ISAÍAS 26-20 dice: «Anda, pueblo mío, entra en tus habitaciones, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.» Este versículo nos invita a buscar refugio en la presencia de Dios durante los momentos difíciles.
Cuando establecemos el «campamento» en nuestros corazones ante la presencia del Señor, como bien mencionas, encontramos Su amor, protección y fortaleza. Al retirarnos del ruido del mundo y entrar en intimidad con Dios, descubrimos una paz profunda, esa seguridad que solo Él puede proporcionar en tiempos de prueba. Allí, en ese lugar de encuentro con Él, nos damos cuenta de que su amor es inquebrantable, su protección es total y su fortaleza es suficiente para enfrentar cualquier adversidad. Dios siempre tiene un propósito detrás de cada tormenta, y al permanecer en Su presencia, somos renovados y fortalecidos.
Es un recordatorio de que, ante cualquier dificultad, podemos refugiarnos en Dios, confiando en que Él tiene el control y que, después de la tormenta, viene la calma.