Cuenta una historia bíblica que Ana era una mujer justa pero que no tenía hijos, y esa circunstancia para su tiempo era un estado deshonroso y humillante. Precisamente ese escenario fue aprovechado por su adversaria para hacerle burla.
En el ínterin ella procedió a montarse en las alas de la oración, que es el único camino transitable para superar un problema de ese tamaño, dice la Palabra que oró a Jehová “con amargura de alma y llorando abundantemente” diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. 1 Samuel 1:10,11.
Como la palabra de Dios no retorna atrás vacía, sino que hace la obra para la cual fue enviada, y las palabras del justo son escuchadas en el trono de la gracia, Ana, dice la Biblia, encontró respuesta a su petición, “un hijo para ministrar en la presencia de Jehová cuando no había visión en aquellos días, y la Palabra de Jehová escaseaba”.
Es bueno añadir que el justo por su fe vivirá.
“Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová. 1 Samuel 1:20..
Ella, agradecida del Señor volvió a la plegaria, hay que perseverar para triunfar, esta vez en agradecimiento por haber recibido de Dios el hijo que le había pedido, y oró diciendo:
«Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación. No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro.
No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones. Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder.
Los saciados se alquilaron por pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece.
Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece. El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo.
El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza. Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido». 1 Samuel 2: 1-10.
Definitivamente, la oración puede cambiar el rumbo de todas las cosas negativas en positivas, la escasez por abundancia, la enfermedad por la salud, el malestar por bienestar, la pobreza por el progreso y crecimiento en tu vida.
Ora fervientemente, en el nombre de Jesús, y él complacerá las peticiones de tu corazón, como lo hizo con Ana, mujer justa, de oración y fe.
Bendiciones.