
El salmista nos enseña que la unidad entre hermanos es como el rocío del Hermón, que desciende sobre los montes de Sion. El rocío es silencioso, pero refresca la tierra, la prepara para dar fruto y mantiene la vida en lugares donde la sequía amenaza. Así también la buena comunicación en la familia tiene ese poder: renueva, fortalece y da vida a las relaciones. Salmo 133-3
En muchos hogares hay palabras duras que hieren más que una espada, silencios que enfrían los afectos y conversaciones que solo traen discusiones. Pero el Señor nos recuerda que donde hay armonía, diálogo y respeto, allí Él derrama bendición y vida eterna. La comunicación que edifica es un regalo de Dios, y al mismo tiempo una responsabilidad que debemos cultivar.
La comunicación que desciende como rocío no se impone, ni grita, ni busca tener la razón siempre. Más bien, refleja el carácter de Cristo: escucha, entiende y responde con gracia. Así como el rocío cae de lo alto, también nuestra forma de hablar debe venir de lo alto, inspirada por el Espíritu Santo.
Un hogar donde se habla con amor y se escucha con paciencia, se convierte en un lugar donde fluye la presencia de Dios. Allí los conflictos no son murallas, sino oportunidades para crecer en comprensión. Allí la palabra no se usa para destruir, sino para dar vida, sanar y unir.
El apóstol Pablo nos recuerda: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Colosenses 4:6). Si dejamos que el Señor guíe nuestras conversaciones, nuestras palabras se convertirán en rocío que refresca los corazones cansados, que cura heridas pasadas y que fortalece la unidad familiar.
Pidamos a Dios que nuestra comunicación en el hogar sea como ese rocío que desciende suavemente: sin ruido, pero con poder; sin imponerse, pero con fruto. Porque allí, en esa unidad y en ese hablar guiado por el amor, el Señor promete enviar bendición y vida eterna.
Señor amado Hoy queremos darte honra y gloria,gracias por el regalo de la familia, te damos gracias por el regalo de la familia
Te pedimos que purifiques nuestras palabras, que nos enseñes a hablar con amor, a escuchar con paciencia y a responder con sabiduría..
Que en nuestro hogar no falte el rocío de Tu gracia,
que nuestras conversaciones traigan paz y unidad,
y que en cada diálogo Tu presencia se haga sentir.
Danos corazones humildes para pedir perdón,
labios que bendigan y no maldigan,
y un espíritu dispuesto a mantener la armonía.
Así como el rocío da vida a la tierra,
que Tu Espíritu renueve nuestra comunicación
y haga de nuestra familia un lugar de bendición y vida eterna.
Así como el rocío da vida a la tierra,
que Tu Espíritu renueve nuestra comunicación
y haga de nuestra familia,iglesia y nación, un lugar de bendición y vida eterna.
En el nombre de Jesús, te lo pedimos Señor.