“Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. 2 Corintios 1-5-
En un mundo digital que premia la imagen perfecta, la lógica impecable y la coherencia externa, muchos corazones se quedan vacíos por dentro. Pero el Evangelio no nos llama a mantener apariencias, sino a buscar una fuente de consuelo que no cambia con los algoritmos ni se mide en «likes«.
Dios es el Padre de misericordias y Dios de toda consolación. Él no exige perfección de redes, sino sinceridad de corazón. Cuando nuestras almas se sienten fragmentadas por las presiones externas, Su consuelo es completo y abundante, como solo Cristo puede ofrecerlo.
Hoy, más que mostrar una vida coherente ante los demás, abramos el corazón al consuelo de Dios. Porque cuando permitimos que Él nos consuele, también podemos consolar a otros con esa misma Paz.
