Los malos pensamientos provienen de Satanás. Y su estrategia consiste en ponerlos en tu mente, a fin de que los pongas en práctica. Si él logra que hables o pongas en práctica un mal pensamiento, habrá logrado su misión de que cumplas su voluntad, y no la Palabra de Dios. El punto esencial de todo esto es que Satanás quiere ser tu dios (2 Corintios 4:4).
Es probable que no siempre puedas evitar que un mal pensamiento entre a tu mente. Sin embargo, ten la certeza de que puedes determinar lo que harás con él.
Toma valor de lo que el apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 10:3-5: «Es verdad que aún somos seres humanos, pero no luchamos como los seres humanos. Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (NTV). La única forma de ser libre de los malos pensamientos, es echando fuera los pensamientos que son contrarios a lo que Dios enseña, llevando cautivos esos pensamientos rebeldes y enseñándoles a obedecer a Cristo.
Así que cuando reconozcas que tienes un pensamiento malo, échalo fuera de tu mente de inmediato. Y reemplázalo con lo que nos enseña a pensar Filipenses 4:8. Esto puedes lograrlo sólo de una forma: Depositando la Palabra de Dios en tu corazón. Medita en ella, léela y confiésala. Confesar la Palabra de Dios es una herramienta muy efectiva para controlar los pensamientos de tu vida; pues no puedes pensar en una cosa y decir otra contraria a la que estás pensando.
Lo más asombroso de resistir al diablo, es que cuando lo haces él sólo puede actuar de una forma: ¡huir! (Santiago 4:7). Un cristiano jamás debe soportar el tormento de los malos pensamientos. Jesús rompió la autoridad que Satanás tenía sobre el ser humano, así que vistámonos de toda la armadura de Dios para pelear en contra de las huestes del diablo (Efesios 6:10-18).
Esto significa que se nos ha dado la oportunidad de elegir. Podemos renovar nuestra mente con la Palabra de Dios, ¡y no darle lugar al diablo en nuestros pensamientos! En Romanos 12:2, leemos: «No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta» (NTV).
El peligro que se corre al permitir que los malos pensamientos permanezcan en nuestra mente, es que al final entrarán a nuestro corazón y saldrán de nuestra boca (Proverbios 4:20-23). Jesús enseñó que no es lo que entra a la boca del hombre lo que lo contamina, sino lo que sale de la boca desde su corazón (Mateo 15:11, 18-19). Conservar la Palabra de Dios en tu boca y en tu corazón, te ayudará a mantenerte libre de todo mal pensamiento, y del poder del enemigo (Lucas 10:19).