijos adoptivos de nuestro Padre Celestial. En Su cuerpo de carne por medio de Su muerte nos presenta ante el Padre sin mancha e irreprensibles. Estos hombres llenos de pecado, de malos hábitos y de cosas que ofenden a Dios ahora son vistos a través de los lentes de la cruz de Cristo y el Padre los ve como sin mancha, irreprensibles, no hay nada de qué acusarles porque a través de Cristo somos hechos perfectos y aceptos ante el Padre.
Maravillosa imagen de lo que es la función Redentora de Jesucristo, nos reconcilia con nosotros mismos, nos reconcilia con Dios y nos presenta ante el Padre como perfectamente aceptos delante de Él. Dice que si en verdad permanecemos fundados y firmes en la fé, en otra palabras hay una idea ahí de que también tenemos que mantenernos firmes. Lo que hemos dicho, lo que hemos confesado, lo que hemos creído no debemos permitir que nada ni nadie de este mundo nos aparte. La Biblia dice que persevere hasta el fin ese será salvo.
Tantas cosas hemos recibido de Dios que no podemos menos que mantenernos firmes en lo que hemos creído y en lo que hemos confesado delante de Dios. Mantengamos nuestra fé porque es una fé maravillosa.
Yo espero que estas ideas que Pablo ha presentado en Colosenses nos ayuden a nosotros a continuar creyendo en un Cristo absolutamente poderoso, glorioso y lleno de regalos y de bendiciones para nuestras vidas. Qué maravilloso Salvador tenemos nosotros en Cristo Jesús, ojalá que podamos siempre venerarlo y permanecer muy, muy pegados a Él. Para mí ha sido un placer conducirles a través de esta meditación sobre estos pasajes de Colosenses y más adelante continuaremos escarbando en una manera muy profunda en esta maravillosa tierra que es la epístola a los Colosenses. Me despido de ustedes el Pastor Roberto Miranda, hasta la próxima.
Y aunque ustedes antes estaban alejados y eran de ánimo hostil, ocupados en malas obras, sin embargo, ahora Dios los ha reconciliado en Cristo en Su cuerpo de carne, mediante Su muerte, a fin de presentarlos santos, sin mancha e irreprensibles delante de El.
Colosenses 1:21