En vez de enfocarnos en nuestro dolor, hagamos de nuestras pruebas un motivo de esperanza.
Romanos 5.1-5 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Tenemos tantas bendiciones por las que estar agradecidos. Y la más importante de todas es la de nuestra salvación, porque es la “esperanza de la gloria de Dios” (Ro 5.2). Algún día dejaremos esta vida para ir a las glorias maravillosas del cielo, las que ni siquiera podemos imaginar en el presente. Pero podemos dar gracias a Dios con gozo por una perspectiva tan asombrosa. Es la esperanza la que nos ayuda a soportar todas las dificultades que enfrentamos. A pesar de eso, el apóstol Pablo menciona otra causa de regocijo: nuestras tribulaciones (Ro 5.3). Rara vez pensamos que el sufrimiento sea provechoso; sin embargo, Dios promete usarlo para bien. En tiempos de dolor, dejamos al descubierto quiénes somos en realidad. Cuando nuestra seguridad o bienestar se ven sacudidos, salen a la luz nuestras verdaderas prioridades, condición espiritual, orgullo y egoísmo. Dios puede usar la oportunidad para despojarnos de todo lo que dependamos, hasta que nada compita con el señorío de Cristo en nuestra vida.
Para el Señor es más importante nuestro crecimiento espiritual que nuestro bienestar, y sabe cómo desarrollar perseverancia y madurez en nosotros. Puede que nos sintamos tentados a luchar o clamar por una salida, pero eso en nada nos ayuda. Podemos beneficiarnos del dolor aceptando lo que hace el Padre celestial en tiempos de dificultad, sabiendo que nos está moldeando a imagen de su Hijo. En vez de enfocarnos en nuestro dolor, hagamos de nuestras pruebas un motivo de esperanza. Según 2 Corintios 4.17 (LBLA), “esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación”.
Devocional original de Ministerios En Contacto