Articulos

Con el mismo Dios

Cuando Jacob huye por su vida, ¿para dónde iba? Según su madre, a buscar esposa en Harán. Lo interesante es que, a su padre, Isaac, le buscaron esposa, alguien fue por él; Abraham mandó a Eliezer; pero Jacob se tuvo que ir solo. Jacob sabía que tenía que buscar esposa, pero por lo general, los padres participaban del proceso. Este joven tenía la misma instrucción, pero tenía que ir solo y sin dirección; no tenía seguro lo que iba a pasar. Harán era retroceder, era volver atrás; pero su mamá, sin saber lo que estaba haciendo, solo para protegerlo, lo mandó a caminar para atrás, sin darse cuenta que en ese proceso de caminar para atrás es donde este joven tiene un encuentro con Dios. Quizás, sin conocerlo, aunque iba sin dirección, iba caminando el mismo camino que caminó Abraham para llegar a la tierra prometida. Históricamente, Bethel no fue llamada así por Jacob, sino por Abraham, porque tuvo una experiencia aquel día. El Dios que te prometió a ti, aunque tus hijos caminen para atrás, se van a encontrar un día con el Dios que tú te has encontrado.

Has estado preocupado porque ves a tus hijos retrocediendo, caminando y mirando hacia atrás, pero hay una promesa de Dios para tu vida; Él no va a dejar a tus hijos, a tus generaciones, a tus nietos. Lo que parece un retroceso será el mismo camino. Uno no quiere que ellos pasen lo que uno pasó, y ojalá nunca lo pasen y puedan seguir hacia adelante, pero la verdad es que los hijos toman decisiones y, a veces, uno los ve caminando para atrás y nos da tristeza porque no los puede dirigir. Rebeca tuvo que mandarlo a él a que buscara una buena esposa; a Isaac no, a él se la buscaron. Pero, en ese caminar para atrás, hay un lugar donde tú te encontraste con Dios, y a ti te prometió que Él iba a bendecir a tus generaciones, a tus hijos.

Aunque tú veas a tus hijos caminar para atrás, sin dirección, un día llegarán a la casa de Dios y puerta del cielo. Dios les va a dar un encuentro que cambiará sus vidas para siempre, y pronto los vas a ver regresar a tu casa en paz. Veinte años después, Jacob volvió a aquel lugar, y regresó en paz, en bendición.

Si tú tienes hijos que están yendo para atrás, más que nunca tú debes agarrarte de la promesa de Dios, caminar con Él y creerle, declarar que su palabra se cumple en tu vida. No importa lo que veas, aunque caminen el mismo camino que tú, un día se van a encontrar con el mismo Dios que tú te has encontrado. Y, si eres tú quien camina hacia atrás, si parece que tu vida está retrocediendo, que va de mal en peor; prepárate porque el Dios al que tú le sirves también es un Dios que te encuentra en los peores momentos de tu vida. Cuando tú piensas que vas para atrás, es cuando, de repente, viene un resorte de bendición para tu vida, que te impulsa al destino que tú jamás habías pensado. El Dios al que tú le sirves, no te ha dejado, y hoy te dice: Yo estoy contigo.

Este hombre lleva 2 días caminando, solo. Qué duro es estar solo. Lo duro de estar solo es que estás contigo. Él iba caminando y pensando: Hice mal, engañé a mi papá, desperdicié todo, ¿cómo arreglo esto? Iba pensando: ¿Cómo le doy la cara a mi padre, y a Dios? Seguramente no quería ni dormir, pensando que, si dormía, tendría pesadillas. Y prefiere caminar por 2 días con esa angustia, hasta llegar a un lugar y quedarse rendido. Si hubiera podido estar 3, 4, 5 días sin dormir, lo hubiera estado. Quizás tú andes de esa misma manera; cada paso que das es en retroceso, y la angustia mental que tienes es tan grande; ves a tus hijos y preguntas dónde fallaste; ves tus errores del pasado, tu problema económico y te preguntas cómo darle para atrás a todo. Quizás tú hoy, cuando duermes, es únicamente porque ya no puedes seguir caminando; la angustia es tanta por el pasado, por el ayer, por las dificultades y problemas, por lo que no se dio, lo que hiciste mal. Pero qué grande es Dios que, a pesar de todo eso, se encuentra con Jacob. Jacob cargaba vergüenza por haber engañado a su padre. Pensaba que había degradado el nombre de Abraham, su padre; había perdido su tierra, su herencia, su familia, llegando a ser un hombre insignificante, con miedo a su futuro. Y para todas esas cosas, Dios le dio una palabra. En aquel encuentro con Dios, Dios le dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Abraham; en otras palabras: No tengas vergüenza; tú no has dañado tu herencia, tu nombre; también soy el Dios de Isaac; traicionaste a tu padre, pero yo voy a cumplir mi promesa hacia él. También le dijo: Perdiste tu tierra, sí; pero esta tierra en la que estás, yo te la voy a entregar. Le dijo: Perdiste tu familia, pero te voy a dar descendientes como el polvo de la tierra; te sientes insignificante, pero la gente de esta tierra será bendita por ti; tienes miedo a tu futuro, pero yo voy contigo dondequiera que tú vayas; no tienes que tener miedo al fracaso, porque no se trata de lo que tú vas a hacer, sino de que yo haré contigo lo que te he prometido, y no te voy a dejar hasta que se cumpla.

Quizás hoy tú llevas una carga mental, emocional, espiritual; tu vida parece que va para atrás; hoy Dios se encuentra contigo y te recuerda sus promesas para tu vida. El miedo al futuro va a desaparecer; esa culpa que llevas, hoy, desaparece; la carga que llevas, hoy, se va; la presión con la que has estado cargando desparece en esta hora. La presencia de Dios hoy te impulsa; su paz está sobre tu vida. Deja que Dios redarguya tu corazón. Tú has pensado en rendirte, pero Dios no se ha rendido contigo. Tú has pensado en dejarlo todo, pero Él no ha pensado en dejarte jamás.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba