En Hebreos, el autor está trabajando con un problema que tiene la iglesia. Que, mientras más van creciendo en el Señor, más incrédulos se tornan.
“ Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés?” Hebreos 3:12-16
Dios dice: No endurezcas tu corazón a través de la vida; No vaya a ser que, cuando Dios te diga que hagas, que creas, no lo hagas. El problema que hoy vemos en la iglesia, es que muchos van a la casa del Señor pero no creen de la misma manera. La fe no es con la misma pasión, no es el mismo deseo; Estamos cómodos, dejamos de aspirar, de creer. Vamos a la casa del Señor, cantamos el mismo corito, aplaudimos, y pensamos que con eso agradamos a Dios; Pero si no lo hacemos con fe, no es así. Dios no está pasando lista para ver quién llegó y quién no. Él lo que está es buscando es a aquel que cree, al que está creyendo, al que está esperando algo por fe, aquel que todavía después de los años todavía cree y que no necesita de más nada para seguir creyendo.
No seas tan conocedor de la Palabra que pierdas la fe. Hay quien sabe mucho de teología, pero cuando miras sus resultados tú sabes que no está viviendo por fe porque no hay grandes resultados. Mejor que estar en el listado de aquellos que saben mucho, es estar en el de aquellos que lo creen todo.
El problema que Pablo ve es que la gente va perdiendo la confianza y se vuelven incrédulos de corazón; Y ahora cuando Dios dice algo, no se provoca nada en su corazón. Cada vez que tú recibas una de estas palabras, si tu corazón no salta para aspirar por algo más grande, es porque está endurecido. Esta palabra va dirigida siempre a provocarte a creer por algo. Si, ante lo que Dios hace en la vida de otro, tu corazón reacciona con envidia, tu corazón está duro. Pero, si cuando lees esta palabra tu corazón estalla con fe, te lleva a creer que si otros lo alcanzaron, tú lo puedes alcanzar.
Dios se va a encargar de ponerte en la lista correcta, si tú haces las cosas por fe.
El problema del corazón que se daña es por la poca confianza que sentimos en nosotros mismos. En Mateo 25, vemos la historia de un hombre que tiene unos servidores, y les da varios talentos a cada uno; A uno cinco, a otro dos, y al otro uno. El de cinco, los duplica; El de dos, también; Pero el de uno, lo esconde. Cuando llega el Señor, este último siervo le dice: Sé cómo eres, y lo escondí, tuve temor de perderlo. El Señor le dice que debió darlo a alguien que hiciera algo para que al menos él tuviera intereses. ¿Qué le faltó a ese hombre que tenía un talento? La confianza en él de que el Señor estaba creyendo que él podía hacer algo con lo que tenía en la mano. Cuando el mundo se encarga de marcar tu confianza en ti, de bajarte la autoestima, de señalarte; Cuando el mundo se logra meter en tu cabeza, señalarte y bajar tu confianza en ti mismo, no hay forma en que tú puedas tener fe que Dios puede hacer algo contigo. Este hombre decía: Yo dudo de mis capacidades; No voy a poder multiplicar ese talento. Pensando así, no puedes tener fe.
Tú amas a Dios, pero tienes poca confianza en ti mismo porque el mundo te ha señalado, la gente te señala, alguien siempre te acuerda tu ayer, tu pasado, lo que ocurrió. Has perdido la confianza porque perdiste algo en el pasado; Intentaste un negocio, no te salió, lo perdiste, y ahora no te atreves creer, y con el poquito que tienes no estás haciendo nada. Has perdido la confianza y ahora tu corazón se ha vuelto duro. ¿Por qué se vuelve duro tu corazón? Porque eres incrédulo, porque no confías en ti. A todos nos pasa. Nuestros prejuicios hacen nuestros corazones incrédulos, y no nos dan confianza.
Quizás no tienes confianza en ti por lo que te pasó en el ayer, o por el pecado que estás viviendo, o por tus fracasos del pasado, o porque te han señalado y te han dicho que no puedes, que no lo vas a lograr; Pero, si toda esa gente de Hebreos 11 está en esa lista, tú también puedes vivir por fe. Lo único que Dios va a contar es tu fe. Quizás tú nunca estarás en el estándar de los religiosos, de la gente de esta tierra, pero todo lo que Dios necesita es que tú hoy creas y que no pierdas la confianza, a pesar de tu pasado.
Te has estado quejando con Dios por todo lo que no tienes, y hoy Dios te dice: Tienes tantas cosas que antes no tenías, pero no confías ni en ti ni en mí, como confiabas antes. Aunque no tienes todo lo que quieres, tienes más; Lo que a veces te falta es la confianza que tenías cuando no tenías nada; Porque, cuando no tenías nada, pensabas que tenías que confiar en Dios, pero ahora que tienes, piensas que tienes que confiar en lo que tienes o en lo que no tienes; Y es ahí que el corazón se daña y no hay nada de lo que Dios te diga que puedes hacer que funcione porque Dios te dice que vas a prosperar, y tú piensas: No tengo crédito. Pero, ¿quién te dice que depende de tu crédito? ¿Quién te dice que depende del banco? Si no hay confianza ni en Dios ni en ti, no hay fe; Pero, si hoy, tienes confianza en Dios y en ti, a pesar de lo que tú has vivido, nada te será imposible.
Llegó el momento de que aprendas a vivir por fe. No uses la fe para obtener algo, sino para vivir. No la uses para tener cualquier cosa sino para vivir cuando te levantas, cuando te acuestas, cuando vas por el camino, y en el nombre poderoso de Jesús, un día tu nombre aparecerá también en el listado de los héroes de la fe.