Para tener una vida inamovible, tienes que aprender a tener una confianza experiencial, una confianza basada en las experiencias que has tenido en el pasado. Tus experiencias del pasado deben darte una confianza hoy, sabiendo que, si pudiste superar esas cosas del pasado, entonces, lo que estás pasando hoy no debe afectar tu vida, porque tienes la experiencia.
Cuando, en medio de las peores crisis, sobrevives, cuando enfrentas nuevas situaciones, sabes de antemano que esto también va a pasar. No importa lo que venga, puedes estar tranquilo, seguro de que Dios te va a dar la victoria. Porque, si de aquella crisis Dios te sacó, de esta también te va a sacar.
Pablo decía, en 1 Corintios 15: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? A Pedro lo habían apedreado, lo habían dado por muerto; y él se levantó, se sacudió, le perdió el miedo a la muerte. Cuando la muerte lo amenazaba, él le decía: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? Aguijón, porque es como las abejas, que cuando te pican, dejan su aguijón y tú sigues caminando, pero la abeja se muere. Cada vez que viene una abeja a amenazarte, tú te tratas de cubrir, por supuesto; pero, si un día te pica, tú sabes que ese no es tu final; y el día que la abeja te pique, se te va el miedo porque tú sabes que, cuando te pica, ella se muere y tú sigues vivo.
Mira al futuro y dile: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? Si Dios ya te libró en el pasado, de esta también te va a librar. Él lo hizo en el pasado, y lo vuelve a hacer hoy. Eso es confianza experiencial. Tus experiencias te ayudan a construir una vida inamovible para que, cuando venga la amenaza futura, tú la puedas mirar a los ojos y decirle: ¿Dónde está tu aguijón?
Deja de evitarles problemas a tus hijos, porque les quitas la oportunidad que tú tuviste de crecer; porque lo que tú eres hoy es producto de todos los problemas que has vencido. Tú no quieres que tus hijos pasen por los problemas que tú pasaste, pero tienen que pasar por sus propios problemas para que puedan tener la experiencia de que Dios los libró y que no importa lo que venga, Dios les va a dar la victoria. El Dios que lo hizo en el pasado, lo va a volver a hacer. Esa es tu confianza y tu seguridad.
Cuando tú tienes experiencias y ves a Dios en medio de ellas, se crea esa seguridad donde puedes mirar a la cara al problema y decirle: ¿Dónde está tu aguijón? No te tengo miedo. Ante la amenaza del mundo de que vas a perderlo todo, di: Ya lo perdí una vez; me levanto otra vez.
Para poder llegar a este proceso en tu vida, tienes que tener la confianza y la seguridad de que Dios no cambia. Malaquías 3:6 dice: Porque yo Jehová no cambio. Si algo tienes que tener tú seguro en tu vida, es que Dios sigue siendo el mismo ayer, hoy y siempre. No importa los cambios que vengan o cómo la gente cambie; los tiempos y la gente van a cambiar, pero Dios no va a cambiar. Dios no cambia. Así que, cuando tú estás en medio de posibles cambios, problemas en tu vida, tienes que saber que Dios no cambia. Eso te debe dar la seguridad y la certeza de que, si estuvo contigo ayer, va a estar contigo hoy. Dios no cambia su opinión de ti por tus acciones, por lo que otros piensen o digan; Dios no cambia, Él es el mismo ayer, hoy y siempre, sin importar lo que pase. Él estuvo contigo ayer, está contigo hoy, y mañana también estará. Esa debe ser tu seguridad y tu confianza.
No siempre vamos a enfrentar problemas a los cuales tengamos ya una experiencia de haber pasado por ellos. Tus hijos, por ejemplo, tienen la ventaja de poder aprender de las experiencias que has vivido tú. Dios le dijo a Josué: De la misma manera que estuve con Moisés voy a estar contigo. Josué enfrentaría algo que nunca había enfrentado, una gran tarea, algo fuerte, difícil; y Dios le dice que, de la misma manera que estuvo con Moisés, estaría con él. Por eso, en el Antiguo Testamento, era muy importante conocer el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; el Dios de sus abuelos, de sus padres, de sus antepasados.
Necesitaban saber que, como Dios estuvo con sus padres, estaría con ellos.
La experiencia que Dios te está dando es para darle testimonio a las nuevas generaciones para que, cuando venga el aguijón delante de ellos, puedan decir: Si Dios lo hizo con nuestros padres, lo va a hacer con nosotros. El Dios de Abraham, Isaac y Jacob, está también contigo hoy.