La oración diaria, el estudio bíblico, y la comunión regular con otros creyentes nos ayudan a crecer espiritualmente y a mantener nuestros fundamentos.
Aprender a depender de los demás. Todos necesitamos de los demás para ayudarnos a mantener nuestra salud emocional. Esto puede hacerse por medio de grupos de responsabilidad, amistades con otras familias en el ministerio, y compartiendo la responsabilidad. (Si nosotros servimos a los demás, ellos querrán servirnos a nosotros.)
Aceptar las limitaciones personales. A las personas que se dedican al ministerio con frecuencia les gusta lograr mucho y/o son muy sensibles. Aprenda a reconocer las señales del demasiado trabajo y aprenda a controlar su actividad. Sepa cuáles son sus limitaciones y fíjese límites.
Aprender a esperar y a saber manejar el cambio. Pocas cosas en la vida permanecen estables. Cambiamos constantemente nuestra posición, ministerio, estado financiero, y amistades. Cultive lo que es estable en su vida como las devociones, el sueño, el ejercicio, la diversión, las vacaciones, las comidas con la familia, etc.
Cultivar momentos de recreo significativos. La mayoría de los que logran mucho se deleitan en su trabajo y toman muy poco tiempo para el placer. Todos necesitamos saber qué actividades nos refrescan emocional, física, y espiritualmente. Debe dedicar suficiente tiempo de recreo a esas actividades.
Evaluar. A intervalos regulares, tome tiempo para evaluar sus propósitos y prioridades espirituales y prácticos. Para hacer esto, asista a retiros de 1 a 3 días, unas veces solo, otras con otros líderes en su ministerio.