Me gustaría insistir en el hecho de que ir a la iglesia y tener una relación con Dios son cosas muy diferentes. A veces las personas asisten a los templos y con ello tranquilizan su conciencia pues piensan que así cumplen con Dios. Después, ellos viven su vida sin preocuparse mucho con respecto a su conducta, si agrada a Dios o no.
En Cuba hemos experimentado en los últimos años como las personas asisten a las iglesias con mucha más facilidad y asiduidad. ¡Lograr llenar un templo cuando teníamos una actividad especial era una tarea angustiosa años atrás! Pero los tiempos han cambiado y las personas asisten más fácilmente. Del mismo modo, muchos se reconocen e identifican como cristianos con más libertad y menos temor. Sin embargo, pudiera ser que algunos se declaren cristianos un poco a la ligera sin entender del todo o estar dispuestos a seguir realmente a Jesucristo.
Cuando el Espíritu de Dios entra a un corazón, comienza a transformarnos en una nueva persona, modificando nuestra conducta, hábitos, relaciones, sentimientos, prioridades y por supuesto, hasta la manera de hablar o vestirnos.
Es imposible conocer a Cristo y seguir viviendo tal como lo hacíamos antes de invitarlo a él a ser el Señor de nuestra vida. Aunque el proceso de aprender a vivir como cristianos es lento y de hecho toma toda la vida, sí tiene una característica esencial que está presente en todo el que experimenta de verdad una conversión a Cristo: Nuestro mayor deseo es actuar como a Dios le agrada y repudiamos todo aquello que en nuestra vida antigua nos alejó de Dios y de su amor. ¿Sientes eso tú? Ese anhelo profundo de ser transformados, más que la propia costumbre de asistir a la iglesia, es la mayor evidencia de que una verdadera conversión está ocurriendo dentro de ti.
No recuerden las cosas anteriores Ni consideren las cosas del pasado.
Isaías 43:18
¡Dios les bendiga!