Por la gracia de Dios, este año se publicó un libro (en francés), en el que serví como editora general, y que consiste en una serie de testimonios de mujeres que relatan cómo la fidelidad del Señor las sostuvo a través de diversas pruebas.
Lo que más llamó mi atención durante el proceso de edición fue la manera en que cada relato estaba firmemente arraigado en la reflexión teológica. La razón es sencilla: cuando nos enfrentamos a las tormentas de la vida, la única manera de sobrellevarlas es anclar nuestras almas en la esperanza del evangelio.
Esto me ha llevado a meditar más en la importancia de que las mujeres en la iglesia cultivemos un conocimiento más profundo de la Palabra. Por lo tanto, te ofrezco aquí siete razones por las que toda mujer necesita estudiar la Biblia para la gloria de Dios.
Porque honra a Dios y Él es digno de que atesoremos Su Palabra
En el diálogo entre dos personas más largo registrado en los cuatro evangelios, Jesús revela a una mujer samaritana que llegará un día en el que todos los verdaderos adoradores adorarán a Dios «en espíritu y en verdad», pues tales son las personas que Dios busca que le adoren (Jn 4:23). Con esta afirmación, Jesús estaba invitando a esta mujer sedienta —y con ella a todas las almas perdidas— a encontrar su refrigerio en Él, por Su Espíritu, a través de Su Palabra. A Dios le honra que busquemos la verdad en la revelación divina.
De manera similar, el Salmo 119 nos invita a deleitarnos en la Ley del Señor, pues Él es digno de eso. Para lograrlo se necesita más que una lectura superficial. Para empaparnos de la Palabra de Dios y hacer de ella la lámpara de nuestros pies y la luz de nuestro camino, debemos rumiar, investigarla, memorizar y cavar hondo en busca del tesoro escondido.
Porque la vida es difícil
La capacidad de resistir los desafíos de la vida depende de una sólida comprensión de la naturaleza de Dios y de una firme seguridad en Su guía. Es importante que nos arraigamos en la Palabra de Dios como fuente de este conocimiento.
El ejemplo de María, sentada a los pies de Jesús junto a Sus discípulos varones (Lc 10:38-39), resalta la importancia para Jesús de que las mujeres reciban y reflexionen en sus palabras. Por su parte, se puede argumentar que la profunda perspicacia de Marta tras el fallecimiento de Lázaro revela la fuerza que deriva de su cimiento teológico y su fe en Jesús. En un momento crítico, la declaración de Marta: «Sí, Señor; yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, o sea, el que viene al mundo» (Jn 11:27), pone de relieve el valor, en medio del dolor, de un entendimiento cada vez más claro de quién es Jesús.
Porque nuestros hermanos y hermanas necesitan la verdad
La Palabra nos exhorta a animarnos unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales (Ef 5:19); así como a gozarnos con los que se gozan y llorar con los que lloran (Ro 12:15). ¿Cómo puedo lamentarme con un santo que sufre, o celebrar con uno que goza, si no conozco las verdades apropiadas para aplicar y recordar en la ocasión?
Sin embargo, no basta con citar un versículo bíblico como si fuera una curita. Debemos comprender su significado para su audiencia original, cómo nos señala a Cristo y cómo se aplica a nosotras hoy (cp. 2 Ti 2:15). Solo entonces nuestras palabras de consuelo o alegría podrán tener el mejor efecto.
Porque el mundo necesita la esperanza que ofrece la Palabra
¿Has tenido alguna vez una conversación difícil con un no creyente en la que te han hecho una pregunta desafiante sobre tu fe? ¿Alguna vez te has sentido mal equipada para responderles? Yo sí.
Ya se trate del problema del sufrimiento en el mundo o de la resurrección corporal de Cristo, nuestros seres queridos plantean preguntas que debemos ser capaces de abordar desde las Escrituras. Estudiar la Biblia nos ayudará a estar siempre preparadas para dar una respuesta, con mansedumbre y respeto, sobre la esperanza que hay en nosotras (1 P 3:15).
Porque las jóvenes necesitan que les enseñemos
Creanlo o no, he oído usar la enseñanza de Tito 2 como una razón para no enseñar la Biblia a las mujeres después de todo, decía esa lógica, todos los imperativos del pasaje giran en torno a que las mujeres mayores enseñen a las más jóvenes cómo amar a sus maridos e hijos, etc. «¿Por qué cualquiera de estos requisitos requeriría un profundo conocimiento de la teología?», se plantea. Pero la respuesta es evidente: ¿Cómo puedo llevar a cabo mi elevada vocación de esposa y madre sin un sólido conocimiento de las verdades contenidas en las Escrituras?
¿De qué otra fuente deberíamos extraer sabiduría? ¿De las revistas femeninas? ¿De los programas de entrevistas? ¿De los proverbios y tradiciones de mi cultura o familia de origen? No todas estas fuentes son malas, pero son tan profundas como una pileta para pájaros cuando se comparan con el vasto océano de la inescrutable sabiduría de Dios.
Porque la comida sólida es un antídoto contra la mundanidad
La mayoría de la gente considera un gran insulto que le llamen «bebé». Sin embargo, así es exactamente como Pablo llamó a los corintios (1 Co 3:1). Él anhelaba alimentarlos con comida sólida y nutritiva, una imagen de la teología profunda. En cambio, como se comportan como personas carnales caracterizadas por la envidia y la contienda (1 Co 3:3), solo podían tomar leche, es decir, solo podían digerir enseñanzas de nivel introductorio.
El autor de Hebreos lo expresó de forma similar cuando describe a sus destinatarios como «tardos para oír» (He 5:11) e «inexperto[s] en el mensaje de justicia» (He 5:13 NVI). Él quería ir más allá de los principios elementales, pero sus receptores sólo podían digerir «leche». No eran lo suficientemente maduros para procesar el alimento sólido.
Hermanas, que nunca se diga esto de nosotras. Por el contrario, seamos maduras, quienes «por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal» (He 5:14).
Porque trae alegría.
Cuál es el fin principal del hombre?» y responde: «Glorificar a Dios y gozar de Él por siempre». ¿Cómo hacemos esto? Encontramos la respuesta en el Salmo 16, el cual pinta un cuadro de placeres eternos a la diestra de Dios.vamos a pasar la eternidad disfrutando de la gloria y la belleza de la presencia de Dios; así que, cuanto más profundamente bebamos ahora de las aguas de la vida eterna, mayor será nuestro gozo en este mundo para Su gloria. ¡La vida eterna comienza ahora (Jn 17:3)! ¿Qué mejor manera de prepararnos para la eternidad que aprendiendo ahora a deleitarnos en el León de la tribu de Judá? Porque Él es el Cordero que fue inmolado para adquirirlos con Su sangre.
¿Puedes imaginarte ese gran día cuando nos reunamos alrededor del trono con los redimidos de cada nación, tribu y lengua (Ap 7:9-10)? No veo la hora. ¿Y tú?
¡Hay más razones!
El rey David compone, en el Salmo 119, lo que podemos ver como una canción de amor a las Escrituras. Es el capítulo más largo de la Biblia e invita a todo creyente a meditar y deleitarse en la Ley del Señor. Sus palabras son motivo suficiente para que hombres y mujeres estudien la Biblia.
Así que, aunque espero que estas siete razones te hayan motivado para estudiar la Palabra de Dios, te animó a ampliar tus motivos para estudiar la Biblia a través de este salmo —con su poderosa exhortación poética a alabar a nuestro gran Legislador– y a través de tu estudio del resto de las Escrituras