El proceso de sanidad final de la depresión de Elías comienza con varios pasos. En primer lugar, Dios le hace una pregunta: ¿Qué haces aquí? Es curioso que la persona donde tú vas a buscar contestación a tus interrogantes, lo primero que haga sea preguntarte. Muchas veces, Dios no te habla directamente sin primero preguntarte. En la creación, Dios hizo declaraciones, pero las primeras conversaciones que Dios tuvo con Adán, comenzaron con preguntas; cuando Adán peca, lo primero que Dios le dice es: ¿Dónde tú estás? Dios sabía dónde estaba Adán, físicamente hablando; la pregunta era: ¿Dónde tú estás mental, emocionalmente? ¿Dónde estamos? ¿Qué pasó aquí? ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? Es interesante el proceso porque, cuando Dios comienza a hablarle a Elías, lo que comienza es a ayudarle a ubicarse mental y espiritualmente, para Él poder darle una verdadera respuesta. Si Dios le dice de primera intención: Sal de la cueva, ¿qué haces ahí metido? Elías hubiera dicho: Yo solo he quedado; hubiera respondido con la depresión. Cuando Elías responde primero a la pregunta, pasa por un proceso bien importante. Una de las cosas que más deprime a una persona es llegar a pensar que a nadie le importa lo que le está pasando, incluyendo a Dios. Cuando Dios le pregunta a Elías: ¿Qué haces aquí? Aquella no era una pregunta para cuestionarle negativamente, sino para que Elías entendiera que a Dios le importaba lo que a él le estaba ocurriendo en ese momento. Dios lo que quería era que entendiera que había un lugar donde él podía desahogarse y pasar por el proceso para prepararse mentalmente para recibir lo que Dios quería darle.
Dice el dicho que cuando el estudiante está listo, el maestro llega. Tú puedes tratar de enseñarle algo a alguien, pero hasta que esa persona no está ubicada mentalmente, por más que trates, no lo va a recibir. Tienes que esperar que la persona comience a abrirse. ¿Cómo? Respondiendo esas preguntas. No te sorprendas si en tus momentos de oración con Dios, antes de Él darte una respuesta, lo que comienzan a surgir son interrogantes en tu vida: ¿Qué hago aquí? ¿Por qué me pasa esto? Esa no es tu mente; en un encuentro con Dios, ese es Él preguntándote para que tú entiendas que tú le importas, le importa lo que te está pasando, lo que estás pensando. Él quiere oírte, Él no se va a molestar contigo.
Uno de los errores más grandes que lleva a la gente a la depresión es hablarle de sus problemas a la gente incorrecta. Todo lo que tú digas a alguien que no tiene respuesta a tu problema, eventualmente, se convierte en un chisme. Deja de hablarle de tu problema a la gente incorrecta; si alguien no te puede ayudar, no le digas lo que te está pasando. En la Biblia, hubo una mujer que recibió palabra de un profeta y tuvo un hijo; el hijo muere, y ella sale a buscar al profeta. De camino, encuentra al criado del profeta, quien le pregunta cómo está todo, a lo que ella responde que todo está bien. ¿Por qué no le contó? Porque Giesi no podía hacer nada por su hijo, y si no podía hacer nada por él, se convertiría en un chisme; y tú no necesitas más chisme en tu vida porque, mientras más chisme, más te deprimes. Así que tú nunca le hablas de tus problemas a nadie que no pueda ayudarte a resolverlos. Y en segundo lugar, tú no le hablas de tus problemas a alguien que no tenga la capacidad de que, cuando tú se los cuentes, todavía te siga amando como eres. Por eso, con el único que verdaderamente tú te puedes desahogar es con Dios. Al fin y al cabo, Él sabe lo que tú piensas; lo único que Él quiere es que tú lo digas. Dios estaba dándole oportunidad a Elías de liberarse, de expresarse, de hablar. No podía comentarlo con todo el mundo, porque sería un chisme; estarían diciendo: Este profeta, tanto que habla de Dios, y anda deprimido. Si alguien no te puede ayudar, no le digas nada; consúltalo solo con Dios.
Así que, en tu encuentro con Dios, tienes que entender que lo primero que Dios va a hacer es hacerte preguntas para que tú pases el proceso de desahogo. A Dios no le molestaba lo que Elías le estaba diciendo; no le dijo: No digas eso. Dios lo escuchó para que se liberara. El proceso de ese encuentro con Dios primero empieza con tu desahogo; pero entiende que no te puedes desahogar con todo el mundo. Hay cosas que solo Dios te puede ayudar, cosas que solo Él puede hacer. Dios puede traer solución a tu vida, y no importa lo que tú pienses y digas, Él no cambia su opinión de ti.
En este encuentro con Dios, luego de que Elías se manifiesta, lo segundo que vemos es que Dios comienza a revelársele de una manera diferente. En varias ocasiones, dice: Pasó un terremoto, pero Dios no estaba en el terremoto; pasó un viento recio, pero Dios no estaba en el viento; pasó un fuego, pero Dios no estaba en el fuego. Dios le hace pasar por todas estas experiencias, pero no está ahí. Ahora, Dios se le aparece en un siervo apacible. ¿Por qué es tan importante esto? Elías estaba acostumbrado a ver a Dios en grandes manifestaciones, a que fuego bajara del cielo, a que las cosas se multiplicaran, a ver ejércitos derrotarse. Elías se acostumbró a ver a Dios de formas majestuosas, y ahora no podía ver que Dios estaba trabajando tras bastidores. Es importante para salir de la depresión que tú llegues a entender que aunque tú no veas a Dios, Él siempre está obrando. ¿Por qué Dios le habla en este silvo apacible? Dios le estaba diciendo a Elías: Ya yo no voy a hacer que más fuego baje del cielo; ya el tiempo del terremoto, se acabó; pero aunque no veas terremoto, aunque no veas viento, yo sigo trabajando.
Una de las cosas que tú tienes que procurar en tus encuentros con Dios, es poder ver las nuevas maneras en que Dios está operando en tu vida. Y aunque tú no lo veas y no lo experimentes como estás acostumbrado, no quiere decir que Él no está obrando.
Llegó un momento en que Dios le dijo a Elías: No lo voy a hacer de la misma manera que hasta hoy, así que vas a tener que oírme y verme como nunca antes. Y en el encuentro con Dios es donde tú puedes llegar a ese punto tan importante en tu vida, donde puedes ver a Dios obrar de manera diferente a como lo ha hecho en el pasado.