Voz del Tabernáculo

Cuando Cristo Dirige la Barca. Iglesia, Familia y Nación

«Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.» (Juan 3-17)

El propósito de Dios siempre ha sido la salvación, no la condenación. En su infinito amor, envió a su Hijo para traer vida y restauración a la humanidad, dándonos la oportunidad de entrar en la barca de la salvación, la misma que sigue abierta para todos los que escuchen Su llamado.

La Iglesia. Un Faro de Esperanza
La Iglesia de Cristo es el instrumento que Dios ha dejado en la Tierra para continuar la obra de salvación. Es la barca donde los redimidos se reúnen, crecen en la fe y aprenden a ser pescadores de hombres. Jesús nos enseñó que la pesca milagrosa no ha terminado. Aún hay almas que necesitan ser alcanzadas por la verdad del Evangelio, y la Iglesia es llamada a lanzar sus redes con amor, gracia y poder del Espíritu Santo.

La Familia. Base de la Sociedad
Dios instituyó la familia como el núcleo esencial para la formación de generaciones fuertes y temerosas de Él. Una familia fundamentada en Cristo es una familia que resiste las tormentas y que, a su vez, se convierte en testimonio vivo para la sociedad. En estos tiempos, es urgente volver a los principios divinos dentro del hogar, instruyendo a los hijos en el camino del Señor y edificando matrimonios basados en el amor y la fidelidad.

La Nación. Llamada al Arrepentimiento
Las naciones necesitan la luz de Cristo más que nunca. La corrupción, el pecado y la injusticia han oscurecido el corazón de muchos pueblos, pero la gracia de Dios sigue disponible para aquellos que se vuelvan a Él. La restauración de una nación comienza cuando su pueblo se humilla y busca a Dios de todo corazón. Como creyentes, estamos llamados a interceder y a ser testigos activos del poder transformador de Cristo en cada ámbito de la sociedad.

¡Aún hay tiempo para la pesca milagrosa!
El llamado sigue vigente. Jesús nos invita a subir a la barca de la salvación y a lanzar las redes sin temor. No importa cuán oscura parezca la noche ni cuántos intentos hayan sido en vano, Él sigue multiplicando los frutos de nuestra obediencia.

Hoy es el día de predicar, de amar y de interceder por la Iglesia, la familia y la nación. Aún estamos a tiempo de continuar la pesca milagrosa en la barca de la Salvación de Cristo. ¡No nos detengamos!

Margarita García

Margarita García

Directora del Tabernáculo Prensa de Dios

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