La segunda carta de Pablo a Timoteo fue escrita entre los años 66-67 d.C., poco antes de la muerte del apóstol por manos del emperador Nerón, en un calabozo romano (se cree que murió decapitado). De ahí su urgencia de entrenar a Timoteo, su discípulo, porque sabía que su fin estaba cerca (‘Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano…’ 2ª Tim. 4:6-8). A Pablo le era imperativo preparar a Timoteo para el ministerio, hacer de él un fiel pastor y maestro que cuidara de la grey y le enseñara bien… ‘te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo… que prediques la palabra, que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta, con toda paciencia y doctrina’ (2ª Tim. 4:1-2).
Pablo en 2ª Tim. 4:3 advierte a su joven aprendiz que… “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (4:3-4). Algunos puntos de interés:
a) Porque vendrá tiempo: El apóstol no señala aquí ningún tiempo -era, época- en particular. No se refiere por tanto a ‘los tiempos finales’ como algunos leen. Las versiones en castellano más conservadoras como la RV 1960 y la JBS señalan exactamente lo que estoy diciendo, el tiempo no es específico. Por tanto, puede decirse que la verdad contenida en este versículo es atemporal, lo cual permitirá ser aplicada a cualquier época, era o eón de la historia humana. Ya veremos porqué.
b) Cuando no sufrirán la sana doctrina: Timoteo necesitaba mantenerse enfocado en la Palabra de Dios porque el hombre, por instinto natural, no quiere la revelación de Dios. Él prefiere escuchar lo que quiere escuchar – algo que le quite ‘la comezón de oír’ (David Guzik). La sana doctrina a la que Pablo se refiere ha sido motivo de muchas interpretaciones (algunas correctas y otras muy chuecas), pero los expertos sostienen que el apóstol se refería a ‘la doctrina recibida’ (didascalía) en los evangelios que circulaban en aquel tiempo, sus propias cartas y gran parte de la Torá del A.T. (Comentario Exegetico de Jamieson-Fausset-Brown).
c) Teniendo comezón de oír: Se refiere a la curiosidad interminable típica en los seres humanos, un insaciable deseo de variedad, pero no siempre de verdad. Esta curiosidad ha llevado a buenos cristianos a interesarse (y perderse) en ‘verdades a medias’ o ‘mentiras bien contadas’, haciendo de ellas ‘revelaciones especiales atractivas al oído’. Esto no significa que no debamos indagar, estudiar, investigar, explorar otras creencias-ciencias-afirmaciones, sino que hay que tener cuidado de no dejarnos seducir por postulados claramente contrarios a los principios bíblicos, de lo contrario terminaremos ‘siempre aprendiendo, pero nunca llegando al conocimiento pleno de la verdad’ (2 Tim. 3:7).
d) Se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias:
- Se amontonarán maestros: Los maestros más populares no son necesariamente los maestros más fieles (no se debe asumir que alguien es fiel a la Palabra de Dios sólo porque es popular, algo que hoy es tan común). Otra verdad: ‘La variedad de temas deleita a los curiosos que tienen comezón de oír cosas distintas a las dichas en la Palabra’ (un montón es una variedad, no siempre buena… una manzana podrida infecta a las demás porque están amontonadas). Además: “Los que desprecian la sana enseñanza dejan a los maestros sanos y buscan instructores parecidos a ellos mismos… se amontonan en iguales” (J.A. Bengel), porque quieren oír lo que quieren oír y siempre habrán maestros dispuestos a enseñar ‘verdades que el pueblo quiere escuchar, verdades a medias bien contadas’. Quien enseña ‘verdades chuecas’ padece de las mismas enfermedades de quienes las escuchan, por eso se amontonan, porque se atraen (G. Gil).
- Concupiscencia: En su sentido más general y etimológico, concupiscencia es el deseo que el alma siente por lo que le produce satisfacción, “deseo desmedido” no en el sentido del bien moral, sino en el de lo que produce satisfacción carnal; en el uso propio de la teología moral cristiana, la concupiscencia es ‘un apetito bajo’ contrario a la razón. Aquí apetito quiere decir inclinación interna al mal (Santa María, Hernández 2018). Los falsos maestros tienen inclinaciones al mal, pero no como el común de los seres humanos (todos nos inclinamos al mal), sino más fuertes porque se han convencido de que éstas no son malas en sí mismas, sino parte de su naturaleza. Por tanto ya no luchan contra su concupiscencia -como deberían hacer todos los discípulos del Jesús-, en cambio se entregan a ellas, las normalizan (naturalizan), las perdonan, las aprueban, aceptan, asimilan y dicen a otros que hagan lo mismo. ¿Quién no querría escuchar a un maestro que te dice que no luches, que aceptes todo lo malo que hay en ti porque a fin de cuentas es bueno? Por eso la gente se amontona a escucharlos… “su evangelio es popular, mas no verdadero”; son maestros cuyas enseñanzas son del agrado de la gente, no ofenden con su verdad, en cambio adaptan el mensaje del evangelio a las modas-tendencias de cada época, pues ellos saben que “pópulus vult decipi; et decipiatur” (el pueblo quiere ser engañado, de modo que sean engañados). Y así van ganando popularidad, adeptos, defensores y hasta auspiciadores que gustosos los apoyarán a difuminar ‘su verdad’ porque encontraron en estos maestros la validación que necesitaban para seguir pecando. Tales maestros halagan con placer la liviandad de la multitud (Cicerón). Y las multitudes acuden a estos maestros concupiscentes como cuando se va al teatro, para disfrutar, pero no para aprender (Séneca).
e) Apartarán de la verdad el oído: Pablo le dice a Timoteo que estos maestros saben la verdad (aprendieron en sus inicios la Sana doctrina), posiblemente algunos de ellos fueron alumnos del apóstol -o quizá lo escucharon disertar en más de alguna ocasión-, por lo que ‘son conocedores’. Pero en algún punto se apartaron, guiados por su propia ‘comezón de oír’ comenzaron a escuchar a otros maestros, empezaron a leer otros libros, a cuestionar su propia fe y a abrazar ‘verdades a medias’ que les hacían sentido. Entonces en un momento decidieron desentenderse del evangelio puro, porque éste ‘no condonaba sus concupiscencias’, y formaron sus propios evangelios llegando a conclusiones completamente apartadas de la Palabra. Algunos de estos maestros dicen que ‘experimentaron un nuevo nivel espiritual’, ciertamente así es, pero ese nuevo nivel es más bajo, no más alto; porque si fuese un nivel de crecimiento espiritual alto entenderían la pureza de la doctrina, no la acomodarían a sus propias verdades ni mucho menos la enseñarían.
f) Y se volverán a las fábulas: Esta última frase del verso 4 se refiere no solo a los maestros de concupiscencia, sino a todos (alumnos y profesores del mal). David Guzik nos dice: “Una vez que las personas dejan la Palabra de Dios, a menudo comienzan a aceptar fantasías fantásticas. Cuando un hombre rechaza la verdad de Dios, no es que no crea en nada; sino que creerá cualquier cosa”.
CONCLUSIÓN
Finalmente Pablo exhorta a Timoteo en el verso 5 con una arenga espiritual que retumba hasta nuestros días: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (4:5). La versión bíblica NTV la traduce así: “Pero tú debes mantener la mente clara en toda situación. No tengas miedo de sufrir por el Señor. Ocúpate en decirles a otros la Buena Noticia y lleva a cabo todo el ministerio que Dios te dio”.
Termino con esto… Siempre habrán falsos maestros que engatusarán personas atrayéndolas a sus ‘propias verdades’, verdades que las personas desean escuchar para validar sus inclinaciones al mal. Algunos de estos maestros pertenecieron a nuestras filas, pero se desviaron de la verdad. Ellos, claro está, jamás reconocerán esto, en cambio se empecinarán en su falsedad. Quienes los oyen también fueron en algún momento parte de la iglesia de Jesucristo, pero decidieron escucharlos porque su mensaje suena y se lee mejor que ‘el de los antiguos maestros’, tales discípulos también luchan con concupiscencias profundas que encuentran alivio en las enseñanzas azucaradas de sus nuevos maestros concupiscientes, maestros que siempre han estado en medio nuestro (no solo en los tiempos finales), y que seguirán estando hasta que Jesús vuelva. Entonces el SEÑOR separará el trigo de la cizaña (Mateo 13:24-30), mientras tanto debemos seguir firmes en los principios bíblicos no dejándonos engañar por aquel o aquella que, por más lindo que hable (o escriba), está alejado del evangelio de Jesucristo y del discurso bíblico en general, discurso que “dice a lo malo, malo y a lo bueno, bueno”. Todo lo demás es fábula que algunos han transformado en cátedras de mentiras.
- “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” (2ª Pedro 2:1-3).