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Consejos para construir un legado Espritual en nuestras iglesias

Estoy tan agradecido con el Señor de que en nuestros países latinoamericanos hay un despertar teológico. Veo con emoción el impulso por la plantación de iglesias, la producción de recursos centrados en el evangelio y la abundancia de conferencias que promueven la seriedad teológica que necesitamos cultivar. Sin embargo, mientras me beneficio de estas herramientas, no quiero olvidarme de un aspecto fundamental en la vida de la iglesia: la preparación de las siguientes generaciones.

Estoy convencido de que el ministerio de niños debe ser una parte esencial de este despertar teológico. Si queremos construir un legado espiritual que dure por varias décadas, debemos entender la importancia de guiar a los niños en la Palabra de Dios. En las últimas décadas se ha estado recuperando la sana doctrina y fomentando una teología vibrante y profunda. ¡Enhorabuena! Ahora trabajemos para enseñar a nuestros pequeños todo lo que hemos aprendido. Que las siguientes generaciones sean una prioridad en nuestras iglesias y pongamos a su alcance las verdades eternas del evangelio.

A la luz de este deseo, quiero compartirte tres consejos sobre cómo podemos trabajar en las siguientes generaciones desde nuestras iglesias locales.

1. Considera participar en el ministerio de niños
Muchos cristianos temen escuchar la pregunta: «¿Podrías ayudar en el ministerio de niños?». Algunos responden que los niños «no son lo suyo», porque les falta paciencia o no se sienten capacitados.

Esto se debe, en algunos casos, a la filosofía secular de la especialización que se ha infiltrado en nuestras iglesias y que a menudo se expande hasta el ministerio de niños. Me refiero en este caso a la idea de que solo los «expertos» pueden tratar con niños, al grado de transmitir a veces la sensación de que ni los padres están realmente preparados para educar a sus hijos en la Biblia. Esta idea afecta a muchos cristianos, haciéndoles creer que «no pueden» —o, peor aún, que «no deben»— participar de la educación infantil en la iglesia. Por supuesto, eso no es verdad.

Si queremos construir un legado espiritual que dure por varias décadas, debemos entender la importancia de guiar a los niños en la Palabra de Dios

En el Nuevo Testamento vemos que cada iglesia local tiene la responsabilidad de guiar a los jóvenes en la fe (1 P 5:5; 1 Jn 2:13-14), en especial los padres a los hijos (Ef 6:1-4; Col 3:20-21). Por eso debemos enfatizar que el ministerio de niños no es una guardería o un espacio de juegos para que los adultos estudien la Biblia tranquilos, sino que es un espacio donde los niños escuchan y aprenden el evangelio.

Sin embargo, creo que la mayoría de las veces los miembros de una iglesia no se involucran en la enseñanza de los niños porque simplemente no lo habían considerado.

Sabemos que hay clases para niños, y hasta escuchamos que necesitan voluntarios, pero no nos detenemos a pensar con seriedad en la responsabilidad e importancia de guiar a los niños en la fe.

Por eso te animo a considerar participar en el ministerio de niños de tu iglesia local. Habla con tus pastores si tienes el deseo de servir en esa área y sé obediente a su consejo. Si debes esperar o capacitarte, hazlo. Mientras tanto, sigue madurando en tu fe para ser un maestro íntegro (Stg 3:1). Es un verdadero privilegio ser instrumento de Dios para que el evangelio continúe en las siguientes generaciones.

2. Brinda enseñanza bíblica sólida a los niños
Si ya estás involucrado en el ministerio infantil, recuerda que las clases para niños no deben «diluir la Biblia» para que ellos la entiendan. Muchas veces pensamos que los pequeños no pueden saber todo lo que la Biblia enseña o, peor aún, que no lo necesitan. Pero basta con ver el programa académico de una escuela seria para confirmar que los niños son más capaces de lo que pensamos.

Los maestros de niños pueden adaptar los pasajes bíblicos o las enseñanzas, pero eso no es lo mismo que diluir. Por eso, te animo a preparar clases ricas en contenido teológico y bíblico. Ayuda a que los niños aprendan, por ejemplo, sobre la muerte sustituta de Cristo, la Trinidad y el canon de las Escrituras. Ayúdales a entender que Cristo es el verdadero Héroe de toda la Biblia y que todas sus páginas apuntan hacia Él.

Los mejores maestros en mi adolescencia, a los que recuerdo con más agradecimiento, fueron aquellos que tomaron asignaturas difíciles y las hicieron fáciles de comprender. Los maestros de niños en la iglesia tienen la misma labor: brindar una enseñanza bíblica sólida, con empeño en ser creativos, ingeniosos y dinámicos, para llevarles el tesoro más grande de todos los tiempos.

3. Evita el moralismo con los niños
Otro error común a la hora de enseñar a los niños, y que está relacionado con diluir la Biblia, es hacer de la Palabra de Dios meros principios morales.

Por un lado, es cierto que la Biblia enseña principios morales que debemos practicar porque debemos imitar a nuestro Dios santo (1 P 1:15-16). Es necesario enseñar a los niños que no deben mentir, robar o golpear. Pero si solo te quedas en eso, estarás faltando a la Palabra de Dios y harás que los niños crezcan con frustración. Ellos necesitan la gracia y el evangelio de Dios.

Es un verdadero privilegio ser instrumento de Dios para que el evangelio continúe en las siguientes generaciones
Los pequeños, aunque lindos y tiernos, son pecadores que deben nacer de nuevo, como cualquier otra persona (Jn 3:3). Mientras no lleguen al conocimiento de Cristo, les será imposible llevar a cabos los principios morales que tanto les solemos enseñar.

Cuando mi hijo tenía entre cinco y seis años, recuerdo que me dijo entre lágrimas: «Papi, no puedo dejar de enojarme. Trato, pero no puedo». Aquella ocasión me dio la oportunidad de enseñarle que el evangelio es la respuesta a su condición y de presentarle al Único que puede transformar su corazón.

Aquellos que enseñan a los niños tienen que recordar la misma verdad: no estamos tras un cambio de conducta, sino un cambio de corazón. Si lo vemos desde ese ángulo, es claro que seguiremos enseñando que deben orar como Daniel o tener fe como Noé, pero sobre todo que deben confiar en el Dios de Daniel y Noé. Los llevaremos a la cruz, donde el amor de Dios se mostró en el sacrificio de Jesús por los pecados de Su pueblo (Jn 3:16).

Construyamos un legado espiritual
No debemos desatender las necesidades espirituales de los niños. Por eso te animo a construir un legado espiritual que perdure en el tiempo, para la gloria de Dios, a medida que compartas el evangelio con ellos y encomiendes sus corazones a Dios. Luego prepárate para sentir —en la hora que Dios haya ordenado— una satisfacción que no tiene igual: ver a un pequeño llegar a los pies de Jesús.

Entonces, di junto con el Rey de reyes: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños» (Mt 11:25).

 

Fuente:
Josué Ortiz

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