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Bajo la gracia del corazón de Dios

Hablar del corazón es hablar del universo de la vida misma, la que lleva consigo nuestros sueños, ilusiones, esperanza, fe y amor por el camino de la pasión, realidad y verdad, prendidas de la luz que brilla en nuestros ojos.

Desde el corazón podemos ver y mirar a un año que vino y se va. Sus buenos recuerdos siempre serán gratos y fuente de estímulo a nuestra memoria de vida que consagra nuestro espíritu con valor y vigor, lleno de sabiduría para el alma y corazón de nuestros semejantes.

En Proverbios 1-7 dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”. El temor de Jehová no es por tenerlo o sentirse bajo su dominio, no, porque el miedo al que se refiere el Libro de Proverbios 1-7- es al de un corazón rebosante del gozo y la pasión por obedecer las directrices de Dios que modelan la conducta del hijo de su Padre Celestial.

La sabiduría que aconseja Proverbios, las cuales debemos tener, son provenientes de la cultura hebrea dada como principios de ley moral y espiritual al comparar nuestro modo de ser en nuestro diario vivir con nuestras virtudes y defectos. Exhibimos voluntad y capacidad de crecer, de cambiar para mejorar nuestro presente y porvenir, en aquello en que aún no hayamos superado la manera correcta. Muestra de lo antes dicho lo atestigua este año que transcurre a su culminación de nuestra experiencia de vida.

Este año, sin lugar a dudas, ha sido un aliado en cada paso, bueno o malo, del camino por la vida. Coronado o derrotado, somos beneficiarios de las experiencias adquiridas, las cuales son una importantísima reserva de calidad que puede capitalizar nuestras vidas en los años porvenir para ser cada vez mejor en cada año.

El río de nuestra razón de ser es un abundante caudal de corriente que aviva la flora y la fauna de la sabiduría en nuestros corazones, es por ello que no podemos ignorar que segundo tras segundo Dios nos regala recursos para vivir mejor con nosotros mismos, nuestros semejantes, parientes, amigos y aún nuestros adversarios, quienes son dignos del amor de Dios, que fluye en las virtudes de nuestros dones y talentos, llenos de inteligencia, capacidad de un buen vivir fructífero como árbol de paz y felicidad.

Que el Señor siga llenando sus corazones de paz, sabiduría y amor, para que puedan seguir brindando sus buenos frutos y sus conocimientos a una sociedad que cada día necesita más de los hombres de fe, para con ello lograr por muchos años más una mejor República Dominicana.

Las gracias de sus ministerios en unidad de confraternidad para la Gloria de Dios, bendecidos y salvados para la alabanza y adoración del único Dios Todopoderoso, Jesucristo, Rey de Reyes y Señor de Señores.

Fuente:
Margarita García

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