Estamos relativamente cerca del fin de los tiempos. La venida del Anticristo, la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo o la Gran Tribulación podrían ocurrir en un futuro no excesivamente lejano. Cuándo exactamente, sólo Jehová lo sabe, pero todos los signos que se perciben apuntan en esa pavorosa dirección.
Pero, la última señal que mantiene preocupado al mundo ha sido el Presidente norteamericano, Barak Obama y el resto de los que firmaron el catastrófico acuerdo nuclear con Irán en vísperas de Layla al Qadr, la Víspera del Destino, poco antes del fin del Ramadán.
Si estos hubieran estudiado un poco de historia, sabrían que la Batalla de Qadisiya (año 636), en la que los persas sufrieron una estrepitosa derrota a manos de los árabes, no ha terminado. Sabrían, de hecho, que el islam se impuso al Imperio sasánida por la fuerza y que, como protesta, los persas adoptaron el islam chií, una forma desviada del islam de los árabes, como forma de rebelión y para proseguir la lucha.
Si Occidente hubiera estudiado ese importante acontecimiento de la historia islámica, entendería que está permitiendo a Irán conseguir la bomba atómica y acelerando la guerra etno-religiosa entre los árabes, y los iraníes chiíes. Los mulás iraníes concebirán el choque en términos apocalípticos.
En este sentido, el acuerdo suscrito por los poderes mundiales, liderados por EEUU, y los gobernantes de Irán es un hito en el camino por el que éstos han venido rezando. Desde hace mucho, el deseo de los ayatolás es derrotar definitivamente a los divididos árabes –en estos momentos en su punto más débil desde el inicio de la denominada Primavera Árabe–, y después a Israel y, el mayor de los trofeos, al «Gran Satán», los Estados Unidos.
El presidente Obama, ha perjudicado a los árabes al renunciar a sus propias líneas rojas, contra el enfático consejo de sus asesores militares, y aceptar un acuerdo que en realidad da a los chiíes vía libre para construir su arsenal nuclear a nuestras expensas y, más demencialmente, permite a Irán que desarrolle misiles balísticos intercontinentales que podrían alcanzar América.
Otras señales del fin de los tiempos que deben ponernos en alerta son:
La resurrección de Israel (Jeremías 31:10; Ezequiel 36:24; Oseas 6:2). Tras dos milenios de inexistencia, en 1948 el Estado de Israel volvió a la vida. ¿Una simple casualidad? ¿Por qué no resucitó Esparta o el Imperio Azteca? ¿Por qué Israel? ¿Puro azar? No, estaba profetizado que el pueblo disperso de los judíos volvería a ser nación. Y esto es porque Israel tiene un gran papel en los planes de Dios para el futuro. Muchas profecías sobre Israel se van a cumplir ahora que existe.
Auge del ateísmo (2 Tesalonicenses 2:3). Jesucristo mismo se preguntaba si cuando Él regrese hallará fe en la Tierra (Lucas 18:8). Esta pregunta retórica conlleva la aseveración implícita de que cuando vuelva encontrará poca fe en el mundo. En los últimos 60 años el ateísmo ha experimentado un crecimiento espectacular en Occidente, de tal manera que se puede decir que nunca antes en la historia hubo tantos ateos como ahora. El ateísmo seguirá creciendo de forma brutal.
La marca de la Bestia (Apocalipsis 13:16-17). En el futuro a la gente se le insertará una “marca” en la frente o en la mano y quien no la tenga no podrá comprar ni vender. Se rumorea que en el futuro el dinero tal y como lo conocemos desaparecerá y será sustituido por un microchip que se implantará en la piel. En Estados Unidos hoy ya hay anuncios televisivos que intentan convencer a la gente de que se ponga voluntariamente (por ahora) un chip, en teoría por su propio bien.
Aumento de la inmoralidad (Lucas 17:26). La maldad tiene cada vez una mayor aceptación social. La codicia, el aborto, la prostitución, la fornicación, la pedofilia, la homosexualidad o la eutanasia son pecados que en mayor o menor medida han ocurrido siempre. La diferencia es que ahora son bien vistos. Lo que hace unos pocos años era escandaloso es ahora motivo de orgullo. A lo bueno llaman malo y a lo malo llaman bueno y al que vive como Dios manda le dicen tonto.
Tibieza de la iglesia (Mateo 24:12). La iglesia se ha visto cada vez más debilitada. Ha abdicado de ser el freno a la inmoralidad. Los cristianos se quejan del aborto pero luego votan por partidos que lo promueven. Su influencia en la sociedad es cada vez menor; algunas ni siquiera se atreven a evangelizar por las calles. En Occidente la iglesia se está convirtiendo poco a poco en un colectivo minoritario, a veces perseguido y en África y Asia es incluso asesinado (Mateo 24:9).
Guerras y rumores de guerras (Mateo 24:6). El presidente iraní Mahmud Ahmadineyad amenaza con borrar del mapa a Israel. No hay día que pase sin que los noticieros hablen de la que sin duda es la guerra más anunciada de la historia: la Guerra Israel-Irán. El profeta Jeremías la vaticinó hace siglos, lo más curioso es que en su profecía dice que la salida de los judíos de Irán -imaginamos que provocada por la conflagración- sucederá en los últimos días (Jeremías 49:39).
Reconstrucción del Templo de Salomón. Los judíos ultraortodoxos quieren edificar el Tercer Templo de Jerusalén. El problema es que sobre sus restos está instalada la Mezquita de Al Aksa y la Cúpula de la Roca y su destrucción traerá guerra con los árabes. La visita del primer ministro israelí Ariel Sharon en la explanada de las mezquitas desató una intifada en el año 2000. Pero el templo se reconstruirá tarde o temprano y de él se ha de enseñorear el desolador (Mateo 24:15).
Auge de sectas, doctrinas apócrifas y falsos profetas (2 Pedro 2:1-3e y Mateo 24:11). La Iglesia Evangélica ha sido invadida por doctrinas perversas (teología de la prosperidad, gaymonio y lesbimonio, Nueva Era…), han emergido multitud de sectas autoproclamadas cristianas (mormones, testigos de Jehová, Iglesia de la Cienciología, Niños de Dios…) y proliferan como setas los falsos maestros que se enaltecen a sí mismos y que en el fondo solamente persiguen dinero, poder y fama.
Aumento de la ciencia (Daniel 12:4). Uno de los signos del fin de los tiempos será el despegue espectacular de la ciencia humana. Durante 3000 años la humanidad ha montado a caballo pero en los últimos 100 hemos logrado incluso llegar a Marte. Los descubrimientos científicos, médicos, informáticos y técnicos son tantos que en apenas cinco años un dispositivo de última generación pasa a ser un cacharro obsoleto. Jamás en la historia se había avanzado a un nivel tan rápido.
Paz y seguridad (Tesalonicenses 5:1-4). Mientras veamos conflictos en Oriente Próximo, el mundo puede estar tranquilo. Pero llegará el día en que se firmará una tregua entre árabes y judíos, la cual será rota a la mitad (Daniel 9:27), lo que desatará una era de terror como la humanidad nunca ha visto ni verá (Mateo 24:15-22). Todo esto pasará cuando el mundo diga paz y seguridad, es decir, cuando más confiado esté llegará una destrucción repentina que casi nadie se espera.
Lic. Miguel Mato