No recuerdo cuándo fue la primera vez que escuché la palabra adviento, pero sí recuerdo que venía de un contexto religioso diferente al que yo conocía.
Con el tiempo supe que esta celebración había estado por siglos en el calendario de la iglesia. Sin embargo, en el país donde crecí y donde por primera vez escuché la palabra, por alguna razón era una costumbre abrazada solo por la iglesia católica. Pasaron los años y me sorprendí al descubrir que en Estados Unidos (donde vivo ahora) otras denominaciones también participan de esta celebración.
Quizá para ti el Adviento es algo familiar o tal vez te suceda como a mí, que en tu país no es una costumbre generalizada. Incluso, es posible que aunque hayas escuchado la palabra, no sepas exactamente a qué se refiere. Así que creo que es útil hablar un poco de la historia y las definiciones de esta celebración para reflexionar en la esperanza que nos recuerda.
¿Qué es el Adviento y qué celebra?
La palabra adviento viene del latín adventus, que significa «llegada» o «venida». Se trata de una cuenta regresiva que comienza el cuarto domingo antes del 25 de diciembre, la fecha en que tradicionalmente celebramos la Navidad, el nacimiento de Jesús o la primera venida de Cristo. Pero el Adviento no solo se queda en la celebración de una fecha en el pasado, sino que también involucra una mirada expectante a la segunda venida de Cristo, la que todavía esperamos.
El récord más antiguo que tenemos de esta celebración data aproximadamente del siglo IV y uno de los motivos de ese entonces para celebrarla fue la lucha contra las herejías que negaban la encarnación de Cristo. De ahí que el enfoque del Adviento esté en el hecho de que Cristo vino, nació, vivió, murió, resucitó, ¡y un día regresará!
Aunque el Adviento incluye algunas prácticas que varían según la denominación y la liturgia, en las cuatro semanas que abarca suelen destacarse cuatro temas: esperanza, paz, amor y gozo. Cristo, Dios con nosotros, hizo posible que todas estas cosas hoy sean una realidad para el creyente.
La esperanza del Adviento
Aprovechando que estamos en la primera semana, hablemos de la esperanza que celebramos en Adviento.
¿De qué esperanza estoy hablando? Bueno, Dios había hecho una promesa mucho tiempo atrás; la promesa que leemos en Génesis 3:15 y que es el primer anticipo del evangelio, la mejor noticia. Sí, porque, en cierto sentido, la buena noticia del evangelio no comienza en Mateo, sino que comenzó allí en el Edén. Dios, como siempre, dio el primer paso. Él anunció el rescate, la redención, la esperanza:Pondré enemistad.Entre tú y la mujer,y entre tu simiente y su simiente;Él te herirá en la cabeza, tú lo herirás en el talón (Gn 3:15).
Luego reafirmó esa promesa a Abraham (Gn 15), a Moisés (Dt 18:18) y a David (2 S 7:12-16). Ellos no sabían exactamente de qué se trataba, pero Dios estaba hablando del Mesías, el que aplastará la cabeza a la serpiente del Edén, es decir, a Satanás. Y fue ese el anuncio que luego ratificaron los profetas, como Isaías:
Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado,
Y la soberanía reposará sobre Sus hombros.
Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso,
Padre Eterno, Príncipe de Paz.
El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin
Sobre el trono de David y sobre su reino,
Para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia
Desde entonces y para siempre.
El celo del Señor de los ejércitos hará esto (Is 9:6-7).
Esa es la esperanza, Cristo. Esperanza es lo que ocurrió hace muchos años una noche estrellada, en un pueblito insignificante llamado Belén, precisamente como cumplimiento de una promesa (Mt 2:5-6). El profeta Isaías lo había anunciado varios siglos antes, y Mateo nos lo recuerda al escribir su Evangelio: «Y en Su nombre las naciones pondrán su esperanza» (12:21).
Esperanza es Jesús. Él es el cumplimiento de todas las promesas que alimentan nuestra esperanza (2 Co 1:20). Y nuestra esperanza es viva, porque Cristo resucitó. No esperamos en una posibilidad, esperamos en la realidad de la resurrección: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos» (1 P 1:3).
El Adviento celebra a Cristo como esperanza
Nuestro Dios, como escribió el apóstol Pablo, es el Dios de toda esperanza (Ro 15:13). Así que la esperanza que celebramos y recordamos en el tiempo de Adviento es Cristo. Nuestra esperanza descansa en la salvación que hemos recibido por gracia. Nuestra esperanza es futura, eterna e inconmovible. No está en nada que hayamos hecho ni que podamos hacer, nuestra esperanza está en la obra de Cristo en la cruz.
Por eso el tiempo de Adviento es importante, porque nos enfoca en el verdadero motivo de la celebración. Es un tiempo para que nuestros corazones regresen a contemplar con asombro lo que hace tantos siglos ocurrió sin fanfarria ni pompa, pero, sin duda, cambió la historia: Dios envió a Su Hijo. Gracias a esa obra salvadora podremos recuperar lo que se perdió en Edén como consecuencia del pecado: vivir para siempre en la presencia misma de Dios.