“20 Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. 21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.” Marcos 3:20-21
Esto es describiendo a nuestro Señor Jesucristo. Llegó un momento dado donde la gente comenzó a decir que Jesús estaba loco, que había perdido la mente. Jesús pasó por esto en varias ocasiones. En ciertos momentos, cuando él comienza a predicar ciertas cosas complicadas, cuando comienza a explicar ciertas ideas bien revolucionarias para aquellos tiempos, la gente comenzó a pensar que estaba loco. Cuando miramos la palabra del Señor, nos damos cuenta que, en muchos aspectos, el Evangelio es locura para el mundo. Lo que creemos no tiene lógica; no hay forma de explicar todo lo que creemos. No hay manera en que podamos explicar racionalmente cómo Jesús nació de una virgen. Esto hay que creerlo. Por más que querramos argumentar, dar pruebas científicas, la verdad es que a lo último, esto es algo que hay que creer por fe.
Tu experiencia con Dios, al fin y al cabo, es una experiencia ilógica; tú no la puedes explicar. Lo que cambia tu experiencia con Dios es un encuentro con Él. Tienes un encuentro con Él, y tu vida comienza a cambiar. Y ese encuentro sobrepasa la razón y la lógica, sobrepasa todo entendimiento. Es como cuando te casas; al principio, estás tan enamorado, que no lo piensas. Trata de razonar a alguien fuera del enamoramiento; ¡es imposible! Ese es el conflicto que tenemos los padres con los hijos. Ven solo el potencial, no razonan. Cuando está ese amor, esa experiencia, no hay razón.
Igual nos pasa con Dios. Tenemos un encuentro con Él que no podemos explicar, y va a llegar un punto en que quedaremos como locos ante ciertas personas.
“12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” 1 Corintios 2:12-16
Pablo está diciendo: Las cosas que nosotros recibimos, solo las podemos recibir por el Espíritu de Dios; esto hay que entenderlo en la mente del Señor porque, para el mundo, estas cosas son locura.
¿Qué tiene que ver todo esto con la familia?
“31 Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle. 32 Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. 33 El les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? 34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 35 Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.” Marcos 3:31-35
María y los hermanos de Jesús van a buscarle, porque la gente empezó a decir: Está loco. Tratan de sacarlo del lugar donde él está predicando, donde la gente está diciendo eso. El amor de la familia va a buscarlo y a sacarlo para evitarle el problema de la locura que la gente dice que él tiene por predicar lo que él estaba hablando.
Cuando tú vives el verdadero Evangelio, al mundo, y aún a tu familia, les va a parecer una locura. No es que piensen mal de ti, sino que quieren evitarte un problema. Tus familiares, en un momento dado, no van a entender. Mientras tú vas avanzando en tu camino con el Señor, llega un momento de disparidad donde tú no puedes explicar lo que vivies y crees, sino que llega un momento donde llegan a pensar que estás loco, y la familia que todavía no ha tenido esa experiencia, quiere evitarte el dolor de ser llamado loco. Y tú tienes que aprender a balancear esto.
Llegas a un nivel de madurez por tu experiencia con Dios, que tu familia no puede entender. La familia de Jesús no entró al lugar; querían que él saliera porque es más fácil tratar de sacarte que ellos entrar; porque para ellos entrar tienen que tener la misma experiencia que tú tienes, y tienen que estar dispuestos a que, un día, a ellos también les llamen locos.
Cuando tú comienzas a caminar y madurar en el Señor, tienes que saber que en un punto, tú vas a estar adentro, y el que esté fuera va a pensar que estás loco. Y tú vas a tener que escoger a dónde vas: Te vas a fuera para que no te llamen loco, o disfrutas con los locos que están dentro. La idea no es tú bajarte para sentirte cómodo al no causar ese cuestionamiento, sino aprender a vivir en tu locura y permanecer creyendo en tu locura.
Tu familia no entiende esto. Sobre todo cuando ejerces una fe agresiva, que parece loca. Y entonces quieren que salgas para que la gente diga que estás cuerdo, pero irte afuera es ceder tu fe. Tú tienes que preferir la locura del Evangelio porque, Pablo decía: Esto es poder de Dios.