Efesios 4:26 Definitivamente no hay familia sin conflictos, en algún momento de nuestra vida en familia tendremos que enfrentar conflictos, por diferentes motivos.
Pero el problema no radica directamente en el conflicto en sí mismo, sino en la manera como lo enfrentamos, así como la palabra nos dice que hay cosas que nos pueden molestar y enojarnos, pero no debemos permitir que esa molestia o enojo nos lleve al pecado.
Seguramente en los momentos en los cuales tenemos algún tipo conflicto con alguien de nuestra familia o con alguien externo a nuestra familia pero que de alguna forma está afectando nuestra estabilidad familiar siempre habrán personas que nos darán consejos o recomendaciones sobre qué debemos hacer para resolver estos conflictos familiares, pero para nosotros como familias cristianas los mejores consejos están en la Palabra de Dios.
Pero el problema es que la mayoría de nosotros hemos leído los consejos, se nos han predicado mensajes sobre estos consejos pero no los ponemos en práctica y por eso nunca podemos resolver correctamente nuestros conflictos familiares.
Veamos los consejos que la palabra de Dios nos da para resolver nuestros conflictos familiares:
PRIMER CONSEJO: RECONOZCAMOS PRIMERAMENTE NUESTRAS ACTITUDES EQUIVOCADAS (MATEO 7:3-4)
No podemos tratar de estar en paz con nuestros prójimos si primeramente no reconocemos nuestras propias actitudes negativas que motivan los conflictos en nuestra familia.
Cuando estamos molestos con alguien nos comportamos de manera indiferente y distante con las personas, ignorándolas y no hablándoles.
También muchas veces hacemos comentarios sarcásticos o burlas hirientes, para hacer notar nuestra molestia y enojo.
Muchas veces buscamos la oportunidad para “Pagar con la misma moneda” a la persona que hizo algo que nos molesto o nos daño, es decir buscamos vengarnos de esa persona, pero la palabra de Dios nos manda a no buscar venganza (Levítico 19:18)
SEGUNDO CONSEJO: NO RESPONDAS AL NECIO DE ACUERDO CON SU NECEDAD SINO COMO MERECE SU NECEDAD (PROVERBIOS 26:4-5)
Cuantos necios hoy en dia se creen sabios porque no hacemos lo que la palabra de Dios nos manda: responder al necio como merece su necedad, no darle la razón!
Cuántas necedades hemos escuchado y por no tener conflictos siempre tomamos el camino más fácil y más cómodo de estar siempre de acuerdo con todos aunque estén equivocados y lo que quieran hacer sea algo injusto.
Cuántas veces hemos dicho: tienes razón, cuando lo que teníamos que haber dicho con valentía y en el nombre del Señor era: estás equivocado!
Los conflictos familiares no se resuelven dando la razón al que está más enojado o al más violento, o al que tiene más dinero, sino haciendo lo BUENO Y LO RECTO (Deuteronomio 12:28)
TERCER CONSEJO: TENEMOS QUE REPRENDER A NUESTRO PRÓJIMO QUE NOS OFENDE (LUCAS 17:3)
Cuántos problemas podríamos resolver antes que se hagan más grandes si hiciéramos lo que nuestro Señor Jesucristo dejó escrito en su palabra, pues cuando hay pleitos o si alguien nos ofende directamente lo que hacemos en nuestra “espiritualidad” es comenzar a reprender a satanás.
Siempre decimos; este es el demonio que nos quiere robar la paz, este es el diablo que quiere destruir nuestro matrimonio o nuestra familia, etc, y definitivamente no podemos negar que satanás utiliza personas, hasta hermanos en Cristo, para destruir ministerios, pero la palabra de Dios nos dice que aparte de reprender a satanás, tenemos que llamar al hermano y reprenderlo a él.
Definitivamente es bueno, es saludable que nos hagan ver que lo que hemos hecho ha sido ofensivo, que hemos dañado a una persona, que nuestro comportamiento no es el apropiado, no solamente es bueno y saludable sino que es la forma que nuestro Señor dejó establecida.
Por supuesto que no se trata de humillar a la persona, sino hacerla reaccionar y reflexionar sobre su comportamiento o sobre sus actitudes, por eso se nos dice “estando tú y él solos” como lo dice la frase: Corrige en privado y felicita en público.
CUARTO CONSEJO: TENEMOS QUE PEDIR PERDÓN A LAS PERSONAS QUE PUDIMOS HABER OFENDIDO (MATEO 5:23-24)
Si nuestro hermano tiene algo contra nosotros es porque lo hemos ofendido de alguna manera, aun quizás sin darnos cuenta, pero eso no significa que no debamos pedir perdón por haberle ofendido.
La palabra nos hace comprender que no podemos vivir un cristianismo hipócrita, es decir, actuando como si no ha pasado nada cuando nosotros sabemos que hemos ofendido a nuestro prójimo y que ese prójimo, que puede ser nuestro hermano, hermana, padre, madre, suegra, etc está molesto, triste y resentido contra nosotros.
Nuestro señor Jesucristo nos dice la forma como debemos hacerlo:
Tenemos que buscarlo nosotros a él, es decir tenemos que ser humildes y dejar la soberbia.
No solo basta con decir “perdóname” tenemos que buscar la reconciliación, tenemos que hacer lo que esté de nuestra parte para restaurar la amistad, para arreglar totalmente la situación (Romanos 12:18)
QUINTO CONSEJO: TENEMOS QUE PERDONAR A NUESTRO PRÓJIMO QUE NOS HA OFENDIDO (LUCAS 17:4)
No podemos guardar rencor en nuestro corazón por nuestro prójimo, que nos ha ofendido, tenemos que perdonar sin límites.
Nos conviene perdonar y no guardar rencor, pues los más beneficiados al final somos nosotros porque hay bendición y salvación para las familias que quieren vivir juntos y en armonía (Salmo 133:1-3)