Hay diferentes niveles en que experimentamos a Dios; y al que tú debes aspirar es a un nivel en que tú camines con Él, que su presencia vaya contigo.
“ Y cuando al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, he aquí Dagón postrado en tierra delante del arca de Jehová; y tomaron a Dagón y lo volvieron a su lugar. Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente.”
1 Samuel 5:3-4
Cuando tú andas con la presencia de Dios, nada de lo que el enemigo piense o quiera hacer, lo puede hacer; tiene que caer delante de ti. Todo lo que el mundo ha estado maquinando en tu contra, cuando tú andas con la presencia de Dios, tiene que caer delante de ti. Nadie tumbó aquella estatua; solo la presencia de Dios. El pueblo de Israel no tuvo ni que ir a buscar el arca; los filisteos la devolvieron.
Dice la Biblia que los filisteos pasaron el arca de ciudad en ciudad, y comenzaron a tener tumores. ¿Cómo la presencia de Dios causa todos estos males? Podemos estar tranquilos con que tumbó la imagen de Dagón, uno de los dioses de los filisteos, pero la presencia de Dios provocó tumores. ¿Cómo asociamos una cosa con otra? Para empezar, el arca no estaba en el lugar correcto; y no es lo mismo secuestrar la presencia, que tener intimidad. Hay cristianos que siguen teniendo tumores porque tienen secuestrada la presencia, pero no tienen intimidad. No es lo mismo tú tener amarrado a Dios a ciertas cosas en particular, tenerlo como la próxima estatua que tú puedes tener, como un trofeo por una victoria en batalla; no es lo mismo que tener intimidad con Él. El que secuestra a Dios no tiene buenas consecuencias. Es gente que está enferma porque han secuestrado a Dios en una experiencia, en los corajes, en los odios; han secuestrado la presencia de Dios, la han puesto en un lugar donde no tiene que estar, y no tienen intimidad con Dios.
Tú lo que tienes es que tener una relación con Dios; tu religión no lo puede secuestrar, tus actos no lo pueden secuestrar, tus experiencias. Tú no puedes encajonar a Dios a algo en particular; tú lo que tienes es que tener una relación con Él. Los que viven en intimidad con Dios son aquellos que tienen una relación con Él, que aprenden a vivir con Él, a caminar con Él, a celebrarlo; que le agradecen por la nube, por la columna de fuego, por el maná, porque abre el mar. Tú vives en intimidad con Dios, cuando te das cuenta que el mar no se iba a abrir por sí solo; el mar se abrió porque Dios estaba caminando contigo, y le das gracias, y le dejas saber que lo necesitas, que lo amas, sin importar lo que esté pasando.
Ningún Dagón puede estar delante de aquellos que cargan la presencia de Dios. No importa lo que el mundo haya planeado en tu contra, va a caer ante la presencia del Señor. Es Dios quien te abre camino, quien te prospera, quien te bendice; mientras lo tienes a Él, lo tienes todo. Quizás hoy lo que tienes es maná, pero si lo tienes a Él, mañana están las uvas, mañana entras a la tierra prometida, mañana lo vas a lograr; y Dagón va a caer delante de la presencia del Señor.
Por causa de que tú cargas el arca, la presencia de Dios, dondequiera que te pongan, sin tú pelear, sin batallar, sin decir nada, tendrán que caer, no ante tu presencia, pero sí delante de la presencia de Aquel a quien tú cargas dentro de ti. Por eso es que tienes que decir como Moisés: Sin ti, no me saques de aquí. Dile a Dios que tú no quieres una casa, si no es Él quien te la da; que no quieres un carro, si Él no va contigo; que no quieres un trabajo, si Él no te lleva.
No se trata de modificar tu conducta, ni de estar meramente lleno; Dios te llena, pero eso viene y va. No puedes depender de eso. La presencia de Dios que va contigo a diario, está cuando tú tienes intimidad con Él, cuando, aunque tú no lo sientas, sabes que Él está. Esa es la relación que cambia tu vida para siempre. Pero no puedes pretender secuestrar su presencia con la religión, con tus pensamientos negativos, con tus deseos; es a Él a quien hay que desear.
Ama a Dios por encima de todas las cosas. No importa lo que logres, lo más importante es Aquel que te va a llevar a alcanzarlo. Hay bendición y autoridad en la presencia de Dios; cuando entiendes esto, Dagón cae delante de la presencia que tú cargas. No importa lo que el mundo ha pensado y hablado, la victoria te pertenece; no por ti, sino por quien tú llevas dentro de ti.