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Confiar en Dios

Todos los días las creyentes hacen decisiones que manifiestan su confianza en Dios. No obstante, la experiencia de confiar en Dios no siempre debería de ser experimentada cuando la confianza propia se agota y no queda más remedio que confiar en Dios. En proverbios 3:5-7 (RVC) se encuentran cuatro pilares necesarios para confiar en Dios y disfrutar de la bendición que es florecer en la confianza en Dios. «Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor y apártate del mal.» Estos versículos recomiendan lo siguiente:

Confiar en el Señor de todo corazón
Lo primero que este versículo anima al creyente a hacer es a confiar en Dios de todo corazón. La palabra confiar viene del «hebreo ‘bataj’ que significa poner la confianza en, estar seguro sin temor, una confianza firme.»(1) Esto significa confiar sin resbalar y sin dudar, pero Dios requiere hacerlo de todo corazón. Aunque el corazón puede ser maligno (Mateo 9:4, 15:19) también tiene integridad (Génesis 20:6), pureza (Mateo 5:8), la habilidad de ser usado para amar a Dios plenamente (Mateo 22:37) y por la gracia de Dios también se puede usar para confiar completamente en El (Proverbios 3:5). Para confiar con todo el corazón, primero se necesita darle al Señor el corazón completo, aunque el corazón este destrozado, angustiado, desesperado y cuando las cosas no tienen sentido de acuerdo a las calamidades que hay alrededor. Es necesario recordar que «El Señor cura un corazón roto, pero primero necesita que le entregues todos los pedacitos.»(2)

No confiar en ti misma
La cristiana que confía en su misma prudencia es insensata, automáticamente asegura su fracaso espiritual y le falta la sabiduría. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los insensatos desprecian la sabiduría y la disciplina (Proverbios 1:7, RVA-2015). La sabiduría es gratis, solamente hay que pedírsela a Dios (Santiago 1:5). La confianza en Dios enriquece cuando la oración se convierte en una disciplina diaria. Pasar tiempo con Dios engrandece el compañerismo espiritual y nuestra confianza en él.

Reconocerlo en todo
Reconocer a Dios al caminar diariamente con él es manifestar la convicción de que Dios todo lo puede. Todo se pone en sus manos y, al hacerlo, la palabra de Dios dice que, «El enderezará tus sendas.» Él te ayudará o quitará los obstáculos que perturban tu camino. Dios todo poderoso creador de todo y quien merece que se le dedique todo lo que hacemos, está pendiente de cada creyente para ayudarlo a caminar personalmente. El llamado de Cristo cuando dijo, «Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma; porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana» (Mateo 11:28-30, RVC), puede agregar paz al reconocer quien Dios es.

Adquiere un temor saludable hacia el Señor
El temor a Dios necesita ser saludable. No es un temor basado en la ira de Dios, sino que es una reverencia a Dios que nos da propósito y resulta en obediencia, amor y disciplina hacia el Creador. Es una sumisión a la voluntad de Dios. Temer a Dios es amar a Dios porque él nos amó primero (1 Juan 4:7-10). Este temor saludable se adquiere al leer y meditar en la palabra de Dios, venir en oración al Padre en nombre de Cristo diariamente, pedir sabiduría, obedecer sus mandatos y reconocer la grandeza, majestad y magnificencia de Dios. El temor a Dios es limpio y permanece (Salmos 19:9), aborrece el mal (Proverbios 8:13) y es el principio de la sabiduría (Proverbios 1:7).

Medita en lo siguiente
Cuando Jesús estaba agonizando en la cruz, el encomendó su alma al Padre, «En ese momento Jesús clamó a gran voz, y dijo: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.’ Y después de haber dicho esto, expiró» (Lucas 23:46, RVC). Noé confió y esperó en Dios cuando otros se burlaban de él y su fidelidad a la promesa de Dios (Génesis 6-8). Ana confió en Dios cuando hizo su petición para el hijo que nunca llegaba y después de orar y hacer su petición, lo puso todo en las manos de Dios (1 Samuel 1:9-23). Agar confió en Dios en medio de su tempestad porque Dios ya le había dejado saber quién él era (Génesis 16:1-15). Hay más ejemplos bíblicos de aquellos quienes le tuvieron confianza a Dios. ¿Y por qué el cristiano no confía en Dios?

El confiar en Dios requiere obediencia y no poner la esperanza en los demás (Salmos 40:4). El que confía en Dios recibe la gracia de Dios (Salmos 32:10), la presencia de Dios (Salmos 9:10) y la esperanza en Cristo Jesús (2 Corintios 3:4-6).

Fuente:
Pastora Clara Molina

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