Por otro lado, el mayor éxito mediante transacciones cuestionables ha de ser siempre falso y traicionero, y el hombre que lo hubiere alcanzado ha de estar temeroso siempre que vendrá un día de hacer cuentas, y entonces sus ganancias lo condenarán.
Aferrémonos a la verdad y a la justicia. Por la gracia de Dios, imitemos a nuestro Dios y Señor, en cuya boca no se encontró engaño jamás. No tengamos miedo de ser pobres, ni de ser tratados con desprecio. Nunca, por ninguna causa, hagamos algo que nuestra conciencia no pueda justificar. Si perdiéramos la paz interior, perderíamos más de lo que una fortuna podría comprar. Si nos mantenemos en el propio camino del Señor, y no pecamos nunca contra nuestra conciencia, nuestro camino es seguro en contra de los agresores. ¿Quién podría dañarnos si somos seguidores de lo que es bueno? Podríamos ser considerados necios por los necios si somos firmes en nuestra integridad; pero en el lugar donde el juicio es infalible seremos aprobados.