Articulos

¿Cuál es tu benjamín?

¿Necesitas un milagro; que Dios haga algo a favor tuyo? ¿Estás pasando por un momento difícil, crítico en tus finanzas? Es probable que lo estés viviendo, y no sepas qué hacer para salir del problema económico; pero el Dios al que tú le sirves quiere librarte; aunque haya sido por tu inmadurez y malas decisiones. Dios es capaz de provocar libertad, favor y gracia; traer aumento, hacer un milagro que te lleve a vivir por encima de toda crisis.

Por supuesto, para que esto ocurra, hay unos pensamientos que hay que tener, unas acciones que hay que tomar. Ahí es donde muchos se molestan. A nadie le molesta cuando se habla del bien que Dios hace; lo que la gente critica es cuando se enseña la manera de pensar que se requiere, las cosas que hay que hacer para provocar que se manifieste.

Dios quiere traer un tiempo de libertad financiera a tu vida. Viernes Santo y Domingo de Resurrección, en nuestra iglesia, es un tiempo especial. Los milagros más grandes que hemos visto, han sido producto de una ofrenda presentada en este fin de Semana Santa, a la que llamamos la preciosa semilla. Cuando recibes la revelación de la preciosa semilla, y actúas en fe, tu vida cambia, el cielo se mueve a favor tuyo.

Te invitamos a que te unas a este acto de fe sembrando tu preciosa semilla. Creemos contigo que hay un milagro sobrenatural que viene a tu vida, y en el nombre que es sobre todo nombre, hay multiplicación y aumento, y tu semilla dará fruto.

La preciosa semilla es algo que es valioso; pero, ¿qué es valioso para Dios? En Génesis 43, se nos narra el momento en que los hermanos de José le dicen a su padre, Jacob, que faraón había pedido que regresen, esta vez, con su hermano Benjamín. Jacob tenía doce hijos; diez de su primera esposa, dos de su última esposa, a la que amaba; estos últimos eran José y Benjamín, los más pequeños. Los primeros diez, vendieron a José, quien termina siendo el que mandaba en Egipto, conforme a lo revelado por Dios. En un tiempo de escasez, Jacob manda a sus diez hijos a buscar comida. José los ve y los reconoce: Estos son los que me vendieron, lo que me hicieron mal. Pero no se venga de ellos. José les da de comer, suficiente para que sobrevivan, pero no el suficiente sustento. Por lo tanto, se encontraban en la prerrogativa de volver o no volver porque, para volver, él les había pedido que le dijeran a su padre que enviara al más pequeño.

Ya Jacob había enviado a diez, pero aquello no fue suficiente para recibir el milagro. Ahora, Jacob tiene que enviar a Benjamín, el pequeño, el más preciado, el que le recordaba a José –que para él, había muerto. Se había quedado un hijo preso en Egipto, y Jacob no lo sufrió tanto; no es que no amara a los otros diez, es que Benjamín tenía un valor especial. Y José, que es tipo de Jesús, pide a Benjamín. En otras palabras: Libera lo mejor de ti. Si tú quieres lo mejor de la tierra, lo mejor que yo puedo dar, libera lo mejor de ti; ese fue el llamado de José. Y Jacob batalló con esto; porque, cuando vamos a dar lo valioso, nuestra mente batalla. Cuando Dios nos pide una ofrenda que es valiosa –no necesariamente por la cantidad, sino por lo que representa para nosotros en ese momento – comenzamos a batallar, a preguntar cómo podremos hacerlo. Jacob batalló, pero no le quedaba más remedio que enviar a Benjamín; si él quería el milagro, tenía que enviar a Benjamín.

Jacob se desprende de Benjamín; debe haberse quedado preocupado, cuestionando su decisión, con temor de perderlo igual que a José. Pero, capítulos más adelante, se nos cuenta que José mandó carros llenos de comida, y de oro. Jacob envía a Benjamín, esperando que viniera comida; pero, cuando llegan los carros de José a buscar a Jacob, llegan con riquezas, y no solo con comida; todo porque se atrevió a dar lo más preciado.

José es tipo de Cristo; tenemos a Jesús pidiendo lo mejor: Si me das lo mejor, lo más valioso, yo libero todo lo que tengo en mis manos para ti, lo que tú necesitas. Jacob había enviado diez hijos, pero se le pidió comoquiera a Benjamín, porque era el que estaba atado a su corazón. Jacob tuvo que decidir entre quedarse con Benjamín y arriesgarse a morir, o arriesgarse a dar lo más valioso en espera de un milagro. Judá le insistió que enviara a Benjamín, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. De no enviar a Benjamín, la muerte de todos ellos era inminente; aun así, Jacob batallaba en su mente. Lo que Jacob no sabía es que, enviando a Benjamín, no tan solo vendría a él el sustento necesario, sino que recuperaría dinero, y a José. Jacob volvió a ver a José, y salió de la crisis, cuando se atrevió a entregar lo más preciado que tenía.

¿Cuál es el Benjamín que tú tienes que entregar hoy? Quizás tú estás pasando por ese momento de crisis económica, y has preferido quedarte con lo poco que tienes, sin arriesgarte, sin creerle a Dios. Siembra tu preciosa semilla; creemos a Dios contigo que, en la medida que tú siembras lo valioso para ti, cuando Dios mire esa ofrenda, sabrás que estás creyendo. Si tú le crees a Dios, tú no vas a morir en esta crisis; tú vas a dar testimonio de que Dios ha hecho una obra milagrosa en tu vida. Creemos a Dios contigo que algo grande se va a liberar; no tan solo vas a tener el sustento que tú necesitas; vas a tener abundancia, vas a recuperar lo que habías creído perdido, y no tan solo comerás tú, sino tu familia y todos los tuyos. Creemos contigo que, según tú liberas tu Benjamín, recibes tu milagro, en el nombre que es sobre todo nombre.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba