¿Recuerdas la historia de José? Sus desalmados hermanos fingen su muerte y lo venden a unos traficantes de esclavos. Las cosas van de mal en peor, por lo que José termina confinado en un calabozo egipcio. Trece años más tarde, en el ascenso más sorprendente al poder político de todos los tiempos, José se convierte en el hombre de confianza del Faraón. Entonces es cuando sus hermanos acuden en busca de comida. Pero en vez de vengarse de ellos, José les dice: «Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente».
Déjame hacer una ingeniería a la inversa.
¿Recuerdas por qué los hermanos de José lo vendieron como esclavo? La respuesta corta es Génesis 37:8: «Lo odiaron aún más por los sueños que él les contaba». Así que, por burla, llamaron a José «el soñador» (v. 19).
Sin duda, tus sueños inspirarán a muchas personas. Pero también provocarán a la oposición. Causarán una gran variedad de reacciones, incluidos los celos y la ira. Algunas personas incluso pueden querer matarte por ellos. ¿Por qué? Porque alteras lo establecido.
Todo soñador tiene que lidiar con los detractores, yo he tenido más de la cuota que me corresponde. Así que permíteme que te diga lo que he aprendido sobre cómo lidiar con la crítica. Antes que nada, no dejes que una flecha de crítica te atraviese el corazón, a menos que pase primero por el filtro de la Escritura. En segundo lugar, debes aceptar el hecho de que puedes complacer a todas las personas algunas veces y a algunas personas todo el tiempo; pero no puedes complacerlas a todas todo el tiempo.
Seguro que vas a ofender a alguien. Tienes que decidir a quién. ¿Mi consejo?
Ofende a los fariseos, aquellos que se muestran indiferentes y que te menosprecian mientras se alejan del Espíritu de Dios. Jesús jugó ese papel ofensivo de manera deliberada y con regularidad.
Tu sueño va a inquietar algunos gallineros, pero no juegues el papel de gallo. Opera con un audaz espíritu de humildad, consciente de que Dios va delante de ti. Convierte el daño que otros te harían en el tipo de bien que solo Él puede lograr.
Además, recuerda esto: Un halago de un necio es realmente un insulto y un insulto de un necio es realmente un halago. Asegúrate de considerar la fuente. Y nunca abandones tu sueño.
¿Qué tipo de crítica u oposición has estado recibiendo? ¿Cómo debes responder?
«El más grande mover de Dios está por venir»
Durante trece años, National Community Church funcionó en los cines de D.C. Union Station, por donde pasan diariamente cien mil personas. Eso no solo nos puso en el medio del mercado, sino que nos dio notoriedad. No muchas iglesias tienen su propia parada de metro, su estación de tren o su parada de taxis enfrente de su puerta.
Esa oportunidad dorada comenzó con una llamada telefónica en la que me informaban que Giddings School, la escuela pública donde nos reunimos, estaba cerrando sus puertas debido a violaciones del código de incendio. Mi reacción inmediata fue de miedo porque nos puso a punto de convertirnos en una iglesia errante. Pero pronto descubrí que algunos de los mejores movimientos de Dios son las puertas cerradas.
Cuando reflexiono en eso, me río del hecho de que estaba muy asustado cuando las puertas de la escuela Giddings se cerraron. Incluso tengo el diario en el que escribí que nos habían «arrinconado». Parecía como si hubiéramos caído en un pozo con un león en un día nevado. En ese momento no pude ver una salida a aquello.
Lo mismo sucedió cuando, trece años después, recibí una llamada telefónica informándome que las salas de cine de Union Station estaban cerrando. Al principio me asusté. ¿Cómo se reubica una congregación que tiene miles de asistentes? Sin embargo, en los años transcurridos desde que Union Station cerró sus puertas, Dios nos ha concedido propiedades por más de cincuenta millones de dólares. Para mí, eso es increíble; y no es coincidencia que comenzó con una puerta cerrada.
Recuerda Apocalipsis 3:7: «Esto dice… el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir». Me encanta la primera mitad de esta promesa. ¿La segunda mitad? No tanto. Pero no puedes reclamar la mitad de las promesas de Dios. Tienes que reclamarlas completas. Son un paquete.
Si eres como yo, te han de encantar las puertas abiertas. Pero algunos de los mayores milagros en mi vida, y apuesto que los tuyos también, han comenzado con una puerta cerrada. ¡Así que alabado sea Dios por ambas cosas!
Ahora, permíteme cambiar la metáfora para animarte si estás preocupado en este momento:
Así como el águila madre que saca a sus polluelos del nido cuando son lo suficientemente fuertes como para volar, Dios podría estar revolviendo tu nido. Puede que temas caerte. Pero la intención de Dios es hacer que vueles.
¿Dónde oyes que se cierran las puertas? ¿Dónde podrían estar abriéndose otras más prometedoras?
«El prólogo de cada historia exitosa»
El predicador puritano estadounidense Cotton Mather invitó a su casa a cenar al joven Benjamin Franklin y luego de comer le mostró su biblioteca. Mientras caminaban por un estrecho pasillo hacia la biblioteca, Mather le gritó a Franklin: «¡Agáchate! ¡Agáchate!»
Franklin no entendió la exhortación hasta que fue demasiado tarde, golpeándose la cabeza con una lámpara.
Mather convirtió aquella anécdota en un sermón. «Que esto sea una advertencia para ti: no siempre se puede mantener la cabeza tan alta. Agáchate, joven, agáchate a medida que avanzas por este mundo, y evitarás muchos golpes».
Muchos años después, Franklin le dijo al hijo de Mather que nunca olvidó ese momento. «Ese consejo, así como me golpeó en la cabeza, con frecuencia me ha sido útil», dijo Franklin. «Y a menudo pienso en ello cuando veo el orgullo y las desgracias que la gente se provoca por llevar la cabeza demasiado en alto».
Uno de los momentos decisivos de mi vida sucedió cuando un interno me hizo una observación. Declaré algo con mucho orgullo sobre nuestra iglesia, National Community Church, y el joven me llamó la atención por eso. Al principio me puse a la defensiva. Pero ahora le agradezco mucho que tuvo el valor de corregirme.
En verdad, no quiero dar la impresión de que he vencido al orgullo. Como cada uno de los siete pecados capitales, el orgullo tiene nueve vidas. Tienes que pelear esa batalla todos los días, pero hay victorias decisivas. Y yo tuve una de ellas.
Hay una secuencia en las Escrituras que es sacrosanta. El orgullo precede a la destrucción. Del mismo modo, la humildad viene antes que la honra. En el orden espiritual de las cosas, eso es inviolable.
El orgullo es el primer capítulo en el libro del fracaso.
La humildad es el primer capítulo en el libro del éxito.
Dios no te pondrá en una posición de liderazgo hasta que tomes una posición de servicio. Por tanto, cuando persigas el sueño del tamaño de Dios, que Él te dio, recuerda la actitud que debes mantener de principio a fin: ¡Agáchate!
Y entre tanto tengo un consejo para ti. Hay dos formas de ser humilde. Puedes humillarte o dejar que Dios te humille. Escoge lo primero para que no tengas que experimentar lo último.
¿Cómo puedes hacer para que otros vean a Dios en ti con más claridad?
«Acechar o ser acechado»
La Escritura no explica qué estaba haciendo Benaía ni a dónde iba cuando se cruzó con el león. No sabemos la hora del día ni su estado de ánimo. Pero las Escrituras revelan su reacción, la cual fue de valentía.
Ponte en el lugar de Benaía.
Tu visión se enturbia por la nieve que cae y tu aliento helado. Por el rabillo del ojo detectas un movimiento. Tus pupilas se dilatan. Los músculos se te contraen. La adrenalina bulle. Hay un león merodeando su presa: tú.
En la naturaleza, las escenas de hombre contra león siempre son iguales. El hombre corre, el león lo persigue, y el rey de la selva se almuerza un sándwich de hombre. Pero Benaía le da la voltereta al guion. ¡Eso es lo que hace la valentía! No sé si fue su mirada o la lanza que tenía en su mano, pero el león dio media vuelta y Benaía lo persigue.
Benaía rastrea las huellas de las patas felinas en la nieve recién caída, llegando finalmente al lugar donde el suelo ha cedido bajo el cuerpo de doscientos treinta kilos del león. Unos ojos amarillos brillan desde el fondo del pozo. Benaía da un salto, desapareciendo en la oscuridad. Un rugido ensordecedor resuena entre las paredes de la caverna, seguido por un grito de guerra espeluznante.
Entonces se siente un silencio, el silencio de la muerte.
¿Qué ha sucedido? ¿Quién ganó?
Al fin se divisa una figura humana que sale del hoyo. Gotas de sangre colorean la nieve que se ve rosada. En el brazo que sostiene la lanza de Benaía se observan las marcas de unas garras.
Contra viento y marea, el valiente guerrero de Cabsel ha ganado una victoria épica.
En cada travesía ideal, llega un momento en el que se debe dejar de vivir, como si el objetivo de la vida fuera llegar sano y salvo a la muerte. Tienes que perseguir un sueño que, sin la intervención divina, está destinado a fallar.
Tienes que ir por lo grande o irte a casa.
Tienes que tomar el camino menos transitado o conformarte con lo normal.
Tienes que hacerlo u olvidarte de tu sueño.
Si te encuentras en un pozo con un león en un día nevado, tienes que tomar una decisión. Una decisión que determinará tu destino. Puedes huir de lo que temes, pero estarás corriendo el resto de tu vida. O puedes enfrentar tus miedos, dar un salto de fe y perseguir al león.
¿Cuál es tu «león»? ¿Qué vas a hacer con él?
«Hasta aquí todo Dios»
Después que los israelitas lograron una victoria desconcertante sobre los filisteos, el profeta Samuel construyó un altar y lo llamó Ebenezer, lo que significa que el Señor los había ayudado hasta ese momento. El altar era una forma de decirle a la gente: «El Dios que lo hizo antes puede hacerlo de nuevo».
Todos necesitamos un Ebenezer, un recordatorio de que el Dios que nos trajo hasta aquí nos llevará hasta donde Él quiera. Que el Dios que hizo esto hará mucho más. Un Ebenezer es una forma de reconocer y celebrar el éxito que Dios nos ha dado a lo largo del camino en la búsqueda de nuestro sueño.
Después que nuestra iglesia construyó la cafetería en Capitol Hill, decidimos llamarla Ebenezer. Teníamos miedo de que algunas personas la asociaran con el oscuro personaje Ebenezer Scrooge, pero era un riesgo que valía la pena correr. Hubo tantos milagros en el proceso de compra, rezonificación y construcción de la cafetería que quisimos darle un nombre apropiado.
En las fundas de café en Ebenezer, hay una referencia de las Escrituras que se parece a un código SKU (Unidad de mantenimiento de almacén), es1SAM712 (la cita bíblica donde aparece la palabra Ebenezer). Además hay las siglas SFSG, que corresponden a la frase en inglés: «So Far So God» [que en español es «Hasta aquí todo va bien»].
En cada travesía ideal, hay momentos Ebenezer. Tienes que celebrarlos construyendo altares. Por eso, tienes que rodearte con esos símbolos de vida; para que no olvides lo que Dios quiere que recuerdes.
No creo que nuestra mayor deficiencia sea no sentirnos suficientemente mal por lo erróneo que hemos hecho. Creo que nuestra mayor deficiencia es no sentirnos lo suficientemente bien con lo que Dios ha hecho bien. Cuando menospreciamos eso, no alcanzamos la gloria de Dios.
Una de las cosas que la ley del Antiguo Testamento ordena es una celebración de siete días (Levítico 23:39-43). Pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que celebraste algo durante siete días? Dios desafió a los israelitas a que celebraran por más tiempo y a celebrar mejor. ¡Es como que te ordenaran comer pasteles!
Y Dios no solo ordenó celebraciones de una semana. También ordenó una luna de miel de un año para los recién casados (Deuteronomio 24: 5). ¡Buenísimo!
Necesitamos celebrar más.
Necesitamos celebrar mejor.
¿Por qué? Porque hasta aquí el Señor nos ha ayudado.
¿Qué victorias de las que Dios te dio puedes celebrar mientras persigues tu objetivo?
Devocionales
Fuente:
Mark Batterson