A veces vamos por la vida pidiendo oración a todo mundo, queremos que todos oren por nosotros, por nuestros problemas, por nuestras enfermedades, por cualquier situación que podamos estar pasando. Y es que hasta cierto punto no está mal, porque la misma Biblia dice que oremos unos por otros.
Pero también existe el extremo, es decir aquellas personas que quieren que otros oren por ellos, porque no tienen la fe suficiente o necesaria para ver su milagro o porque simplemente piensan que Dios escuchara más a otros que a ellos o el extremo de los extremos: porque ellos mismos no oran ni por ellos mismos.
Delante de Dios todos somos iguales, Dios tiene atento sus oídos a cualquiera que vayamos delante de Él con un corazón humilde y pidamos algo que este bajo su voluntad.
Durante muchos años de mi vida, fui testigo de cómo personas preferían que alguien de otra ciudad o un extranjero orara por ellos y no alguien de casa. Miraba como las personas se agolpan a ciertos lugares cuando escuchaban que cierto predicador iba a llegar a esa ciudad e iba a llevar a cabo una cruzada de milagros.
La gente iba a esos lugares y muchos de ellos recibían su milagro, pero mientras yo analizaba el porqué de todo esto, me daba cuenta que las personas iban a ese lugar con una fe tan grande que regresaban con su milagro. Pero no se trataba realmente que el que dirigió esa cruzada tenía un súper poder sobrenatural, sino que simplemente la gente llegaba a esos lugares con un corazón dispuesto, con una fe tal que una pequeña oración podía hacer milagros en su vida, porque esta gente creía y de la forma que creía se le era hecho.
Todo esto me lleva a reflexionar en la historia del Centurión y Jesús (Mateo 8:5-13), aquel hombre que creía en que solo las Palabras de Jesús eran necesarias para que su criado recibiera la sanidad que necesitaba. Aquel hombre del cual Jesús se maravillo por la fe que tenía.
Me encantan las Palabras de Jesús cuando le dice: “…Ve, y como creíste, te sea hecho…” (Mateo 8:13). Y es que esa es la CLAVE, creer como que si está hecho.
No podemos pasarnos la vida yendo de un lugar a otro, esperando que un día la fe de alguien haga efecto en nuestra vida. Al contrario, tenemos que permitir que NUESTRA FE en lo que Dios puede hacer, HAGA EFECTO EN NOSOTROS.
Me encanta el pasaje Bíblico en donde Jesús le dice a sus discípulos: “–Confíen en Dios. Les aseguro que si tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que pidan en sus oraciones sucederá. Si le dijeran a esta montaña: “Quítate de aquí y échate en el mar”, así sucedería. Sólo deben creer que ya está hecho lo que han pedido”. (Marcos 11:22-24 Traducción en lenguaje actual)
Según ese pasaje bíblico, ¿Cuáles son los requisitos para que las cosas sucedan?, yo encuentro por lo menos tres cosas importantes en esos versículos que son:
- Confianza
- No dudar del Poder de Dios.
- Creer que ya está hecho.
Si nosotros aprendemos esas tres cosas, podemos estar seguros que NUESTRAS ORACIONES serán contestadas, siempre y cuando lo que pidamos este bajo la voluntad de nuestro Padre.
Tú tienes la fe suficiente para mover la mano de Dios, no está mal que otros te apoyen en oración, pero también necesitas activar tu fe, comenzar a ponerla en práctica, empezar a confiar, a no dudar ni una milésima de segundo de lo que Dios a través de su poder puede hacer y sobre todo creer que eso que estas pidiendo ya está hecho.
Recuerda que lo que dice Hebreos 11:1 “Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo”. (Traducción en lenguaje actual)
Es hora de comenzar a creer al Señor por nuestra propia cuenta, es momento de confiar plenamente que nuestras oraciones pueden ser poderosas si: confiamos, no dudamos y creemos que ya está hecho.
Hoy te invito a que comencemos a poner en práctica nuestra fe y no depender mucho de la fe de otros, que las oraciones de otras personas solo sea el refuerzo, la fortaleza de las nuestras.
Dios quiere escuchar tu oración de fe y sobre todo quiere mostrarte que cuando confías y crees en lo que El puede hacer, sin dudar, todo lo que este bajo su voluntad se dará o te será hecho.
¡Vamos!, Solo confía, no dudes y sobre todo cree