
COLOSENSES 3:5-6 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
Seguramente alguna vez hemos escuchado la frase “No negociamos con terroristas”, esta es una política firme que comparten Estados Unidos e Inglaterra ¿Por qué? Porque negociar con el enemigo lo fortalece, y pone en riesgo más vidas.
En la vida cristiana, el pecado es nuestro terrorista interno… ¡y no debemos negociar con él! ¡SE TIENE QUE HACER MORIR!
NEGOCIAR CON EL PECADO LO HACE MÁS FUERTE y le da la oportunidad de tener más control sobre nuestra vida (Romanos 6:16) No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerlo, sois esclavos de aquel a quien obedecemos, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?.
¿DE QUÉ FORMA NEGOCIAMOS CON EL PECADO?
Cuando buscamos justificar lo que Dios ya condenó: «No es tan grave», «Todos lo hacen…»
Cuando posponemos nuestra obediencia a Dios: “Lo dejaré más adelante”, “Todavía no es el momento”, “Primero quiero disfrutar un poco”
Cuando le damos “pequeñas” oportunidades : “Solo esta vez”, “No pasa nada”, “Dios me entiende”
Cuando en lugar de huir, coqueteamos con el peligro espiritual: “Yo ´puedo manejarlo”, “No voy a caer”, “Solo estoy ahí, pero no lo hago”
Cuando reemplazamos obediencia y arrepentimiento con religiosidad: “Voy a la iglesia”, “Leo la Biblia”, “Estoy sirviendo, eso compensa”
Negociamos con el pecado cada vez que le damos espacio o excusas. Pero Dios no nos llamó a negociar con lo que nos destruye, sino que debemos hacerlo morir en nuestra vida.
¿COMO PODEMOS HACER MORIR EL PECADO QUE NOS DESTRUYE?
I) TENEMOS QUE RECONOCER NUESTRA NUEVA IDENTIDAD EN CRISTO
(COLOSENSES 3:1) Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Desde el momento confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor de nuestra vida tenemos una nueva identidad, pues hemos muerto al pecado juntamente con Cristo, ya no somos esclavos del pecado, sino que hemos sido hechos hijos de Dios.
Eso significa que YA NO ESTAMOS LUCHANDO POR SER LIBRES, ¡YA NO SOMOS ESCLAVOS, SOMOS LIBRES! por lo tanto el pecado ya no tiene poder sobre nosotros, ya no tiene control, y por medio de Cristo podemos decidir arrancar de nuestra vida todo aquello que nos destruye.
II) DEBEMOS CORTAR DE NUESTRA VIDA LO QUE ALIMENTA Y LE DA FUERZA A LOS DESEOS DE LA CARNE
(ROMANOS 13:13-14) Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
¿Qué alimenta la carnalidad de nuestra vida? ¿Qué necesita ser eliminado? así como un fuego sin leña se apaga, EL PECADO MUERE CUANDO NO LO ALIMENTAMOS.
Tenemos que identificar lo que fortalece nuestra debilidad… ¡y debemos cerrarle la puerta!
Tenemos que tener cuidado con EL CONTENIDO de lo que entra a nuestra mente y corazón: Lo que entra por los ojos y oídos va al corazón, si llenamos el alma de basura, no podemos esperar frutos espirituales.
Tenemos que cuidarnos de LAS AMISTADES CARNALES O MUNDANAS, es decir, las amistades que no aman a Dios y relaciones sentimentales fuera de la voluntad divina, pues son una influencia poderosa para nuestra vida, y UNA MALA COMPAÑÍA ES ALIMENTO DIARIO PARA LA CARNE (1 Corintios 15:33) No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. 34 Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo.
III) TENEMOS QUE DEPENDER DEL PODER DEL ESPÍRITU SANTO Y LLENAR NUESTRA MENTE DE LA PALABRA DE DIOS
(Romanos 8:13) porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
(Colosenses 3:16) La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
Tenemos que comprender que la batalla espiritual en contra del pecado de nuestra vida no es por medio de la fuerza ni por inteligencia humana, sino por medio de la dependencia del Espíritu Santo.
La mente es el campo de batalla, y es por eso que tenemos que llenar nuestra mente con la palabra de Dios, pues solamente la Palabra de Dios, por medio del poder del Espíritu Santo, frena los pensamientos carnales y renueva nuestra forma de pensar.
IV) TENEMOS QUE CAMINAR EN LUZ Y CONFESAR AL SEÑOR NUESTROS PECADOS OCULTOS
(1 JUAN 1:9) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Es importante que comprendamos que EL PECADO SE FORTALECE EN SECRETO, PERO MUERE CUANDO SE EXPONE A LA LUZ.
Es por eso que la única manera de hacer morir el pecado y lo terrenal en nosotros es CONFESARLO DELANTE DEL SEÑOR, EXPONERLO A SU LUZ.
CONCLUSIÓN: No se negocia con lo que nos destruye. El pecado no es un error menor ni una costumbre cultural: es un enemigo espiritual que busca alejarnos de la presencia de Dios y destruir nuestra alma. Dios no nos llamó a convivir con el pecado, sino a hacerlo morir, y lo hacemos cuando recordamos quiénes somos en Cristo, cuando cerramos toda fuente que lo alimenta, cuando dependemos del Espíritu y de Su Palabra, y cuando caminamos en la luz con un corazón arrepentido.