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Con los ojos puestos en Dios hasta el final

Salmo 16:8 (NTV)
“Siempre he puesto al Señor delante de mí;
no seré sacudido porque Él está a mi lado.”

Este versículo es una declaración poderosa de confianza y fe. Nos recuerda que cuando mantenemos nuestros ojos fijos en Dios, nuestra vida se sostiene sobre una roca firme, aun en medio de las tormentas.

El salmista nos enseña que la presencia constante del Señor nos da seguridad, fortaleza y paz interior. Cuando miramos a Dios, el miedo se disipa, la ansiedad se calma y la duda pierde poder. Él es quien nos sostiene, quien renueva nuestra esperanza y quien nos guía, aun cuando todo parece incierto.

A medida que se acerca el final de este año, no miremos lo que hemos perdido ni lo que no salió como esperábamos. Miremos hacia arriba, al Dios que sigue siendo fiel, al Dios que ha estado con nosotros en cada lágrima, en cada noche difícil, y también en cada pequeño milagro cotidiano.

Puede que muchos como yo llevamos cicatrices del alma, recordando a quienes amamos y ya no están. Pero aun con el corazón sensible, seguimos en pie, confiando en que la historia no termina en el dolor, sino en la promesa de un Dios que hace nuevas todas las cosas.

Por eso, sigamos orando, creyendo y levantándose desde lo más profundo del corazón. No bajemos los brazos ahora. Terminemos el 2025 de rodillas, pero con el espíritu en alto, sabiendo que el Dios que comenzó la obra en nosotros la perfeccionará hasta el final.

Él está a tu lado, y mientras tus ojos permanezcan puestos en Él, nada podrá sacudir tu fe.

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