1 Samuel 16:7 – “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”
Si queremos estar en liderazgo, sirviendo a Dios, necesitamos desearlo. Es necesario tener un corazón dispuesto, ya que a Dios no le interesan nuestras buenas obras si no las hacemos de corazón y libre voluntad. Tener un corazón dispuesto, “deseoso” para hacer las cosas en el reino de Dios es indispensable si queremos lograr grandes cosas en la vida. Desear es algo poderoso, ya que con ello logramos bajar de peso, mantener limpia las cosas, ahorrar dinero, pagar nuestras deudas o alcanzar cualquier meta puesta por nosotros.
No nos gusta reconocer que la mayor razón de nuestro fracaso o éxito depende de cuánto queremos o deseamos algo. Nos gusta echarle la culpa a cualquier persona o situación, sería bueno sentarnos a calcular cuánto deseo tenemos, ser honestos y decir, si es necesario: Señor, no gané la victoria porque en realidad no la desee lo suficiente. No oré ni leí la palabra porque no quería. No pase tiempo meditando sobre la biblia y hablando contigo porque no tenía ganas, no quería. Pasé toda la noche viendo la televisión porque quería.
A Dios no le agrada cuando hacemos algo por obligación o bajo la ley.
2 Corintios 9:7 – “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
Hay que recordar que al hacer cualquier cosa por una persona, lo hacemos para el señor. Muchas de las cosas que hacemos, las hacemos sólo porque amamos a Dios y no por ninguna otra razón. Si hacemos algo para otros en especial cuando no sentimos hacerlo, pero lo hacemos porque lo queremos hacer, y así obramos con una buena actitud y agradamos a Dios.
Es decir, lo que hagamos debemos hacerlo de corazón, voluntariamente, porque de no ser así, es mejor no hacer nada. No recibiremos recompensa por hacer algo con una mala actitud y con un corazón incorrecto. El asunto principal en la vida del creyente debe ser la actitud o condición de su corazón. No importa lo que mostremos por fuera; la verdad que se encuentra dentro de nosotros es lo que no podemos esconder de Dios, es lo que a Él le importa.
Colosenses 3:23-24 – “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Más el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.”
Dios conoce las intenciones del corazón del hombre, por esta razón debemos ser honestos con nosotros mismos. No importa cuánto hagamos o deseemos hacer si la intención no es la correcta, no tendrá recompensa. El tema del corazón es uno que no se puede tomar a la ligera. No es algo que se ve a simple vista. Pero por los frutos se conoce el árbol. Procura hacer todo con un corazón correcto aunque sea algo sencillo de esta forma agradamos a Dios y las personas se darán cuenta que Él habita en nuestros corazones.