El salmista dice: acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar, ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado. Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa donde fui extranjero. Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardé tu ley. Estas bendiciones tuve porque guardé tus mandamientos (Sal. 119.49-50 y 54-56). Para el justo las bendiciones que anuncia el Salmo 119, el libro de los Salmos, todo el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, en fin, toda la Biblia. Con más de 7,300 promesas, en virtud del nuevo pacto que Dios ha hecho con los creyentes en Cristo Jesús, Salvador y Señor nuestro.
Todas las bendiciones de ésta palabra viva la conocemos, entendemos, recibimos y disfrutamos, por la acción del Espíritu Santo quien la ha usado para que vivamos todas las bendiciones del evangelio en plenitud. Destacando la mayor de las bendiciones que recibimos que es el don inigualable de la vida eterna. Que de esa bendita palabra siga fluyendo bendiciones celestiales para todos los que aman a Dios en Cristo Jesús. A continuación damos un plan de bendiciones que fluyen de la palabra de Dios.
1. Salvación. Procede del término griego soteria que se usa 45 veces en el Nuevo Testamento, y significa libre de pecado, libre de enfermedades, libre de males emocionales y malas ocurrencias, libre del juicio de retribución, libre de condenación eterna, libre de satanás y sus maldades. También significa perdón, sanidad, prosperidad, libertad, seguridad, rescate, liberación y restauración. Abarca la tricotomía del hombre: cuerpo, alma y espíritu.
Jesús dijo: Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. (Jn. 17:3). De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. (Jn. 6:47). Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hch. 4:12). Jesús dijo: Yo soy el camino y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Jn. 14:6).
2. Para Ser Salvos. Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. (Rm. 10:9-11). Porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obra para que nadie se gloríe. (Ef. 2:8-9).
Aprendemos en la Biblia que la salvación (vida eterna) se obtiene únicamente a través de Jesucristo, el hijo de Dios, creyendo en el corazón y confesando con la boca; su resurrección y señorío.(uniendo el corazón con la boca). Que es el único camino al Padre. Y que la salvación es por la gracia de Dios mediante la fe del creyente, no es por el obrar del hombre, sino Don de Dios en Cristo Jesús. La más importante de las bendiciones del evangelio, es la salvación.
3. El Don del Espíritu Santo. Sabemos del segundo gran don de Dios concedido al hombre por lo que dice la Biblia. Jesús dijo: Y yo rogaré al Padre. Y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre. El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (Jn. 14:16-17). Sopló y les dijo: recibid el Espíritu Santo (Jn. 20:22), el doctor Lucas dice: Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el espíritu les daba que hablasen. (Hch. 2:4).
Pedro declara en su primer mensaje: Arrepentíos y bautícense cada uno de vosotros en el nombre del Señor Jesucristo para perdón de los pecados; recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Pedro y Juan en samaria. (Hch. 2:38-39). Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. (Hch. 8:17). Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y hablaban en lenguas, y profetizaban (Hch. 19:6).
Sabemos solo por las páginas sagradas de la Biblia que el don del Espíritu Santo en el creyente es una expresión de la sublime gracia de Dios en Cristo Jesús. Y se fundamenta en la muerte y resurrección del Señor. Fue dado a la iglesia en pentecostés (Hechos 2), como el Señor lo había prometido a sus seguidores. Hoy como ayer necesitamos su presencia renovadora, gratificante y sublime en nuestras vidas y ministerios. Su mover nos aviva levanta y restaura, él nos da la sabiduría para comprender que es imprescindible en nuestras vidas.
4. Sanidad Divina. El profeta Isaías dice del Mesías en su primera venida: Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado; por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Is. 53:4-5).
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón. (Is. 61:1, Lc. 4:18). Jesús dijo: Y estas señales seguirán a los que creen; en mí nombre echaran fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieron cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos podrán sus manos y sanarán. (Mr. 16:17-18). Pedro y Santiago dicen: Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero… y por cuya herida fuisteis sanados. La oración de fe salvará el enfermo. (Stg. 5:15, 1P. 2:24).
En una de las facetas el mesianismo de Jesús de Nazaret, se hizo evidente fue en la sanidad de los cuerpos enfermos y corazones quebrantados. Los evangélios narran 35 sanidades y milagros lo que confirma el anuncio del profeta Isaías Cp. 53 y 61. En la cruz el Señor llevo nuestras enfermedades físicas y emocionales, significando que sus aplicaciones son nuestra sanidad, que sus dolores son nuestra salud. Y apreciamos el valor de esta bendición en la bendita palabra de Dios.
5. Prosperidad Integral: La Biblia declara: Acuérdate de Jehová tú Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas. (Dt. 8:18). Y el salmista dice: Joven fui, he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan (Sal. 37:25). Jesús enseñó: Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas (pan y vestido), más buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mt. 6:32-33).
Pablo proclama a los hermanos de Filipos: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria. (Fil. 4:19). Y Juan dice a Gayo: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. (3Jn. 2).
La Biblia enseña la prosperidad integral, lo que significa que el creyente florecerá en todo, en espiritualidad verdadera, teniendo una familia preciosa y estable, en balance emocional, en medios materiales. Tales como: casas, vehículos, dinero, negocios, estudios etc. Hemos sido enriquecidos con prosperidad integral en Cristo Jesús.
6. La Paz de Dios. El mesías es proclamado en (Is. 9:7) “Príncipe de Paz”. En tanto que Jesús dijo: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (Jn. 14:27). Pablo dice: la paz, de Dios, que sobre pasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Fil. 4:7).
Esa paz ha sido revelada y manifestada a través del Señor Jesús, el hijo de Dios, una paz que se traduce en descanso en el alma, quietud de la mente y serenidad en el corazón. Su señorío se manifiesta en nuestras vidas con esa paz que sobrepasa todo entendimiento. Atmósfera interna que usa el Espíritu Santo para llevarlos a una devoción más profunda y mayor sabiduría e iluminación de la palabra de Dios.
7. Regocijo. Pablo a los Filipenses dijo: Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Fil.4.4). Jesús dijo a sus discípulos: regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. (Lc. 10:20). Gozaos y regocijaos vosotros conmigo. (Fil. 2:18).
El Señor Jesús le dio mas valor al regocijo porque nuestros nombres están escritos en el libro de la vida, que porque los demonios se sujetan a nuestra autoridad espiritual. Es difícil mantener ese gozo reiterado de manera constante, pero es posible, porque el apóstol Pablo escribió la carta a los Filipenses, desde la primera prisión en Roma. De manera que quien dice regocijaos, regocijaos en el Señor siempre en ese momento era un presidiario.
8. Esperanza. Y ahora, Señor, ¿Qué esperaré? Mi esperanza está en ti. (Sal. 39:7). La esperanza de los justos es alegría. (Pr. 10:28). El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz. (Rm. 15:13). Dios… nos hizo renacer para una esperanza viva. (1P. 1:3).
La fe tiene que ver con el presente, pero la esperanza está vinculada al futuro de una expectativa que necesariamente descansa en Dios. Por eso es que para el justo el Dios de Abraham y Padre del Señor Jesucristo es su esperanza. Por su gracia nos ha hecho renacer para una esperanza viva en Cristo Jesús, que comprende vivir en este mundo bajo el manto de su presencia, cuidado y provisión, mas la esperanza bienaventurada de vivir en su casa eternamente.
9. Fe. El Señor enseñó: Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: pásate de aquí allá, y se pasará y nada os será imposible. (Mt. 17:20). Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. (1Jn. 5:4). El justo por la fe vivirá. (Heb. 10:38).
La fe fluye de oír, y oír por la palabra de Dios (Ro. 10:17). También es calificada como uno del fruto del espíritu en (Ga. 5:22), y como el mayor de los dones de poder del Espíritu Santo enumerados en (1Co. 12:9-10). La fe de espiritualidad verdadera se manifiesta en el futuro, sostenido en la palabra de Dios. Dar por hecho lo que no se ve, descansando en Dios mismo por el triunfo de Cristo. Se entiende que el fundamento de la operatividad de la fe es el amor, en el sentido de que Jesús sanaba a los enfermos por la infinita compasión que sentía hacia ellos. Pablo dice a los creyentes de Galacia: Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor (Ga. 5:6).
10. Amor de Dios. En la palabra de Pablo y Juan: Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. (Rm. 5:5). Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. (1Co. 13:13). Mirad cuál amor no ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. (1 Jn. 3:1).
El amor ha sido derramado en nuestros corazones por el espíritu de Dios, por el triunfo de Cristo, para que seamos participantes de la vida de Dios por su misericordia, Y cultivemos ese amor transparente que es la virtud eterna y perfecta. El cual evidencia que somos verdaderamente hijos de Dios, amados por el Padre.
11. Promesas de Dios. Ninguna… de sus promesas… ha faltado. (1R. 8:56). ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? (Sal. 77:8). Todas las promesas de Dios son en él sí, y en él amen. (2Co. 1:20). Nos ha dado preciosas y grandísimas promesas. (2 P. 1:4).
Las promesas han sido constituidas por Dios en un fuerte del nuevo pacto, el cual se fundamenta en la seriedad, fidelidad y honestidad de Dios. En este sentido, no faltó en lo prometido al Israel histórico, ni tampoco fallará en cumplir lo que ha prometido a la iglesia. Pablo dice que todas las promesas de Dios son en él (en Cristo), si, y en él amen. (2Co. 1:20). En tanto, que para Pedro esas promesas son preciosas y grandísimas (2P. 1:4). Los eruditos han contado unas 7,300 promesas que se desprenden del nuevo pacto para bendición del creyente.
12. Largura de Días en la Tierra. La pluma del salmista proclama: El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová en los atrios de nuestro Dios florecerán aun en la vejez fructificaran; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia. (Sal. 92:12-15).
Aun los hombres malvados desean larga vida sobre la tierra en salud, pero la Biblia solo declara esas bendiciones para el justo. En su florecimiento es comparado con la palmera y en su crecimiento al cedro del Líbano. Aun en la vejez llevarán muchos frutos y se mantendrán llenos de vigor de vida para seguir anunciando entre los hombres la integridad y justicia de Dios. ¡Vaya promesa del Padre!
Reflexión Final
Dios nos ha bendecido de manera infinita en cada generación al poner a nuestro alcance ésta sublime carta de amor que es su bendita palabra. Aprovechemos las bendiciones del evangelio prometida en ella por el Dios del pacto en Cristo Jesús.
Volvamos nuestra atención al sagrado libro diciendo con el salmista: abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley. (Sal. 119:18), a fin de que sepamos a la esperanza a la cual hemos sido llamados (Ef. 1:18). Que la piedra preciosa del altar de cada casa de cultos sea la predicación y enseñanza fiel de esa bendita palabra, para que el señorío de Jesucristo el hijo de Dios reine en cada congregación, y que ésta visión prime en aquellos que creen tener su púlpito en cualquier lugar del mundo. Gracia y paz de Dios en Cristo Jesús.
Pastor Luis A. Reyes