Mateo 24:4-51
Cuando vemos todas estas señales que se están presentando en el mundo son evidencias claras que algo grande y sorpresivo ocurrirá, mientras las naciones se mantienen desafiando descaradamente a Dios y su Palabra. No tenemos ninguna duda de la decadencia moral y espiritual que se registra en todas las naciones del planeta tierra, en estos tiempos, mientras los hombres han invertido los valores morales, enceguecidos por el dios de este siglo, Satanás, ya que ahora a lo bueno lo consideran malo y a lo malo bueno, lo que ha ido acelerando el tiempo en que la Iglesia de Cristo será levantada.
En estos tiempos los hombres se han creído ser dioses y que con sus acciones pecaminosas piensan que van a cambiar el mundo, el cual va de mal en peor, rechazando la obra que viene realizando la Iglesia de Cristo, inspirada por el Espíritu Santo, llevando el mensaje de salvación y vida eterna a los perdidos. Hay países donde ya se ha prohibido hablar de Jesucristo y de su plan de salvación, los creyentes son perseguidos, apresados y asesinados.
Dice la Biblia que el ministerio de la Iglesia Cristiana llegará a su fin cuando menos lo esperamos. Cuando más confiados estemos. El final llegará sorpresivamente, como cuando un ladrón, nos sorprende de noche (I Tesalonicenses 5:2).
Jesús les dijo a sus discípulos que se acercaba el día cuando ya no estaría entre ellos, que subiría al Padre. Sus discípulos le pidieron que se los llevara con Él pero Jesús les contestó que a donde Él iba, ellos no podían seguirle, pero les aclaró que se iba a preparar un lugar para todos nosotros. (Juan 14. 2 6). Para que donde Él esté, nosotros también estemos.
Jesús dijo: «me iré, pero volveré.» Dos milenios han pasado desde que los apóstoles presenciaron la ascensión de Jesús y hasta hoy, todavía no ha vuelto. Pero Pedro dice que no nos impacientemos, ni pensemos que el Señor se está tardando. (II Pedro 13.8 14) porque Él volverá a su debido tiempo.
Recuerden que nuestro tiempo no es el tiempo del Señor. Dice la Biblia que: «mil años es como un día delante de Dios.» (II Pedro 3:8). Jesús volverá pronto y de acuerdo a las profecías, el fin de la historia humana, se acerca. Todos los acontecimientos de actualidad señalan hacia la Parusía.
Desgraciadamente hoy muchas iglesias ya no predican la doctrina de la segunda venida. Parece como si nadie desea el regreso del Señor. Ya casi nadie está a la expectativa de Jesús. Ya casi nadie grita: «Maranatha”. Juan el Apóstol al final de su Apocalipsis grito desde lo más profundo de su corazón; ¡sí!, ¡ven Señor Jesús!
El regreso del Señor implica dos cosas: la glorificación de los fieles y el juicio y condenación de los malos. Porque está claro que Cristo volverá para destruir a los enemigos de Dios y seguidores del diablo, esa serpiente antigua llamada Satanás, o lucifer. El problema de la iglesia es que hoy, después de dos mil años, nos hemos casi olvidado de que debemos vivir a la expectativa del retorno de Jesús, pero parece como si ya no nos interesara. Vivimos muy cómodos en nuestros hogares. Nos hemos conformamos a las costumbres de este siglo, (Romanos 12:2) hemos asimilado la cultura dominante y hemos abandonado la vida de santidad.
El mensaje de hoy nos exhorta que la iglesia debe luchar por los ideales del cristianismo. Que debemos vivir siempre alertas y pendiente del regreso de Jesucristo. Que su llegada no nos sorprenda perdiendo el tiempo en nuestros intereses egoístas. El énfasis de este mensaje es que recordemos que Jesucristo volverá. Que estemos preparados para el regreso repentino del nuestro Señor. Porque el Señor volverá en un abrir y cerrar de ojos, al sonido de la trompeta. Ese día, el plan sempiterno de salvación se consumará y llegará el temido «fin del mundo.»
No tenemos dudas, de que estamos viviendo los últimos días de este presente siglo malo. El regreso de Jesucristo se acerca y con su llegada, el juicio de las naciones. Hay de aquellos que estén desprevenidos, que no estén preparados para recibirle porque su fin será desastroso. Dice la Biblia que en aquel día, «será el llanto y crujir de dientes.»
Los discípulos le preguntaron; ¿Señor, cuando será el tiempo de tu regreso? Jesús les contesto que: cuando vieran las señales. Nadie sabe cuándo volverá el Señor. Ni Jesús mismo quiso saberlo. Ni aun los Ángeles saben el día ni la hora. Solamente Dios en su infinita omnisciencia, sabe el tiempo del fin.
Jesús nos advirtió que cuando veamos las señales, tengamos el suficiente sentido común para reflexionar y arrepentirnos de nuestros pecados antes de que sea muy tarde.
Habrá señales en el cielo, en el mar, la luna y las estrellas nos anunciaran que ¡el fin se acerca! (Lucas 21:25). Cuando se hable de paz y lo único que tengamos sean guerras, ¡El fin se acerca! (Apocalipsis 6:4). Cuando la humanidad llegue a su límite de corrupción moral y espiritual, ¡el fin se acerca! Cuando las gentes maravilladas, se vayan engañadas tras la brujería, la hechicería, y la adivinación, ¡el fin se acerca!
Cuando la voz del anticristo se escuche por todo el mundo, con más fuerza que la de la iglesia, ¡el fin está cerca! Cuando la inmoralidad de la humanidad llegue a su máxima expresión y el hombre pierda sus valores morales y espirituales, abandonando sus géneros naturales de hombre y mujer y se entreguen a la homosexualidad, entonces ¡el fin está cerca! Cuando la abominación entre por las puertas de la iglesia y como consecuencia, se enfríe y pierda su autoridad sobre las gentes, ¡El fin está cerca! Cuando la mayoría de los cristianos apostaten de su fe y la herejía sea parte del movimiento cristiano, cuidado porque ¡el fin está cerca! Y Cuando veamos que en las naciones del mundo, se establecen leyes que no honran ni respetan a Dios, ¡el fin está cerca!
El Apóstol Pablo dice en Romanos 8.21 que la naturaleza gime con gritos ensordecedores, pidiendo ser liberada de la maldición que sufre desde que Adán peco. Según el Libro de Apocalipsis, cuando veamos terremotos al derredor del mundo, huracanes como los del año pasado, explosiones volcánicas, el mar que vomita sus muertos, inundaciones, cambios climatológicos drásticos, ¡el fin está cerca!
Las escrituras nos enseñan que cuando todo esto suceda, es como una advertencia de que el Señor está a la puerta, y debemos arrepentirnos. Debemos buscar el perdón de Dios y dejar que Cristo tome control de nuestras vidas. Que nos proteja de la ira venidera. Asegurémonos de que nuestro nombre este escrito en el libro de la vida.