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Consejos a la Hora de Preparar un Sermón

Homilética es el arte y ciencia de predicar para comunicar el mensaje de la Palabra de Dios. Se estudia cómo organizar el material, Preparar el bosquejo y predicar efectivamente. Presenta a través del estudio de sermones ejemplares un modelo útil para los que empiezan a lanzarse al difícil arte de la predicación, mostrando cómo decir las cosas de un modo claro y concreto.

Concretando lo dicho en los capítulos anteriores, podemos definir la gestación de un sermón en la siguiente forma:

El predicador recibe la inspiración del asunto sobre el cual ha de hablar como un mensaje especial de Dios para sus oyentes; como respuesta a sus continuas oraciones pidiendo a Dios la inspiración de mensajes apropiados a las necesidades espirituales de su público.

Encuentra el texto adecuado que define el mensaje. (A veces la inspiración del mensaje viene con el texto, sobre todo si el predicador es un asiduo lector de la Palabra de Dios.)

En otros casos querrá predicar sobre una doctrina bíblica y usará, no uno, sino muchos textos en su apoyo, escogiendo como texto del sermón el que me­jor defina el mensaje o doctrina que desea exponer.

Concentrará el mensaje en una frase corta que se llama tema.

Lo definirá en varias proposiciones o divisiones principales, ya sea usando las palabras o frases más prominentes del texto (sermón textual ilativo), o siguiendo un plan lógico formulado en su mente acerca de los pensamientos que el texto le sugiere (sermón textual-tópico), o bien formará un plan que no tiene nada que ver con las palabras del texto sino con algún mensaje o doctrina bíblica, para el cual el texto le sirve solamente de introducción (sermón tópico).

Escribirá una introducción que despierte la atención y el deseo de los oyentes para escuchar el desarrollo del mensaje. Acerca de esta parte breve pero importantísima del sermón hablamos en un capítulo especial.

Manual de Homilética, predicaciones, sermonesasta aquí tiene formulado el plan o esqueleto del sermón. Aunque el esqueleto es el armazón o apoyo del cuerpo, no constituye el cuerpo en sí, necesita la carne y los órganos que lo completen. Así el sermón con sólo sus divisiones principales no conseguiría el objeto de salvación o edificación de los oyentes. Algunos de los mismos puntos principales no serían ni siquiera comprendidos por los oyentes si no fueran acompañados de una explicación.

El estudiante habrá notado cómo algunos de los bosquejos que dimos en el capítulo I, que se refiere a las diversas formas de sermón textual, los acom­pañamos de subdivisiones para hacerlos más comprensivos, mientras otros más claros o simples los dejamos en esqueleto, sin dar de ellos más que las divisiones principales.

El objeto de las subdivisiones es ampliar el sentido de las divisiones principales para que el pensamiento sea más claro y detallado.

Por lo tanto, las subdivisiones deben ser únicamente el desarrollo de la división principal sin salirse de ella y, sobre todo, sin tratar de explicar lo que ha de exponerse más tarde en alguna otra división.

Tomando el bosquejo que hemos tenido en el ca­pítulo I, página 20, podremos desarrollarlo en esta forma:

Llamamiento Eficaz

Mateo 9:9 Explicar la historia de Mateo de un modo vivo y dramático. Haciendo énfasis en la prontitud con que Mateo siguió a Cristo. Puntualícese lo que dijimos en la introducción del anterior bosquejo: que una sola palabra bastó para cambiar la vida de este hombre, pero:

¿Quién es el que hace el llamamiento?

El Hijo de Dios venido como hombre a la tierra.
El amante Salvador que desea salvar a todos.
El Divino Maestro.
El que sabe lo que hay en el hombre.
El que tiene toda autoridad para invitar y aun mandar.

¿A quién dirige esta exhortación?

A un hombre avaro y entrometido en nego­cios mundanos.
A uno despreciado de todo el mundo por su carácter y conducta.
A uno a quien el dinero no había podido satisfacer.

¿No hay muchos así hoy día y entre los oyentes?

¿Qué significa seguir a Cristo?

Seguir su instrucción, sus enseñanzas.
Imitar sus prácticas: oración, asistencia al culto, caridad, etc.
Acompañarle en sus sentimientos y propó­sitos.
Dejar la compañía que no sigue a Jesús.
Dejar la ocupación que, por no corresponder con el carácter o métodos de Cristo, no puede ejercerse siguiendo a Jesús.

A las posibles circunstancias de los oyentes (sin entrar en detalles que pu­dieran tener un carácter personal para alguno de los asistentes, lo que sería fatalmente erróneo y contraproducente. Dejemos al Espíritu Santo aplicar la Palabra).

Resultados de seguir a Cristo.

Cambio total de vida. No se avergonzó de seguir al Señor.
Procuró que otros tuviesen contacto con Cristo.
Generosidad. “Convidó a muchos”.
Recibió uno de los más altos cargos que Cristo podía dar a los mortales, el ser apóstol.
Ha sido un medio de bendición por medio de su Evangelio no sólo a sus contemporáneos, sino a todas las generaciones de creyentes.

¿No quieres seguir a Cristo hoy y servirle como Mateo para gozar de sus beneficios y ser bendición a muchos?

Las subdivisiones de los dos primeros puntos prin­cipales tienen que ver con la historia de Mateo y no requieren aplicación especial a los oyentes; sin em­bargo, al desarrollar las subdivisiones del primero, el predicador debe pensar en las almas que necesitan un Salvador, al igual que lo necesitó Mateo, y debe hablar con entusiasmo y convicción, aunque lo hará solamente refiriéndose a Mateo, sin hacer invitacio­nes especiales a los oyentes, pues tales invitaciones sólo en casos excepcionales pueden hacerse en el primer punto del sermón. Sin embargo, debe contar la historia de Mateo, pensando en la impresión que hará en el ánimo de los oyentes inconversos lo que está describiendo como de paso, acerca del amor y deseo del Señor Jesucristo de salvar a los pecadores.

Al terminar el desarrollo de las cuatro subdivisiones del punto segundo puede hacerse una aplica­ción personal, diciendo: ¿No te hallas satisfecho y feliz? Cristo te invita, etc.

En el tercer punto casi olvidamos a Mateo, pero no nos apartamos del temía, porque, sin duda, Mateo haría todas estas cosas, sobre todo la 5.a, que está bien declarada en la narración evangélica.

En las cinco subdivisiones del punto cuarto puede observarse una clara gradación que nos permite terminar hablando de la recompensa que Cristo otorga a los que le siguen.

Las subdivisiones deben, pues:

Explicar lo que no sea bien claro en la división principal.
Demostrar y probar que lo afirmado en la división principal es la verdad.

Algunas veces las subdivisiones son respuestas a las preguntas de las divisiones principales, cuando el método de preguntas ha sido usado al hacer el plan general del sermón.

Veamos un ejemplo de ello en este bosquejo sobre Judas:

LA GRAN TRAICIÓN Lucas 22:48

¿Quién comete el gran pecado? «JUDAS». ¿Quién era? Explíquese la dignidad que Jesús le había dado.

Lo que había experimentado en la compañía de Jesús.

Aplicación: Háblese de la dignidad que el hombre ha recibido sobre todos los seres de la Creación, y sobre del privilegio de haber conocido a Cristo por el Evangelio, mientras millones de seres humanos se hallan en la oscuridad e ignorancia espiritual.

¿En qué consiste este pecado? “ENTREGAS”.

Expóngase lo horrendo del crimen. (Abuso de confianza, rechazamiento del amor y advertencias dirigidas durante la última cena.)

¿Cuál es su intento o propósito? (¿El dinero? ¿El rencor por la reprensión en Betania?)

Jesús dice que el que no es con El es contra El. Aquel que no lo acepta, le entrega; el que no le confiesa, le niega.

¿Contra quién lo comete? “AL HIJO DEL HOMBRE”.
Al único hombre puro que había habido.
Al amante Salvador.
Tu Maestro.
Al que conoce todas las cosas.

Todo esto es Jesús para cada alma.

¿Cómo lo realiza? “CON UN BESO”.
Una señal de amistad.
Acto de descarada hipocresía.

Aplicación: Muchos serán condenados por sus actos de religiosidad hipócrita. ¿Serás tú uno de ellos?

Fuente:
Pastor José Vega

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